CAPÍTULO 50

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BLANCA

— Blanca — escucho una voz.

— Déjame — me doy la vuelta.

Me empieza a zarandear, a lo que yo me levanto de repente para que pare. Siempre he odiado eso, no hay cosa que más me moleste cuando estoy durmiendo tranquilamente que me estén zarandeando y me levanten así a la fuerza.

— Estos han dicho de quedar, están en el parque — me dice mientras se pone su camiseta.

El mejor plan en este momento sería quedarme todo el día en la cama y no levantarme de ella. Pero creo que eso ya no va a ser posible. Me pongo la ropa a duras penas y cuando estoy lista me dirijo al baño para retocarme un poco el pelo, le tengo totalmente alborotado.

— ¿Ya está lista la princesa? — me pregunta con ironía apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados.

Le sigo escaleras abajo y cuando creo que estamos solos, veo que su madre está en la cocina, cosa que me da mucha vergüenza porque nunca he estado en esta casa con sus padres. Me asomo mientras Álex coge un paquete de galletas de un armario.

— Anda, no sabía que estuvieras acompañado — dice su madre en cuanto me ve.

— No te quedes ahí, entra — me dice Álex mientras me hace un gesto para que entre.

— Álex, no me habías comentado nada de que estuvieses con alguien — le recrimina cruzándose de brazos, simulando estar enfadada.

— No lo sabía ni yo mamá, todo ha sido muy rápido – me guiña un ojo desde la nevera —. Se llama Blanca, es la hija de Jennifer.

Su madre abre los ojos como platos y esboza una espléndida sonrisa.

— Qué chica más guapa, me alegro de que estés con mi hijo — responde de repente.

Yo me limito a sonreír, no sé qué decir en estos casos. Álex y yo no hemos hablado de lo que tenemos ni si quiera en qué punto nos encontramos ahora. Solamente hemos intimado y nada más. Pero el silencio de Álex, ante la respuesta de su madre, me hace ver que estamos juntos de manera oficial, sino la hubiese rectificado, o directamente Álex me hubiese ocultado de alguna manera y no me hubiese invitado a entrar a la cocina sabiendo que está su madre en ella.

Al fin salimos de la casa, nos metemos en el coche de Álex y nos dirigimos al parque en el que se encuentran nuestros amigos. Durante el corto trayecto me quedo mirando por la ventanilla y no puedo parar de sonreír ante lo que ha sucedido en esa casa. Al llegar, en cuanto veo a Estela, me siento junto a ella en la hierba y a mi lado se sienta Álex. No me había dado cuenta de que estaba Susana hasta que me he percatado de que alguien me miraba como si me lanzase cuchillos con la mirada. ¿Se pensaba que Álex era suyo? No, bonita. La verdad es que no entiendo qué hace esta chica aquí últimamente, si nunca ha sido de nuestro grupo.

— Bueno, bueno, ¿no nos tenéis que contar algo? — pregunta risueño Sergio al haber llegado Álex y yo juntos.

Todos centran sus miradas en nosotros dos y hay un silencio sepulcral. Miro a Álex para que hable él, sabe que a mí me cuesta más decir las cosas, sobre todo si estamos en público, aunque sean solamente nuestros amigos íntimos.

— Bueno, pues Blanca y yo hemos decidido tener una relación, pero esta vez en serio — sonríe y me da un dulce beso en los labios.

Todos nos aplauden, excepto la pelirroja, que cada vez la noto más cabreada. Ante su reacción es imposible no reírme, es patética no, lo siguiente. De repente vibra mi móvil haciéndome saber que me ha llegado un mensaje, lo abro, es de un número desconocido:

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora