CUARENTA

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Había escuchado alguna vez que después de la tormenta, viene la calma. No miento. Han sido meses algo pesados.

Alejandrina, Gris, Ale y los muchachos, venían casi todos los días. Cosa que les agradecía infinitamente; pero a decir verdad, ya estaba acostumbrada a estar sola con Chuyito. Aunque no lo parezca, es algo que disfruto mucho, incluso había veces en las que sentía necesitar estar a solas con él.

Y con respecto al tema de Jesús, bueno... Me pidió perdón, poco días después. Y por ahora, se podría decir que estamos "bien".


FLASHBACK

Hoy por la mañana, Ale me había mandado un mensaje preguntándome, si estaría el día hoy en casa para que ella pudiera venir, y ver a Landito. Y cómo el día de mañana, tenía planeado llevar  a Alejandro un ratito a pasear, entonces acepté.

Por lo pronto me encontraba sentada en el piso limpiando uno de los muebles, mientras reproducía música en la pantalla.

Misma que al cambiar de canción, se empezó a escuchar el corrido de Iván. E inmediatamente Landito empezó a moverse en la mecedora.

Pasar tanto tiempo con Iván ya le estaba afectando.

Reí negando. Y volví a desempolvar el librero. 

Yo brinco y bailo cuando me enfiesto, igual que mi padre que es mi maestro. Soy bailador de herencia por cierto. — tararé un verso — ¿Sabes qué?. — giré la mitad de mi cuerpo para poder verlo — Hasta en eso, te vas a parecer, por lo que veo. 

Alejandro sólo se rio, lanzando un chillido. Sonreí. 

Haré hasta lo imposible porque siempre tengas una sonrisa así.

Me di la vuelta, para seguir nuevamente con la limpieza.

Soy un chapito y no soy cualquiera, soy hijo de don Joaquín Loera. Rey de montañas, brechas y cu...

Tres golpes suaves en la puerta hicieron que guardara silencio.  

— Tú tía llegó, amor. — dije bajando el volumen de la televisión, y poniéndome de pie — Vuelvo rápido. No te muevas. — corrí con los pies descalzos pero con calcetas puestas, hasta la puerta. 

Se me hacía algo raro, que ninguno de los muchachos no me avisara que alguien había llegado. Pero tal vez no se les hizo raro que Ale pasara.

Ale volvió a golpear la puerta. Y antes de que pudiera terminar la serie de golpes, la abrí.

— Buenas tardes, Ale. — dije con una sonrisa. 

Y esa sonrisa, pronto se desvaneció.

— Emilia. — dijo con una sonrisa tímida. 

— ¿Qué haces aquí?. — pregunté extrañada. 

— Vine... — vaciló  — ¿Puedo pasar?. — lo miré sin saber que decirle, porque siendo sincera, no estaba segura — Por favor, Emi. Vengo en paz, a hablar contigo. 

Suspiré, y cerré mis ojos asintiendo.

— Pasa. — abrí la puerta, lo suficientemente para que pasara.

— Gracias. — dijo una vez adentro. 

Después de cerrar la puerta, caminé hasta la sala, que evidentemente no estaba para nada lejos, siendo seguida por Jesús.

Landito al ver a su papá parado frente a él. Volvió a lanzar un chillido de emoción riendo y levantando sus bracitos.

— Mi niño. — susurró Alfredo, mientras se agachaba para cargarlo — ¿Cómo estás, campeón?.

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora