VEINTIOCHO

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— ¡Que onda, chavalones!. — apareció Alfredo en el lugar interrumpiendo contestarle a Miguel — A que hora llegaron, que no me di cuenta. — dijo saludando de mano y abrazo a Serafín e Ismael

En pocos segundos se colocó a un lado mío, dándome un beso en mi cien y abrazándome por la cintura. Ignorando completamente la presencia de Miguel.

— Alfredillo. — habló Rodrigo, saludándole con la mano.

— Chino. Pancho. Que dichosos. — dijo alegre.

— Lo mismo digo. — contestó Pancho — No te dejabas ver. Sólo frecuentábamos al Iván, pero tú.

— Pues ya sabes. Cuando uno va a ser papá, cambian las prioridades. — dijo orgulloso. Abrazándome más fuerte. 

— ¡Veergaa, wey!... ¿Ya pegaste chicle, loco?. — preguntó Rodrigo. 

Rio. — Cómo la vez. Acá mi chaparra, me está haciendo el hombre más feliz. — dijo viéndome, mientras sonreía. 

Le devolví el gesto.

— Mira nada más. — dijo Pancho — Quién lo diría. El Alfredillo de papá.

— Cómo es la vida. ¿No?. — habló Miguel.  

— Así es, Bastidas. La vida te pone a las personas correctas en el camino. — dijo viéndolo directamente. 

— Y cómo da vueltas. — dijo sin bajarle la mirada.

Hasta la persona menos inteligente, sabría que esto era más que personal. 

— Bueeno. Pero mejor hay que ir a disfrutar la fiesta, qué no... — habló Rodrigo rompiendo la tención — Vamos por cheve. — le dijo a Pancho y llevándose a Miguel. — Conpermiso.

— Nos vemos luego, Emilia. — dijo Miguel mientras se lo llevaban. 

Ninguno de los dos se quitó la mirada de encima, hasta que estuvieron lo suficientemente lejos. 

Sobé la espalda de Alfredo que se sentía tensa, para que se calmara un poco. 

La fiesta continuó, e independientemente de lo incómodo que pasó, todos disfrutaron de ella. Yo de vez en cuando estaba con mis papás, las chicas, los chicos, con la señora Alejandrina, don Joaquín y doña consuelo, o con Alfredo. En cualquier lugar estaba bien. Aunque algunas veces crucé miradas con Miguel, él sólo me sonreía y yo hacia lo mismo. Siendo sincera, yo no pretendía nada con él. 

Antes de que terminara la fiesta, Alfredo y yo decidimos irnos temprano, y por temprano me refiero a las dos de la mañana, ya que estas fiestas terminaban hasta que salía el sol. Esta vez no había ninguna excusa, pero así lo había propuesto él y acepté. 

Llegando a casa me adelanté subiendo a la habitación, tomé una pijama grande para poder dormir más cómoda y entré al baño. 

Bajé los tirantes de mi vestido dejando desnuda toda la parte de arriba. Una corriente de aire frío chocó con mi espalda haciéndome reaccionar. Levanté mi vista para ver sobre el espejo, y detrás de mi estaba parado Alfredo descalzo y sin camisa.

Había olvidado cerrar la puerta del baño.

+18

Empezó a acercarse hacia mi y cuando estuvo lo suficientemente cerca, colocó su mano en mi cintura, mientras con la otra recorrió mi cabello hacia el otro lado, dejando libre mis hombros y cuello.

Dio un tierno y suave beso entre mi oreja y cuello, haciendo que cerrara los ojos para disfrutarlo. Y de ese mismo beso, fue dejando un camino desde ahí, hasta mi hombro.

— Alf... — jadeé en un susurro. 

— Sshh. — dijo sin dejar de besar mi hombro.

El beso continuó, hasta casi bajar por mi espalda. Pero no lo hizo. 

Gentilmente me giró en el mismo lugar, quedando frente a él. Con su pulgar e índice levantó mi rostro, haciendo verlo tan cerca. Tomó mi mejilla y me acercó hacia él, estampando sus labios con los míos.

Por inercia, llevé mis manos detrás de su cuello, haciendo más profundo el beso. Empezó acariciando mi pierna, para luego agacharse y tomarme de ellas, cargándome. 

Dio algunos pasos para llegar a la cama, dejándome con cuidado sobre ella. Desabotonó su pantalón, haciendo que este callera después de tratar de bajarlo. Yo aproveché para poder deshacerme del vestido, pero el estar acostada no ayudó mucho, pues él terminó ayudándome.

Se recostó sobre mi, sosteniendo todo su peso sobre sus manos apoyadas en la cama. Y continuó besándome. Sentía como recorría mi cuerpo con sus labios, y la manera en la que me veía; me hacía sentir deseada.

Los besos siguieron, pero se detuvieron al llegar más abajó de mi vientre. Lentamente deslizó mis bragas por mis piernas, y aventándolas por algún lado de la habitación. Pasó sus dedos por mi zona íntima, y empezó a lamerla. Provocando que soltara jadeos entrecortados, diciendo su nombre. 

Ahora él fue quién se quitó su bóxer, dejando ver su miembro erecto. Chupó sus dedos anular y corazón mientras se acercaba a mi, los introdujo dentro de mi haciendo que gimiera cuando empezó a moverlos dentro.

A los pocos minutos los sacó, y esta vez tomó su miembro frotándolo en mi entrada.

— Ya hazlo, Alf. — dije algo desesperada. 

Vi que sonrió. Pero al final me hizo caso.

Lentamente fue entrando en mi, provocando arquear mi espalda al mismo tiempo que se empezaba a mover con cuidado.

— Más rápido. — demandé. 

Rio. — ¿Y si despertamos al niño?. — preguntó inocente.

Di una leve risa y negué. — No creo. — sonreí, cerrando los ojos al sentir el placer. 

— Cómo ordenes. — dijo aumentando sus movimientos.

Luego de estar en la misma posición por un buen rato. Decidí tomar el control.

Lo empujé en la cama, haciendo que se acostara boca arriba. Me subí sobre él dejando besos por todo su pecho y cuello. Dejando oler perfectamente su perfume tan varonil.

Volví a introducirlo y empecé a moverme sobre él con cuidado. Cómo él lo dijo, no quería despertar al niño. Mientras yo seguía arriba, él me daba placer acariciando mi clítoris. Que junto con escucharlo gemir, provocaba prenderme más. 

Sus piernas comenzaron a temblar, y una increíble sensación se estaba acumulando en mi parte baja. Aumente mis movimientos más rápido al sentirme llegando al clímax. 

Finalmente esa sensación estalló en mi, provocando gritar de placer al mismo tiempo que Alf. Sabía que había llegado, por que lo podía sentir. Se había venido dentro de mi. 

Le di un beso profundo en los labios, y me recosté sobre su pecho aún sin salirme. Podía escuchar perfecto su corazón latiendo rápidamente. 

Me acomodé a un lado de él sin quitar mi cabeza de su pecho, mientras acariciaba mi cabello regulando la respiración. 

— Te amo, chaparrita. — dijo besando mi cabeza — Los amo a los dos.



Ya hacia falta, ¿No? 😬

¿Quedó?, si o nel

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora