Me despedí de Iván, quién se había ofrecido a traerme. Entré a la casa y lo primero que hice, fue irme a la habitación. Necesitaba darme una ducha bien calientita para relajarme.
Mi sorpresa fue que Alfredo estaba desplomado en la cama solo en bóxer. Quise reírme, pero a la vez sentía algo de molestia al recordar que se había ido de la fiesta sin decirme nada. Aún así me di el tiempo de recoger su ropa que estaba en el suelo, eso hacía siempre que estaba ebrio.
Doblé el pantalón, colocándolo en la silla de a lado. Nuevamente me agaché para recoger la camisa, y al levantarla esta desprendió un olor muy específico, sentía que lo reconocía de algún lado.
Era perfume de mujer.
Volví a olfatear la camisa más de cerca, para a cerciorarme que no estaba alucinado. Y sinceramente hubiera preferido eso. Un enorme sentimiento se apoderó de mi. No sabía que hacer.
Con mucho cuidado, y tratando de no despertarlo lo moví un poco, ya que estaba boca abajo, por si solo se acomodó hacia un lado, dejando ver perfectamente un moretón en su cuello. Era eso.
Los ojos me empezaban a picar, quería llorar. Suspiré tratando de calmarme. Tomé todo lo necesario para meterme a la ducha, tal vez ahí podría tranquilizarme.
FIN DEL FLASHBACK
Y yo... Pues he estado saliendo con alguien, más bien, he estado saliendo con Miguel. Luego de encontrarnos en la fiesta de Iván, al parecer alguien le pasó mi número y se puso en contacto conmigo.
Al principio trataba de hablar lo menos que podía con él. Sabía que a Alfredo no le caía muy bien, y lo que menos quería yo, eran problemas. Pero con las secas actitudes y falta de interés de Alfredo, comparándolas con las atenciones de Miguel. Definitivamente, me ganó.
Había veces que entre pláticas le comentaba que quería comer algo, o tenía antojo. Y no pasaba ni la media hora, cuando las cosas llegaban a la puerta de la casa. O en algunos viajes que hacía Alfredo, que no pasaban de una semana, pero donde me sentía sola, la compañía de Miguel era reconfortante.
Mentiría si no confieso que llegué a sentirme mal en cuanto la situación. Sentía como si le estuviera siendo infiel a Jesús, pero después me retractaba de eso, a fin de cuentas no éramos nada.
Pero en fin. El tiempo dirá.
Hoy día iría a la boutique. Le había pedido de favor a Grisel si podía venir a cuidar al bebé, y claro ella aceptó encantada. No es por decir, pero todos los chicos estaban encantados con Alejandro, lo querían demasiado. Y bueno, también mis papás y don Joaquín y Alejandrina.
— Patrona. La señorita Grisel, ya llegó. — avisó uno de los muchachos.
Asentí, y lo detuve. — Acuérdate. — dije recalcándole.
— Bueno, pues... Emilia. — sonrió.
— Ándale. — reí — Dile que se pase hasta acá.
— Cómo ordenes, Emilia. — dijo retirándose.
— ¿Dónde está mi gordo hermoso?. — se escuchó la voz de Gris en la habitación.
— Durmiendo cono koala. — sonreí — Pero no tarda en despertarse pidiendo comida. — dije levantándome de la cama tratando de no mover el colecho.
— Aww... Bien tranquilito que es. — habló con ternura.
— Deberías de verlo en la madrugada. — dije volteándolo a ver — Parece velador.
Rio. — Le gusta vivir de noche. Dirían los poderosísimos Tucanes de Tijuana.
Negué divertida. — Va a tener aguante para las fiestas.
— Yo me encargo de sonsacarlo. No te preocupes. — sonrió — Seremos el alma de las fiestas.
Reí despacito.
— Oye hablando de fiesteros... Y el enano de Alfredo. — preguntó viéndome.
— No lo sé. — dije viéndola — No lo he visto desde ayer en la mañana.
— No maaa... Le voy a decir a mi apá. Ya se anda pasando de la raya el vergas. — dijo cruzándose de brazos.
— Creo que dijo que tenían mucho trabajo. — dije excusándolo.
— Ay, por favor si Ovidio no... — se calló — Eso no es excusa.
— Pues... Quizás. — suspiré — Bueno Gris, te dejo. Necesito llegar y dejar eso en orden. — dije despidiéndome de ella.
— Va, con cuidado Emi.
— Adiós, mi amor. — besé su cabecita — Vuelvo pronto. Bye — dije en susurro.
Bajé y arranqué hacia la boutique. En menos de quince minutos, ya me encontraba afuera del local.
Entré y saludé a las chicas. Todas estaban en su trabajo, pero necesitaba dejar esto listo.
— Irina. ¿Puedes venir?. — le pregunté.
A lo que ella me vio, y asintió. Ambas entramos a la oficina y le ofrecí asiento. Saqué algunos documento que necesitaba que me firmara, junto con el cheque que me había dado el contador para que también lo firmara.
— ¿Y siempre vas a ir a ver a tus papás?. — le pregunté, mientras ella firmaba lo que le había dado.
— Sí, tal vez. — dijo bajando la mirada — Es que muy probablemente vaya a los Cabos en estas vacaciones. — explicó.
— Ah, que padre. ¿Los llevarás?. — pregunté
Negó. — Voy a ir sola.
— ¿Sola?, y eso... — volví a preguntar.
— Puees... — dijo un tanto, ¿Nerviosa?. — A conocer gente nueva. Nada más.
Asentí. — Cierto. Tienes razón. — suspiré — Bueno, disfruta tus vacaciones. Y aquí está tu cheque. — le entregué copias del documento y el cheque original.
— Gracias, Emilia. — sonrió sin verme — Y tu bebé, ¿Cómo está?.
— Bie...
Unos toquidos de la puerta me interrumpieron. Y a los segundo ésta se abrió.
— Emilia, llegó algo. Creo que es para ti. — dijo Xóchitl asomándose.
La miré extrañada.
Salí de la pequeña oficina, dirigiéndome a la barra de recepción. Había una caja café mediana con un moño blanco sobre ella. En esta misma, estaba escrita "Con cariño, Alfredo". Obviamente era su letra.
Sonreí y sin pensarlo, levanté la tapa agarrándola del moño. Pronto mi sonrisa se convirtió en una cara de vergüenza al ver el contenido.
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Más que Amigos - JAGS
Rastgele- ¿Toda la vida?. - Toda la vida. 🔜 Noviembre 10, 2022 🔚 Enero 22, 2023