OCHO

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Trajeron mi comida, y acompañé a mis padres al desayuno. Y la verdad es que si traía algo de hambre.

- Por qué no nos avisaste que vendrías, amor. Hubiéramos mandado por ti. - dijo mi padre mirándome con ternura.

¿Y como no?, si yo era la niña de sus ojos. La única de hecho.

- Pues... Quería que fuera sorpresa. -dije sacudiendo mis manos al aire - Pero la verdad es que aproveché el viaje del que les conté.

- ¿El que harías con Alfredo y sus hermanos?. - preguntó mi mamá.

Asentí. 

¡Chin!, no le he mandado mensaje.

Saqué mi celular y empecé a escribirle.

- Y... ¿Te quedarás más tiempo?. - preguntó esperanzado mi padre.

Eso me rompía el corazón. 

Negué.

- Sólo vengo de entrada por salida, papi. Lo siento.

Ambos se voltearon a ver algo tristes. Eso me hacía sentir tan culpable.

- Lo siento. - volví a decir.

- Es que casi no te vemos, hija. - mi papá tomó mi mano acariciándola.

- Al paso que vamos. La próxima vez que te veamos, ya estarás casada y con hijos. - habló mi madre.

Yo reí.

- Uy, no. No creo... Para eso falta muuucho tiempo. - dije bromeando. Pero a la vez, decía la verdad.

Terminé de escribir, y le envié el mensaje a Alf.

A los pocos segundos mi celular se iluminó, haciendo el sonido de notificación. Lo  desbloqueé pensando que sería la respuesta de Alfredo, pero no. Era un mensaje de Víctor, donde me deseaba que tuviera un excelente día.

Sólo se lo contesté con un gracias, igualmente y un emoji. Lo bloqueé para seguir poniéndole atención a mis padres. 

Hacia años que no tenía un desayuno en casa con mis papás. Pues a los 18, me mudé aquí mismo en Zapopan a un departamento, que todavía seguía siendo dueña. 

Luego tres años después, Alfredo me convenció de irme a vivir con él a Culiacán, cosa que salió mal a los pocos meses y tuve que buscar un nuevo departamento allá, que es en el cual estoy viviendo actualmente. Pero estoy plenamente feliz en el, hasta la fecha.

Llegó la hora en que mis papás se fueran a trabajar, por lo tanto me quedé sola en casa. Y ese tiempo lo aproveché en tomar una larga siesta.

...

- Hija, amor. - sentí que me movían toda -Ya llegamos, hija.

Poco a poco abrí mis ojos. Encontrándome de frente a mi papá.

¡Madres!.

- ¿Ya son las tres?. -pregunté reincorporándome.

- Las cuatro, amor. - rio - Si que te quedaste dormida.

- Perdón. Es que me levanté muy temprano hoy, y es que casi no dormí anoche. Culpa de los muchachos. - bostecé.

- No te preocupes, anda. Vamos a comer.

- Sí, ahorita los alcanzo. - dije sentándome en la cama.

- Bueno. Estaremos en el patio. - salió cerrando la puerta de la habitación.

Me volví a tirar en la cama, estirando todo mi cuerpo. Tomé mi celular desbloqueándolo, rápido aparecieron los mensajes que habían mandado.

Uno era de Víctor, preguntándome que que era lo que estaba haciendo. Otro era de Grisel, con una foto de los rostros de Iván y Alfredo detrás de una cartón con caricaturas (de esos que usan para tomarse fotos). Otros eran mensajes y llamadas perdidas de Alfredo, respondiendo lo que le había mandado anteriormente. Y el último era de mi madre, quien me preguntaba que era lo que quería para comer. 

Upsi. 

Reaccioné a la foto de Gris, contesté el mensaje de Víctor y le hice videollamada a Alfredo. Que a los tres tonos, contestó.

- ¿Qué pasó, chaparrita?. - dijo del otro lado de la pantalla.

- ¿Qué hacen?. - dije mientras salía de la habitación. Caminando hacia el patio, donde estaban mis papás.

- Apurando a Ovidio y Adriana. - rio - Ya casi nos vamos, y todavía no tienen nada listo.

Rodeé los ojos divertida. - Ellos siempre.

- Mira, Emilia Zoé Palencia Mejía. Ni digas nada, que te recuerdo que el día de mi boda, hiciste llegar tarde a mi carnal. Llegaron nada más a la fiesta. - apareció en la pantalla un Ovidio todo despeinado, señalándome con su dedo.

- Pues me doblé el pie. - expliqué - Que querías, que anduviera toda la fiesta coja, ¿O qué?.

- Pos si andabas. - dijo Ovidio.

- Cállese. - lo zapeó Alfredo.

Sólo escuché su risa, la de Iván y Grisel. Contagiándome a mi también.

A lo lejos vi a mis papás esperándome en la mesita, bajo la gran sombrilla que se sostenía en medio de ésta. Volví mi mirada al celular.

- ¿Y a que hora, te regresas para Culiacán?. -preguntó Alfredo.

- En un rato más. - lo miré - Justo estoy por comer con mis papás.

- Bueno, me los saludas.

- Sipi. Yo les digo. - sonreí.

- Bueno, Emi. Te dejo. - dijo mandando un beso por la pantalla.

- Iiii. - Escuché al fondo a Ovidio.

Reí.

- Bye. Ya dile a Ovidio que mejor se apresure.

- Va. Te veo al rato. - hizo una seña con la mano.

Le devolví el gesto, y colgué.

Gracias a Dios, una vez más mes senté de nuevo a comer junto a mis papás. Y al parecer habían mandando hacer mi comida favorita, pechuga rellena con pasta.

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora