CAPÍTULO 45

54 5 6
                                    

BLANCA

Después de un gran verano, aunque algo tormentoso, toca hacer las maletas para volver a Madrid. A pesar de las cosas malas que han sucedido aquí, no quiero volver a Madrid porque allí me esperan muchas cosas peores como por ejemplo mi padre.

Hace una semana que no hablo con Álex, me ha dolido distanciarme de él, pero creo que he hecho lo correcto. Estoy harta de ser siempre la tonta que no hace nada mientras él se lo pasa bien con otras, a mí no me engaña, si tú piensas en una persona eres incapaz de irte con otra, aunque esa persona lo intente por activa o por pasiva. Aunque yo quería estar con él, es lo que me ha tocado elegir por mi bien y Estela, que es su amiga, también me ha apoyado. Cuando se enteró casi se la lía, menos mal que la intenté parar con ayuda de Rubén, sino se podría haber armado una buena. Pensaba que iba a encontrarme mucho peor, pero no, ahora mismo soy como un témpano de hielo, ni siento ni padezco, estoy mejor de lo que pensaba. ¿Qué me podía esperar del tío más mujeriego del pueblo? Sabía perfectamente que iba a jugar conmigo y que iba a lo que quería, lo que pasa es que mi corazón esperaba otra cosa, las películas románticas me han hecho que sea así de ingenua.

— ¡Blanca! ¿Ya has acabado? No me gustaría llegar tarde que mañana me levanto muy temprano — me pregunta mi madre desde el piso de abajo.

— ¡Sí! Ya voy — le respondo mientras intento cerrar la maleta.

Me acerco a la ventana y observo las hermosas vistas de mi pueblo. Todavía están puestos los banderines de fiesta, ver esto me produce tal tristeza... En cuanto acaba el verano todo el mundo se va y el pueblo se queda medio desierto a comparación de cuando son las fiestas. Cojo mi maleta y reviso mil veces los armarios y cajones para comprobar que no me dejo nada. Bajo las escaleras y veo en la entrada todas las maletas apiladas. Me siento en el sofá, al lado de mis abuelos, a ver un poco la televisión mientras mi madre termina lo que está haciendo.

— Ya se te acaba el veranito, princesa — me dice mi abuelo tras ver mi cara de tristeza y me da un beso en la frente.

Él se cree que estoy así porque ha acabado el verano, que algo de razón tiene, pero... en verdad hay más, Álex. Es increíble la felicidad y el golpe que me he llevado en un mismo verano.

— Ya nos podemos ir — nos dice mi madre mientras va comprobando que todo está cerrado.

Cogemos las maletas y las metemos en el maletero del coche. Mis abuelos intentan ayudar, pero ya sus fuerzas no son las mismas de antes.

— Papá, no cojas nada, metete en el coche ya — dice mi madre molesta.

Mi abuelo hace un gesto haciendo burla a mi madre y es imposible no reírme. Nos metemos todos en el coche y me pongo los auriculares, quiero evadirme del mundo durante un rato. En lo que llevamos de viaje, no he podido olvidarme de lo que ronda en mi cabeza tantos días. Me meto en la aplicación de mensajería y accedo al chat de Álex, ojalá estar hablando con él. Me ha dolido lo que hizo, me he querido hacer la dura, cuando en verdad le hubiese perdonado y hubiese seguido con él. El escudo que he tenido durante estos días se ha derrumbado hoy por completo. Miro la pantalla y veo que debajo del nombre de Álex, pone que está en línea, seguro que está hablando con alguna chica, no creo que esté pasándolo mal como yo.

— ¿Qué te ocurre? — me pregunta mi madre sin apartar la mirada de la carretera.

— ¿Qué? — me hago la tonta.

— Llevas un buen rato mirando el móvil sin moverte — responde ante mi tonta pregunta.

***

Al llegar al fin a casa, después de haber dejado a mis abuelos en la suya, me alegro, lo que necesito es descansar o sino mañana no me despertaré para ir al instituto. Lo bueno es que mañana voy a estar con Estela todo el tiempo porque nos ha tocado en la misma clase, así que al menos hay algo bueno dentro de todo lo que me ha pasado.

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora