Me senté, acomodándome en uno de los sillones de la sala, tapándome con una cobijita para poder darle de comer a Landito. Y si tenía suerte, se pudiera quedar dormido.
Sólo observaba que succionaba hasta más no poder. Me encantaba admirarlo, cuando lo amamantaba. Sentía que era un momento único y sólo de los dos.
— No es porque seas mi hijo, pero... — dije acariciando su carita con las yemas de mis dedos — Eres muy guapo. — reí — Creo que tendré que espantar algunas niñas que anden detrás de ti.
— Mientras no sea igual de canijo que el abuelo, o el papá. — la voz de la señora Alejandrina me hizo romper la burbuja — o los tíos. — dijo bromeando.
— Mujer. — reprochó don Joaquín a lado de ella con una sonrisa.
— Nada que no se pueda ver, Joaquín. — rio.
— Yo creo que no. — dije divertida.
— Pues no sólo los hombres, tenemos cola que nos pisen. — apareció Alfredo atravesando el umbral que dividía el comedor de la sala — ¿Cierto, Emilia?.
El olor a alcohol se hizo presente, junto con él.
Enserio quería que tuviéramos esta conversación... ¿Frente a sus papás?.
No contesté. Sólo lo miré seria.
— No es cuestión de género, Jesús. — contestó Alejandrina — Sólo fue un comentario, y ya.
— ¿Es enserio, Alfredo?. — dije aburrida.
— Mejor, vamos afuera con tus hermanos. — sugirió don Joaquín.
— No la defienda, amá. — comenzó a caminar hacia nosotros — Bien que Emilia le gusta andar de perra con los gatos. — rio.
— ¡Alfredo!. — exclamaron reprochando.
— Hijo, no le hables así a Emilia. Menos enfrente de tu hijo... Y de nadie.
Alfredo comenzó a reírse sin gracia de la nada.
— Pues muy probablemente ni sea mío. — alzó los hombros sin importancia — Con eso de que conoció a ese tal Víctor cuando fue a Zapopan, ¿Quién sabe?. — volteó a verme con desprecio — Tal vez quiera encasquetarme un bastardo. No sería la primera...
— ¡Ya, cabrón!. Ya estuvo. — don Joaquín alzó la voz.
— ¿Qué nos pasó, Alfredo?. — pregunté dolida.
Y es que, la verdad todas sus palabras dolían. Sentía que se me estaban encajando como daga en el corazón.
— Hijo, ahora más que nunca deben de estar más unidos por el niño. — dijo Alejandrina.
—Pues tal vez ese fue el problema de todo esto. — contestó frío — Sin que él estuvi...
Era suficiente.
Alfredo no pudo terminar la oración. Don Joaquín le había dado un golpe, haciendo que éste se balanceara con sus pies, cayendo sobre una mesa cafetera y rompiéndola.
El ruido que ocasionó ésta misma rompiéndose; fue el mismo que provoco, que Alejandro se despertara llorando.
— No le faltes el respeto a la madre de tu hijo, y mucho menos a él, cabrón. ¿Cómo se te ocurre decir tanta pendejada, eh?. — dijo don Joaquín, viéndolo al piso — Nada más estando pedo se te calienta el hocico, y eres valiente, ¿No?.
A los pocos segundos, llegó Ovidio junto con Iván.
— ¿Qué pasó?. — preguntó Iván.
— ¿Todo bien?. — dijo Ovidio.
— No quiero volver a escucharte hablando así de tu familia. ¡Oíste!. — escupió don Joaquín mirándolo y marchándose.
Alfredo sólo me veía con los ojos llorosos. Pero yo al sentir que una lagrima salía de mi ojo izquierdo, me volteé, calmando a Landito.
Iván, aún sin entender que estaba pasando, ayudaba a su hermano a poder ponerse de pie.
— Emilia... ¿Estás bien?. — preguntó Ovidio acercándose.
Asentí con los ojos cerrados.
— Sí, yo... — sorbí mi nariz — Quiero irme.
Asintió sin decir nada. Ovidio me ayudó cargando mi bolsa y la pañalera, adelantándose un poco.
— ¿Dónde se quedarán, hija?. — preguntó Alejandrina, al acercarme a despedirme.
— Estamos en mi departamento, señora.
— ¿Puedo ir a verlos?. — preguntó y yo asentí.
Iván sólo me hizo una seña. Supongo que sabía, que no quería estar cerca de su hermano. Y por su parte Alfredo, él ni siquiera me volteaba a ver.
Tenía una mínima pizca de esperanza, de ver arrepentimiento en su mirada. Pero, creo que no.
Bien dicen que los niños y los borrachos, siempre dicen la verdad.
Sin despedirme de los demás, me fui tras Ovidio.
— Lo siento, Emi. — habló apenado — Créeme que de haber sabido, que mi carnal se pondría así. No te hubiera insistido en venir. Pero tú sabes que todos nosotros los queremos como familia... Son nuestra familia.
— No te preocupes, Ovidio. Al contrario, creo quien debería pedir perdón es Alfredo... No tú. — le di una leve sonrisa — Y gracias.
Sostuvo a Landito, mientras yo me subía en la misma camioneta, donde nos habían traído. Una vez arriba, besó su cabecita y me lo dio para poder cerrar la puerta.
...
Sin hacer tanto movimiento brusco, me subí a la cama. Con cuidado me fui acercando hacia el colecho, dónde Alejandro había caído rendido después de tanto llorar.
Empecé acariciar con mi dedo índice el puente de su pequeña nariz, pasando por sus delgadas y escazas cejas.
Entonces volví a recordar las palabras de Alfredo. Y sin querer empecé a derramar lagrimas.
— Yo no me arrepiento de tenerte, amor. — susurré bajito — Eres lo mejor que me pudo haber pasado.
Me di la media vuelta sacando unos suspiros entrecortados, mientras limpiaba mis lágrimas.
Desearía que todo esto fuera una pesadilla.
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Más que Amigos - JAGS
De Todo- ¿Toda la vida?. - Toda la vida. 🔜 Noviembre 10, 2022 🔚 Enero 22, 2023