CAPÍTULO 12

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ÁLEX

Desvío la mirada hacia donde se escucha a un tío insultando y veo que es el mismo con el que se estuvo enrollando Estela ayer en esta casa. También puedo ver a mi amigo enfurecido en el agua enfrente de Estela mirando fijamente al chaval herido que acaba de salir de la piscina. Conozco perfectamente a Rubén y no se va a quedar de brazos cruzados. Tengo las piernas de Blanca rodeando mi cintura, mirando esa escena igual que yo, me encantaría quedarme un rato más con ella. Joder, está muy buena y está preciosa con el pelo mojado y cayéndole gotas de agua por la cara, pero me temo que voy a tener que echar un cable a mi amigo si no quiero que esto termine mal. La cojo de las piernas y la separo de mi cuerpo, rápidamente nado hasta situarme justo detrás de mi amigo, cogiéndole de los hombros evitando que salga de la piscina de un salto.

— ¡Joder tío, déjame en paz! — me grita Rubén.

— ¿Qué ha pasado? — le pregunto intentando controlarme después de sus gritos.

— Se estaba enrollando con Estela — me dice más calmado saliendo del agua.

Enseguida los amiguitos del otro chaval se acercan enfadados hacia Rubén. De un salto salgo de la piscina y me coloco delante de mi amigo.

— ¿Algún problema? — me encaro con uno de ellos.

— Tu amiguito tiene la mano muy larga — contesta intentando apartarme de su camino, pero ve que es imposible.

— Eh, aparta de nuestro camino si no quieres cobrar — dice otro de ellos acercándose a mí.

Inmediatamente nuestros amigos se acercan a nosotros.

— ¿Qué cojones pasa aquí? — susurra Sergio a mis espaldas, parece que no ha sido testigo de la escena porque tiene aún la camiseta puesta.

— Tu amigo es un puto retrasado – me dice el primero que me ha hablado —. Y esto que le ha hecho a mi colega lo va a pagar con la misma moneda.

De repente su puño impacta sin esperarlo en mi rostro porque sabía que no me iba a quitar de su camino, caigo al suelo, pero rápidamente me incorporo y le devuelvo el puñetazo. Esta vez el que cae al césped es él, rodeo su cuerpo con mis rodillas y empiezo a golpearle brutalmente en la cara, tengo muchísima rabia por dentro, nadie me pone la mano encima y menos aún si no he hecho nada.

— Joder, Rubén para — escucho la voz de Estela.

Miro hacia la derecha y me encuentro a Rubén dándose de hostias con el tipo de Estela, ellos se están dando pero bien entre los dos, no como yo que tengo la sartén por el mango. Tras distraerme, me agarra del cuello y me da vuelta quedando bajo él, mierda, puedo ver su cara ensangrentada y cómo las gotas de sangre caen sobre mi rostro, su puño vuelve a impactar contra mi cara, pero me cuesta moverme porque tengo a otro tío agarrándome de las piernas. Tras la impotencia, me meno rápidamente dando una patada al que me sujetaba de las piernas, y otro que había de pie me propina una patada en el costado dejándome casi sin aire.

— ¡Parad ya de una puta vez! — grita mi amigo Alberto, el dueño de la casa.

Rápidamente el tío con el que me estaba pegando se levanta, se limpia la sangre de la boca y escupe sobre el césped. Yo me retuerzo en el suelo por la patada que me han dado en el costado y Alberto me ofrece su mano para levantarme.

— ¡Hijo de puta ven aquí! — espeto dolorido al tío que me ha dado la patada a traición.

Tan valiente que es para darme una patada cuando no me puedo mover, que venga a dármela ahora a ver si tiene huevos.

— ¡Parad hostia! — vuelve a repetir Alberto.

Me miro el costado y no veo ni rastro de ninguna marca, tiempo al tiempo.

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora