VEINTINUEVE

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Pasaron algunos meses, y en todo este lapso de tiempo, pasaron muchas cosas. 

Lo primero, es que mi pequeñito ya había nacido hace un par de semanas. Afortunadamente, y gracias a Dios, todo había salido excelente. Los doctores dijeron que era un bebé muy fuerte y sano. Eso me hacía feliz.

FLASHBACK

Por cuarta vez me levanté de la cama, y empecé a caminar. Los dolores eran cada vez más fuertes y frecuentes, pero le había tomado la palabra al doctor de no irme tan pronto al hospital, que sólo iba a estar ahí más tiempo.

Sobé mi enorme vientre, tratando de así calmar el dolor. Inhalé y exhalé contando hasta diez. Pero de nuevo otra contracción hizo que soltara un quejido.

— Emi... ¿Te hiciste pipí?. — preguntó Alf, adormilado. 

Afortunadamente hoy si había venido a dormir.

Volteé a donde él estaba. Y se encontraba palpando mi lugar, quitando las cobijas.

— No. ¿Por qué?. — pregunté tratando de ignorar el dolor. 

— Se siente mojado. — dijo prendiendo la luz. 

En la sábana se reflejo un color muy peculiar en ella. Que incluso habían pequeñas manchitas de sangre.

— Vámonos al hospital. — dijo Jesús algo nervioso, poniéndose de pie en un solo brinco. 

...

— Vamos, Emilia. Ya casi sale tu bebé. — dijo el doctor dándome ánimos  — A la cuenta de tres. ¿Lista?. — asentí no muy segura, cerrando los ojos — Uno. Dos... Tres. Puja. 

Le hice caso. Dolía como la puta mierda. 

— Vamos, chaparra. — dijo Alfredo cerca de mi oído — Tu eres fuerte, sé que puedes. 

— Ya salió su cabecita. Ya estamos del otro lado. — habló animado el doctor — Una más.

Al escuchar al doctor decir eso, Alf se asomó para poder ver. Pálido se puso y tragó con dificultad.

Volvió a voltear a verme, y nuevamente se acercó. 

— Una más, Emilia. — pidió el doctor. 

De nuevo empezó a contar regresivamente, y puje.

— La última, lo prometo. Uno; dos; tres. Puja.

Saqué todas mi fuerzas y una vez más, lo volví hacer. Pero esta vez me sentí liberada.

— Bienvenido al mundo, Jesús Alejandro. — escuché al doctor. 

El llanto de mi bebé empezó a escucharse en el lugar. Haciendo que saliera de mi shock.

Lo colocaron en mi pecho aún mientras lo limpiaban un poco. Sentía que el agarre Alfredo me apretaba más. 

Levanté mi vista para verlo, y se encontraba afectado por el momento. Alf lloraba mientras sonreía y tomaba con su índice la mano de nuestro hijo. 

— Muchas gracias, chaparra. — dijo sorbiendo su nariz — Gracias, gracias. 

FIN DEL FLASHBACK

Por otro lado... Alfredo se había distanciado desde antes que naciera mi bebé. Eso hizo que me diera algo de tristeza. 

Realmente me sentí estúpida, pues después de que ambos nos habíamos confesado que nos gustábamos, estuvo unos días muy atento e incluso amoroso. Pero poco a poco fue cambiando de actitud. No había duda que estaba saliendo con alguien.

No voy a negar que fue y es un papá muy presente a pesar de su trabajo. Nunca faltó a ninguna cita, y jamás se despegó después de que naciera Alejandro. Hasta hace poco, unas semanas.

FLASHBACK

(aquí todavía no daba a luz)

— Cada vez más cerca de conocer al mini Chuy. — dijo Alejandrina acariciando mi panza — Ya sal, criatura del señooor. Ya te queremos conoceeer.— palmeó suavemente hablándole cerca.

— Si sigues diciéndole así. Probablemente te termine odiando por siempre gritarle mientras él estaba bien a gusto. — dijo Ovidio — Nomás de adrede se lo dejas en las noches, para que el retoño se cobre venganza.

Reí. — Prefiero que sea un niño tranquilo. La verdad.

— Pues déjame decirte que Alfredo no era un niño muy tranquilo. — habló la señora Alejandrina — Lloraba por todo.

— Mientras no salga con el carácter del papá. — opinó Iván — Porqué, 'jijo de la chingada... Dios no lo quiera, verdad. — sonrió falsamente al final. Sacándonos una risa a los presentes.

— Por cierto, dónde anda el canijo. — habló don Joaquín preguntando.

— No andaba con usted, apá. — dijo Joaquín.

— ¿Lo ves aquí conmigo, cabrón?. — él negó — Entonces no preguntes mamadas. — dijo obvio.

— No le hables así a mi niño, Joaquín. — habló doña Consuelo — Que por más vieja que esté. Aún te puedo meter tus buenos trancazos.

— Ya amá. Disculpe. — dijo disculpándose.

Joaquín empezó a burlarse en silencio de su papá.

Nuevamente reímos todos.

— Pero ya fuera de broma. Alguien lo ha visto. — preguntó Ovidio.

— Deja pregunto. — dijo Iván sacando su radio y alejándose.

— De seguro se quedó atorado en el baño. — dijo riendo Grisel.

— ¡Grisel!. — exclamó su mamá a manera de reproche — No seas grosera.

— Meh... — alzó los hombros.

— Dicen los muchachos que salió ya hace más de dos horas. — dijo Iván llegando — Se fue en su camioneta y sólo se llevó a dos de los muchachos.

— Este cabrón. — negó don Joaquín.

— A donde iría. Es noche de año nuevo, ahorita todo esta cerrado. — habló la señora Alejandrina.

— Pues, sólo esperemos que este bien. — dije tratando de calmar la situación.

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora