VEINTITRES

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Horas más tarde, la fiesta se había convertido en peda familiar. Siempre era así. Tanto mis papás, como la señora Alejandrina y la abuela de Alfredo, ya se había ido. Don Joaquín se había quedado, pues a parte de que era su rancho, estaba acompañando a Emma.

Yo estaba platicando con las chicas. Cosas sobre el embarazo, bebés y de vez en cuando, cambiábamos el tema a otras cosas. Por su parte Alfredo y los muchachos estaban en el bar del porche. Ya tenían la música a alto volumen, eso indicaba que ya estaban algo ebrios. Si no es que están completamente.

ALFREDO

— Entonces, wey. Qué otro nombre le vas a poner a tu primogénito. A parte de Archivaldo. — preguntó Iván.

Rodeé los ojos, mirándolo mal.

— Nombre loco. Túmbese ese rollo. — lo empujé levemente — Mi hijo no se va a llamar así.

Volteé a ver a mi Apá, y me miraba mal. Probablemente por haber dicho eso. 

— Sin ofender, Apá. — me disculpé.

Él sólo emitió un "hujum", acomodándose la gorra.

— Entonces. ¿Si se va a llamar Ovidio?. — preguntó.

— Y dale con lo mismo... — dije agarrándome la cabeza con ambas manos. — ¡Qué noo, verga!.

— Oki... Está bien... — dijo Ovidio alzando su pulgar, haciendo como si llorara.

— Pero ya bien... Háblate. ¿Cómo le van a poner al chavalón?. — preguntó Joaquín.

Sonreí. — No lo sé. No hemos hablado sobre eso, Emi y yo. — dije.

— Mijo, a mi no me gusta meterme en sus relaciones, ni nada de eso. Pero, ¿Y ya lo pensaste?. — preguntó mi apá. 

Lo miré sin entender.

— Pensar, ¿Qué?...

Me miró obvio. — Sobre Emilia. Qué es lo que van hacer. — volvió a hablar.

— ¿Cómo?... — seguía sin entender.

Mi apá iba a volver hablar, pero la voz de Ovidio lo interrumpió.

— ¡Ayy, pedazo de idiota!. — exclamó irritado — Que si te vas a casar con la Zoé, o que va a pasar entre ustedes dos. — explicó.

Aaah...

De nuevo mi vista se digirió a mi apá, y él estaba asintiendo dándole acierto a lo que había dicho Ovidio.

— La verdad si era algo que había pensado. Pero no sé si ella quiera intentarlo. — suspiré — Capaz y arruino nuestra amistad... O relación. — contesté.

— Pues no lo sabrás si no lo intentas. — habló Iván — Bien dicen. Que el que no arriesga, no gana. — dijo bebiendo de su trago. 

— Tu hermano tiene razón, Jesús. — dijo mi apá — O apoco piensas que tu hijo, no crezca en un hogar normal.

— Pues... Nosotros tampoco crecimos en un hogar muy normal, que digamos, apá. — dijo Joaquín, rascándose la nuca.

— Más respeto, cabrón. — dijo sacando su pistola.

— Sorry, apá. — dijo Joaquín levantando sus manos.

— Pero, bueno... — interrumpió Iván — Mi apá tiene razón. El mini Archivaldo necesita crecer junto a sus papás. — se colocó ambas manos en la cintura.

Le di una mirada aburrida.

— Mi hijo tendrá a sus dos papás. — dije molesto.

— ¿Cómo?. — preguntó Joaquín.

— ¿O ya no amas a Emilia?. — preguntó Iván.

— ¡No!, o sea... Sí. Todavía estoy enamorado. — suspiré — Pero siendo sincero. Tengo miedo de cagarla. 

— Si realmente la amas. No tienes por que hacerlo, mijo. — dijo mi apá.

— Entonces... ¿Qué insinúan... O sugieren?. — les pregunté.

— Que pongas manos a la obra, wey. — dijo Ovidio.

— Porqué, imagínate wey... — Iván me abrazó por los hombros — Que llegue un wey que enamore a la Emi. Se hagan novios, se casen. Y que el Archivaldito le diga papá a otro wey. — dijo mientras miraba al techo, haciendo dibujos imaginarios con su mano.

Empecé a negar rápidamente.

— ¡No!. Eso no va a pasar. — negué — Y no se va a llamar Archivaldo. — dije zafándome de su agarre.

— Pues apúrate, mijo. Porqué capaz y se hace realidad lo que dice tu hermano. — dijo de nuevo acomodándose su gorra. Creo ya era un tic, que tenía. Y bebiendo su trago. — Además. Desde que tu y ella estaban plebillos, me gustó para nuera. Algo me decía que así iba a ser.

Sonreí.

La noche continuó. Y a diferencia de otras fiestas, esta acabó un poco más temprano de lo de siempre. Los primeros en irse fueron Rebecca e Iván. Después Joaquín junto con Irene, y se les pegó Alejandrina. Por último quedaban sólo Ovidio, Adriana y Gris. Los dos primero se estaban despidiendo, y le ofrecieron a Grisel llevarla, pero ella ya tenía planes.

— Yo me voy a quedar, verdad que si apá — dijo Grisel.

— Ah, cabrón... Cuándo me pediste permiso. — dijo cruzándose de brazos.

Pronto empezó a poner una cara triste. Pero así era mi carnala, bien chantajista.

— No es cierto princesa... — besó su frente — Ya sabes que no necesitas pedir permiso, esta también es su casa — dijo, para abrazarla.

Y la cara de Grisel cambió a una sonrisa ladina, hasta parecía de maldad.

— Gracias, papi. — dijo besando su mejilla.

— Aaah... Pero que no fuéramos unos de mis carnales, o yo. — dije ofendido.

— Ya, ya, yaaa... A todos lo quiero por igual. — dijo mi apá.

Ajá.

— Bueno. Nosotros nos retiramos entonces. — dijo Ovidio, para luego salir junto con Adriana. 

Yo volteé a ver a mi chaparra. Quién estaba sentada en uno de los sillones, poniéndose unas sandalias que había traído, junto con un cambió cómodo, según ella había dicho y se veía.

— ¿Quieres irte ya?. — le pregunté.

— Si... — dijo con los ojos cerrados. 

Sabía que ya estaba cansada, así que me despedí por ella de mi apá y Emma.

No era muy largo el camino del rancho a mi casa, haríamos máximo una hora y fracción. Pero al parecer Emi había caído rendida. Se había quedado dormida en el camino, y no tenía el corazón para despertarla. 

Así que la cargué hasta llegar a la habitación, y la acosté sobre la cama. La cobijé con las sábanas y colcha, mientras yo me ponía algo cómodo para dormir. Después de asegúrarme que todo estuviera apagado, me tendí a un lado de ella. 

Levanté un poco se blusa, dejando ver su pequeño vientre abultado. Lo besé tierna y delicadamente, como si de algo frágil se tratara. Y bueno, a fin de cuentas lo es.

— Los amo a los dos, como no tienen una idea. — dije susurrando.

Por último apagué la lámpara que estaba aun lado mío, y me acomodé abrazando a Emi, dándole un beso en la cabeza. Y me fui quedando dormido, poco a poco, acariciando su abdomen. A mi hijo, nuestro hijo.

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora