DIECISÉIS

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- Amor. - me sonrió - ¡Marcela!, la niña está al teléfono.

Mi papá gritó, por lo que veía, desde su despacho. No tardó en escucharse la voz de mi madre entrando a la habitación. 

- Mi niña. ¿Cómo has estado?. - preguntó mi mamá, apareciendo a lado de papá.

Embarazada, nada más.

- Bien, bien. Extrañándolos cada día más. Pero, de hecho eso quería hablar. - dije.

- Nosotros igual, amor. - habló papá - Te tenemos una sorpresa.

Yo también...

- Ah, si... ¿Cuál?. - pregunté curiosa.

Ambos se miraron, pero mi madre fue quién se animó hablar.

- Iremos a visitarte allá a Culiacán. - dijo emocionada - Dentro de dos semanas.

- Probablemente solo sea una semana, amor. Pero hicimos todos lo posible por poder ir a verte. - habló papá con una enorme sonrisa.

- Pero lo importante, es que ahí estaremos. ¿Qué dices, hija?. - podía sentir la mirada de mamá a través de la pantalla.

- Más que perfecto. - sonreí - Aquí los esperaré con ansias. - dije tratando de ocultarme un poco en la cámara. Las lágrimas traicioneras se estaban asomando.

Benditas hormonas.

- Nosotros también, amor. - dijo papá.


...


Hoy martes había agendado una cita con mi ginecólogo para el control de mi embarazo. Jamás pensé que diría algo así, pero así es la vida. Te sorprende de la mejor manera posible.

Escuché, gracias al interfone, que Alfredo ya había llegado. Tomé algunos papeles que necesitaba llevar a la cita, mis llaves y abrí la puerta. Detrás del marco, estaba Alf con una sonrisa grande.

- ¿Lista? - preguntó  y yo asentí - Bueno. Vámonos, pues.

Tomó mi mano y ambos bajamos al estacionamiento. Luego de ahí nos fuimos a la clínica/consultorio de quien me atendería, y ahí estuvimos esperando un pequeño tiempo, algunos minutos. Pero el impaciente de Alfredo a cada rato preguntando que si ya casi, hasta me daba pena con la secretaría.

Finalmente, Dios escuchó a Alfredo y pasamos adentro con el ginecólogo. Como yo anteriormente llevaba mis consultas con él, ya tenía mi expediente. Sólo hizo preguntas básicas sobre el embarazo para tener un poco de información y agregarla. 

En cuestión de segundos, a ambos nos hizo pasar a un cuartito que estaba de lado de su oficina. Donde se podía ver el monito que utilizaba, y algunos otros aparatos que utilizaba para las ecografías.

Por la información que le brindé, había dicho que ya no era necesario hacer el ultrasonido de manera transvaginal. Así que lo hizo de manera más común, transabdominal. Si había algunas cosas que no entendía, mucho menos Alfredo. Y lo notaba por las caras que hacia, se le miraba confundido, pero a todo decía que sí.

Untó sobre mi algo de gel y lo empezó a extender con el transductor, mientras que en la pantalla aparecía una imagen, un tanto borrosa. 

- Ahí está. - señaló.

La imagen fue tomando forma, dejando claramente la imagen del bebé (aún no muy formado) en la pantalla. Mi sonrisa incrementó y volteé a ver a Alfredo, al sentir que besaba mi cabeza. Sus ojos se estaban cristalizando.

El ginecólogo empezó a explicar algunas cosas que sucedían durante este tiempo. Encendió una pequeñas bocinas y el audio que se escuchaba, era algo raro.

- Ese es su corazón latiendo. - explicó. 

A parte de su corazoncito, en la habitación se escuchaban los sollozos de Alfredo, que pronto me los contagio. 

- Y... ¿Se puede saber que es?. - pregunto Alfredo.

- Pues podría ser que si. Las fechas si son correctas, al parecer. Veamos. - empozó a mover el transductor de nuevo -  No se deja. - rio.

- Vamos, pequeñito... - dije en un susurro.

- O pequeñita. - contestó Alfredo.

- No quiere, dejar verse. - dijo el gine.

- ¿Entonces?. - pregunté.

- Podríamos agendar una cita en unas dos semanas. Para ver si se deja ver. Que muy probablemente si se deje ver. - explicó.

- Podemos hacer una fiesta, como las que se ven en internet, Emi. - dijo Alf.

- Mucha gente lo hace. - aportó el ginecólogo - Si lo hacen. Para la próxima solo lo veríamos y yo te doy la respuesta en un papelito. Ya después se lo das a alguien de confianza.

- Me parece perfecto. - sonreí.

- Muy bien. Si gustan pasar al consultorio de nuevo. - señaló.

- ¿Cree que me podría regalar una foto del ultrasonido?.-  preguntó Alfredo.

- Claro. Enseguida se las doy. 

Jesús me ayudó a limpiarme, y parame de la camilla. Ambos entramos de nuevo al consultorio en espera del gine.

- Bien, Emilia. Te voy a recetar que te tomes todo lo que está en la receta, ahí viene todas las vitaminas, ácido fólico para que tu embarazo marche del todo bien. Y... Aquí está una copia del ultrasonido. - dijo extendiendo una larga tira, con varias fotos - ¿Algo más en lo que les pueda ayudar?.

- No, gracias. Es todo por lo pronto. - agradecí.

Alfredo y yo nos despedimos del ginecólogo, no sin antes de agendar una cita, como lo había dicho anteriormente. Salimos agarrados de la mano y caminamos directamente a la camioneta. 

Y una vez adentro, Alfredo comenzó hablar.

- Emi. Mañana iremos a casa de mi amá, hará una comida y aprovecharé para decirle. Ya te había dicho que me tenías que acompañar.

- Bien. ¿A que hora?.- pregunté.

Se quedó pensando.  - Tres... Es comida, no cena. - rio.

- Va, va, va. Ahí estaremos. - reí - Oye...

- ¿Mande?. - me miró.

- Queremos un helado. - le di una sonrisa inocente. 

- Vamos, entonces por el helado. - se colocó sus lentes - No quiero que mi hijo o hija salga con cara de helado. - dijo tratando de mostrar seriedad.

Yo solté una carcajada, y arrancamos perdiéndonos por las calles de Culiacán.

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora