BLANCA
Estos días no hemos parado de hacer cosas, todo el día en la calle, de pueblo en pueblo, he perdido hasta la cuenta de cuántas veces hemos ido ya a Segovia, a la ciudad. Y encima Estela me ha obligado a comprarme cosas totalmente innecesarias porque me quedaban de infarto, teniendo tanta ropa como tengo yo. La verdad es que a mí nunca me ha faltado nada de nada, mi familia siempre me ha dado todo porque es millonaria y la verdad es que está bastante bien, aunque haya nacido en este tipo de familia, yo tampoco soy una hija de papá, en este caso sería de mamá porque es mi madre la que tiene tantísimo dinero. Yo jamás he pedido a mi madre cosas innecesarias, porque sé lo importante que es el dinero y quizás el día de mañana me sirva para cosas necesarias, no para simples caprichos. Pero sí que es verdad que mis abuelos me tienen un poquito mimada.
El grupo se ha empeñado en que saliésemos de fiesta a un pueblo de al lado, así que estrenaré alguna cosa que me he comprado, pero no sé qué hacer porque tampoco es que me apetezca mucho salir.
— Bueno qué, entonces está noche se sale, ¿no? — repite por tercera vez Rubén mirando a Estela y llevándose un cacahuete a la boca.
Creo que hay algo que me he perdido porque desde aquella fiesta que hubo en el bar hace unos días... la relación entre Rubén y Estela es distinta, pero a bien, o al menos así lo percibo yo. Lo que me sorprende es que mi amiga no me haya contado nada, siempre me tiene al tanto de todo lo que le sucede.
— Por supuesto, ¿un viernes en casa? Ni de coña — responde mi amiga dando un trago de su cerveza.
— A mí no me apetece mucho, si eso yo salgo mañana — digo bastante perezosa, prefiero salir mañana y aguantar más que salir dos días y estar rota.
— Vaya, la juventud de hoy en día está muerta, parece mentira que seas más joven que yo y no quieras salir de fiesta— me espeta María mirándome maliciosamente mientras da una calada a su cigarrillo.
Veo cómo me mira fijamente Álex, sabe que estoy a punto de decir algo y voy a armarla, a mí nadie me humilla delante del resto.
— No es eso querida María, es que quiero invertir mi tiempo en otras cosas en vez de beber hasta perder la conciencia y zorrear con todo Dios — suelto sin medir mis palabras quedando todos mis amigos boquiabiertos, sobre todo María, que parece que se ha sentido aludida.
— Vaya, veo que la persona a la que acabas de describir es a ti misma por lo del otro día — me la devuelve María, refiriéndose a aquella fiesta en el pueblo.
Vale que me pasé con la bebida, pero fue por motivos personales, ella no sabe nada de mi vida, nada. Golpeo mi vaso de cristal contra la mesa, haciendo que se vierta algo de Coca-Cola que ha salido por los bordes tras el impacto. Arrastro mi silla hacia atrás para poder levantarme y me alejo totalmente cabreada por no romperla los dientes de un puñetazo.
— ¡Blanca, ven! — me grita Estela desde su sitio, pero hago caso omiso.
— ¡No te vayas! — escucho la voz de Miriam.
Cuando llevo unos metros recorridos, de repente noto que alguien corre detrás de mí y se para a mi espalda. Me giro pensando que es Álex, pero me topo con unos ojos marrones, Luis.
— Blanca, pasa de María, ya sabes cómo es — dice cogiéndome de la muñeca.
— Déjame en paz — le respondo soltándome bruscamente de su agarre.
— Entiendo que te hayas enfadado con ella por lo que ha dicho, pero tú... — comienza diciendo, pero le interrumpo.
— No, ¡tú no entiendes nada! ¡Nadie entiende nada! Si me drogo es a causa de los problemas que llevo a mi espalda, y eso no lo sabéis ni tú ni nadie — le señalo con el dedo índice totalmente furiosa y puedo ver los ojos de Luis abiertos como platos.
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Lo que nunca fuimos © (2)
Teen FictionJennifer tiene una elección muy importante en el altar de la iglesia, ¿qué decidirá finalmente? ¿Se casará con Roberto o huirá de la iglesia y correrá a los brazos de Cristian? Su decisión final cambiará absolutamente toda su vida, siendo esta un a...