CAPÍTULO 60

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BLANCA

Al ver el mensaje de mi novio, me sonrojo y me muerdo el labio inferior. Creo que debería levantarme de la cama, sino me voy a agobiar más aún si me quedo aquí, necesito despejarme. Antes de salir de la habitación, decido hacer la cama y dejar la habitación tal y como estaba. Nunca se había utilizado está habitación, la había visto un par de veces, pero nunca se había usado. Es más, tenemos habitaciones de invitados, las cuales han usado varias veces mis abuelos y mis primos cuando se han quedado a dormir, pero como mi abuela se empeñó en que Alex estuviese lo más lejos de mí, no quedó otra que esta habitación.

Seguro que mi vida hubiese sido mejor si hubiese tenido a mi hermano, ahora mismo podría apoyarme en él, sé que mi madre siempre está para mí, pero no es lo mismo contarle las cosas a tu madre que a un igual, pero bueno... Estela al fin y al cabo es como una hermana. Lo mejor es no quedarse estancado en el pasado porque empiezas a pensar en cómo sería el presente si el pasado hubiese sido totalmente distinto.

Salgo de la habitación y la cierro. Me dirijo a mi habitación para coger algo de ropa y voy al cuarto de baño que está dentro de mi habitación para darme una ducha calentita. Al entrar en el cuarto de baño no puedo evitar mirarme en el espejo, tengo una cara horrible, estoy pálida, con unas enormes ojeras oscuras que rodean mis ojos. Espero que la ducha me siente bien. Me quito el pijama, quedando totalmente desnuda. Dejo correr el agua hasta que empieza a calentarse, hasta tal punto que sale vapor, me encanta el agua ardiendo, sé que no es bueno, pero a mí me gusta y lo disfruto. Una vez el agua llega al punto exacto de temperatura, entro y el agua que sale de la alcachofa empapa todo mi cuerpo. Me enjabono mientras pienso en mi madre, estoy deseando terminar y preguntar a mi abuela si hay noticias de mi madre. Hoy he decidido no ir al instituto, no estoy en condiciones de estar sentada en un pupitre escuchando a un profesor mientras estoy preocupada por mis cosas. Sé que debería de estar pendiente de los estudios, estoy en segundo de bachillerato y ya me quedan pocos meses para acabar el curso y prepararme para la selectividad, pero ahora mismo tengo otras preferencias.

Al fin termino de ducharme, lo cual me ha venido bastante bien. Salgo, me pongo unos leggins de Adidas y una sudadera negra a juego. El pelo me lo recojo en una toalla a modo de turbante y salgo del cuarto de baño. Con mi móvil en la mano, bajo las escaleras con rapidez hasta llegar a la cocina, sabía que mi abuela estaría aquí. De repente, cuando se da la vuelta para poner el desayuno sobre la mesa, veo que su cara está descompuesta, las lágrimas corren por sus mejillas y los ojos los tiene totalmente irritados, cosa que no me gusta nada.

— ¿Qué ocurre? — le pregunto rápidamente.

— Buenos días, hija — me dice intentando sonreír y retirándose las lágrimas de la cara.

— Abuela, no me has respondido — insisto.

En verdad no sé si quiero escuchar las palabras de mi abuela, tengo miedo a lo que me pueda decir, hoy solamente quiero escuchar buenas noticias, me lo merezco, no todo en esta vida puede ser malo.

— Hija, tu madre ha empeorado, pero no te preocupes, el abuelo está allí — dice finalmente mi abuela.

Al escuchar sus palabras me quedo totalmente paralizada en el sitio, eso era justo lo que no quería escuchar, incluso me había autoconvencido de que todo saldría bien, pero veo que no, todo sigue igual, todo esto es una putísima mierda. Estoy harta de mi vida, solo he pedido que mi madre se recupere, que esté bien, y ni eso es capaz de cumplirse.

— Abuela, me tengo que ir — es lo único que le digo.

Mi abuela intenta impedirme que me vaya, pero no puedo, necesito ver a mi madre con mis ojos, no sé cuánto de mal está. Subo a mi habitación y voy a por mis cosas, cojo algo de dinero para el taxi y salgo por la puerta principal escopeteada. Rápidamente tecleo el número para pedir un taxi y por suerte está cerca de mi barrio, por lo que no tardará mucho en llegar, cosa que me alivia un poco.

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora