VEINTIUNO

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Lo tomé con ambas manos de la nuca elevando mi cuerpo, poniéndome en ahorcajadas, sin estar sobre él. Cada vez sentía que se intensificaba el beso, pues, sentía sus manos sobre mi cintura. Y sabía que si no me detenía, volvería a pasar.

De golpe, pero sin ser brusca, me separé de él. Algo confundido abrió sus ojos, por lo que veía. Mientras se volvía relamerse sus labios que se habían tornado un poco rojos, y levemente hinchados por el beso. Le dediqué una sonrisa ladina, y me volví a reincorporar volviéndome a sentar en la cama.

- Ya es noche. Ven. Acuéstate. - palmeé el lado vacío abriendo pase.

Sonrió y terminó por quitarse el pantalón, colocándose un pants que había tomado anteriormente. 

Al ver que se acomodó entre las cobijas, decidí hacer lo mismo. Apagué la lucecita de la mesa y también la televisión, dejando solo la luz de la luna alumbrar parte de la habitación. Sentí los brazos de Alfredo rodearme sobre la cintura, acercándome más a él. No lo pensé mucho y tomé su brazo, y lo puse entre mis brazos abrazándolo. Ambos quedándonos dormidos.

...

Miraba por todo el lugar, en busca de mis papás. No tenía mucho que acababan de aterrizar, pero si había pasado el suficiente tiempo para que ya estuvieran fuera. 

Me alcé de puntillas para alcanzar a distinguir entre la gente que iba de un lado a otro. Pero ninguna seña de ellos.

- A tu izquierda, mi pequeña. - oí la voz de papá.

Me di la media vuelta sonriendo grande. Me acerqué a ellos y aprovechando que estaban juntos, los abracé. Habían sido semanas eternas para mi, ya anhelaba verlos.

- Los extrañé. - solté.

- Y nosotros a ti, corazón. - habló papá.

Antes de poner al tanto sobre nosotros. Decidimos irnos directo a mi departamento, para tener un poco más de privacidad, claramente.

...

Habían pasado un par desde que llegamos. Y parte de ese tiempo lo utilizamos en mis papás se instalaran bien en el depa. Hace algunos minutos papá había salido a comprar algunas cosas que necesitaba, mientras que mamá y yo nos habíamos quedado aquí mismo. Entonces decidimos mejor hacer algo para comer.

Le ayudé a mamá a picar algunas verduras para el guisado que haría, mientras que ella seguía meneando la carne.

- Y que fue lo que pasó con Alfredo, Emi... - habló mamá, después de un largo silencio.

La miré tratando de entenderla. - ¿A qué te refieres?. - pregunté.

- Cuando nos dieron la noticia, yo pensé que estaban intentado algo. - dijo dejando limpiando sus manos con un trapo. - O que incluso eran, novios.

- ¿Por...?. - volví a preguntar. Aunque yo ya sabía a que se refería.

- Por dios, Emilia. Esa criatura no se hizo sola. - rezongó. Reí. - Entiendo si no quieres contarme. Si te sientes incómoda... - la interrumpí.

- No es eso, sólo qué... - suspiré - Ni si quiera yo, o bueno. Nosotros, no sabemos como pasó... - dije con la cabeza agachada - Sólo nos dejamos llevar. Supongo.

Ella me dedicó una sonrisa tierna, y se acercó a mi tomando mi mejilla. Eso se sentía bien.

- Mi niña... ¿Aún lo sigues amando?. - preguntó.

No le podía mentir. Mi mamá me conocía a la perfección a pesar de no vivir con ella. 

Hace algunos años atrás yo me había abierto con ella, en ese tema. Pues siempre llevábamos una relación "sana" de madre e hija. Yo prácticamente le contaba todo, y ella a mi. Y eso no fue la excepción. 

Le había confesado lo que sentía por Alfredo, que era algo más allá de una amistad, y claro está, que él no estaba enterado de eso. Nunca me animé a decirle por miedo a perder su amistad, o perderlo a él. Así que todo ese sentimiento y emoción, sólo la sabía mi mamá, mientras yo la guardé para mi. Y así viví el resto de estos quince años.

Asentí con algo de pena mirando el piso. Mi madre sólo me abrazó acariciando mi cabello.

- Emi... No puedes seguir lastimándote con ese sentimiento. Debiste haber sido honesta con él, pero sobre todo contigo.

- Si yo se lo decía, probablemente ahora ni siquiera siguiéramos siendo amigos. 

- O estuvieran juntos, como pareja. - la miré - Amor. Entiendo que da miedo arriesgarse, pero... Sólo así sabrás si era lo correcto, o no. Además. - rio - Desde pequeños siempre se les notaba que los dos se quieren más que como amigos. 

Reí. - Aún sigues con eso. - rodeé los ojos divertida - Tú lo has dicho, cuando éramos niños. Ya somos adultos, muchas cosas han cambiado. Personas han ido y venido. No es igual.

Suspiró agotada - Bueno. Sólo te digo que lo pienses. Por él, por mi nieto, o nieta. Pero sobre todo por ti, mi niña. 

Sonreí a medias, y asentí.

- Mami... - hablé.

- ¿Si, cariño?. - preguntó.

- Se te está quemando la carne. - dije apunto de reír.

- ¡Dios mío, Emilia!. - salió corriendo, y meneando la comida que estaba en la estufa.

Empecé a carcajearme por la reacción de mi mamá con la comido. Pero al segundo que me volteó a ver mal, dejé de reírme y continué picando la verdura para que ya estuviera lista la comida.

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora