VEINTE

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Finalmente me acerqué a la habitación, donde muy probablemente estaba Jesús con la chica. Era la habitación que él me había asignado, cuando venía a quedarme hacer pijamadas o ese tipo de cosas. Estaba frente a la puerta pensando en si, ser prudente y tocar la puerta. O sólo abrir la puerta de golpe, para saber que estaba pasando.

- Creo que me gusta más este. - escuché a Alf hablar.

- Pues el tamaño es perfecto. - habló la mujer.

- ¿Y si metemos unos juguetitos?. - propuso.

- Sería magnifico. - ambos rieron.

Maldita sea.

- Sólo espero que Emi, no se enoje. 

Me armé de valor y toqué la puerta, pero rápido también la abrí.

Y sí. Estaba Alfredo con una mujer, quien le enseñaba algunas cosas en un iPad. El sonido de la puerta al abrirse, también provocó que ambos voltearan a verme. Traté de sonreír, buscando la manera de iniciar alguna conversación.

- Hola. - dije tímidamente.

- ¡Chaparra!, que bueno que llegaste. Ven, acércate. - caminó hacia a mi tomando mi mano, yendo hacia la chica que estaba con él. - Mira, ella es Dinora. Es diseñadora de interiores.

Ella extendió su mano, y aún algo confundida la tomé estrechándola - Mucho gusto, señora Guzmán. - volteé a verlo, y sólo me guiñó un ojo sonriendo - El señor Alfredo me contactó para diseñar el cuarto de su futuro bebé. Muchas felicidades.

- Gracias, señorita Dinora. Igual un gusto. - sonreí, minalmente suspirando de alivio.

- Le mostraba al Señor, algunos diseños e ideas. Él ha elegido algunos, pero también es siempre importante la opinión de la mamá. - explicó, y me tendió su iPad para que lo tomara.

- ¿Si?. Bueno, eso verdad. - comencé a deslizar mis dedos sobre la pantalla, que mostraba un diseño 3D de la habitación remodelada. - Pero, aún no sabemos que es Alf. - lo miré.

- Perdón por interrumpir, señora. - no me gusta que me diga señora - Le comentaba a su esposo, que podríamos jugar con algunos colores blancos, cremitas o cafés para las paredes. Y el toque se los daría algunos de los muebles cuando ya estuviera, casi por terminado. - presionó algún botón en la pantalla, y esta empezó a dejar ver como tomaba color los "muebles" en el diseño. - Fue lo que él eligió.

Realmente estaba muy bonito. Y no podía negarlo, Alfredo siempre tenía buen gusto para las cosas. Siempre quedaba fascinada como estaban sus casas, ranchos o incluso sus autos. Su estilo elegante, pero a la vez juvenil. Era algo que siempre plasmaba en lo que le pertenecía. Y este diseño de habitación, no era la excepción. 

- Es perfecto. - dije volteándolo a ver con una sonrisa, haciendo que el también lo hiciera.

- Entonces, ¿Ambos están de acuerdo en el diseño?. -preguntó. 

Yo asentí. 

- Así es. - contestó Alf.

- Bueno. En unas semanas más, yo me comunico con ustedes, para darle seguimiento. 

Ambos asentimos.

Acompañamos a la señorita hacia la puerta, despidiéndola. Esperamos a que terminara de marcharse, y cerramos la puerta, caminando a la cocina.

- ¿Y eso?. - pregunté.

- ¿Qué?. - me miró.

- Por qué la trajiste. O sea, no crees que era algo pronto. - expliqué. 

- Nop. - respondió inocente.

Negué divertida. 

- Mínimo me hubieras avisado. Cuando llegué empecé a oír voces. Me paniqueé, pensando que habías traído algunas de tus amigas. - reí algo nerviosa.

Me miró sonriendo con superioridad. - ¿Celosa, mi Emi?. 

- Quisieras. - me carcajeé.

- Ajá. - soltó.

Volví a negar. 

Le dije que me ayudara a preparar la comida

No voy a mentir. Estaba algo nerviosa por ver a mis papás, pues llegarían pasado mañana. No había día que no me llamaran preguntando sobre como me sentía, y si todo iba bien. Al igual que los papás de Alfredo, sus hermanas y hermanos. Pues después de Frida, era la o el segundo nieto y sobrino en su familia. Y el primero en la mía.

Después de una larga y nostálgica tarde, cayó la noche. Terminé de cenar y subí a la recámara. Me puse una pijama oversize para sentirme más cómoda. También me enredé en las cobijas y sábanas de la cama. 

Sólo esperaba a que llegara Alfredo, que después de comer, salió a algunos asuntos que iba a ver con sus hermanos. Cosas de su trabajo.

Un par de horas después, casi media noche. Desde afuera se escuchó su camioneta estacionarse, luego la puerta principal cerrarse algo fuerte. Y a los pocos segundos, la puerta de la habitación de abrió, y apareció detrás de ella.

- ¡Emi!, ¿Sigues despierta?. - exclamó.

- Te estuve esperando. Vienes de con los muchachos, ¿Verdad?. - asintió quitándose la camisa y los zapatos - Es que hasta acá hueles a cigarro. - abrió la boca para decir algo, pero lo interrumpí. - Iván, cierto. 

Él asintió riendo. Y se sentó en mi lado, frente mío.

- Y tú... ¿Todo bien?. - preguntó, seguramente refiriéndose al bebé.

Asentí sonriendo - Excelente, diría yo.

Hizo una sonrisa ladina, viéndome. Colocó su mano en mi abdomen, levemente abultado. Dejando caricias sobre este. 

Observé la escena, y me enternecí. Al devolver la vista al frente, él se encontraba un poco más cerca. Instintivamente miré sus labios algo rojos, que así se le tornaban cuando los relamía. Ahora mi vista viajó a sus ojos, que estaban puestos en mis labios. 

En un movimiento ágil, tenía a Alfredo sobre mi besándome. Y sin siquiera pensarlo, se lo seguí.

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora