BLANCA
Me pesan los párpados. Creo que lo que he fumado me ha sentado realmente mal, pensaba que me relajaría y me haría estar como en el paraíso, pero no, estoy como cansada, realmente cansada, todo mi cuerpo me pesa, ni siquiera sé la hora que es. No recuerdo cómo he llegado hasta aquí, sé que me monté en el coche de Álex, pero no sé cómo he acabado en mi cama, no lo recuerdo. Alcanzo mi móvil que está en la mesilla y veo que son las dos de la tarde, no puede ser, mi padre me va a matar... Me levanto de un salto y me cambio de ropa rápidamente, todavía sigo con la que llevé ayer por la noche. Bajo las escaleras despacio, temiendo a mi padre, no sé con qué humor se habrá levantado hoy. Me dirijo a la cocina, en la cual escucho el ruido de la cubertería y un olor a macarrones. Cruzo la puerta de la cocina y me encuentro a mi madre con su uniforme de enfermera lista para irse a trabajar y a mi padre. En cuanto clavo la mirada en este último, noto que tiene el semblante serio y al alzar la mirada y verme en el umbral de la puerta me muestra su cara de enfado.
— Ya era hora, ¿no? — me dice mi padre sin quitarme los ojos de encima.
— Estaba cansada — es lo único que se me ocurre decir.
— ¡Qué sea la última vez que ese niñato pisa esta casa! — grita mi padre dando un golpe en la mesa y me sobresalto.
— ¿Qué? — pregunto totalmente confundida.
No sé de qué narices está hablando, yo creo que la bebida le hace ver cosas que ni existen.
— Sí, ¿¡te crees que no le vi!? Te ha llevado en brazos hasta tu habitación, ¡qué te he dicho de él! — exclama apretando los dientes con rabia —. Da las gracias de que no salí y le partí la cara, pero que sepas que la próxima vez lo haré.
No entiendo absolutamente nada de lo que me está diciendo mi padre, ¿Álex me llevó en brazos hasta mi habitación? Lo siento, pero no me lo creo. Después de lo que le conté, ¿se atreve a entrar en esta casa? Si mi padre ayer hubiese estado borracho o si le hubiese dado el venazo que le da muchas veces... Álex no hubiese salido vivo de aquí.
— ¡Déjala en paz, por favor! — grita mi madre y cierra los ojos para tranquilizarse.
— ¡Es mi hija y la diré lo que me salga de los cojones! — le contesta a mi madre, quedando esta callada en el sitio —. ¿¡Me has oído Blanca!? ¡No quiero ver a ese tío entrando aquí!
Desbloqueo mi móvil y entro en el chat de Álex. Rápidamente le pregunto algo que no recuerdo:
«¿Me llevaste a mi habitación?»
Le doy a enviar.
— ¡Te estoy hablando! — me vuelve a gritar mi padre haciendo que me sobresalte de nuevo, incluso se ha levantado de la silla.
— Me encontraba mal, por eso lo hizo — miento.
— A saber lo que te ha hecho ese personaje, seguro que se ha aprovechado de ti mientras estabas en ese estado, no quiero que te acerques a él — dice mi padre en un tono bastante posesivo —. No quiero que nadie te toque ¿¡me oyes!?
— ¡Él jamás se aprovecharía de mí! ¡Vete a la mierda! — exclamo saliendo por la puerta.
Me parece fatal que mi padre piense tan mal de Álex, no sé por qué se empeña en que no me acerque a él. Encima ayer me encontraba fatal y a mi padre lo único que se le ocurre decir es que se aprovechó de mí, cuando me juego el cuello a que estuvo cuidándome toda la noche. Estoy en las escaleras de la puerta de mi casa sin saber qué hacer, este verano me da a mí que va a ser una mierda, una auténtica mierda, voy a estar con movidas y más movidas. Estoy harta de todo, sobre todo de mi padre.
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Lo que nunca fuimos © (2)
Ficção AdolescenteJennifer tiene una elección muy importante en el altar de la iglesia, ¿qué decidirá finalmente? ¿Se casará con Roberto o huirá de la iglesia y correrá a los brazos de Cristian? Su decisión final cambiará absolutamente toda su vida, siendo esta un a...