CAPÍTULO 54

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BLANCA

No me puedo concentrar en lo que estoy haciendo. Desde que Álex me dijo que llegaron a la casa, no me ha vuelto a decir absolutamente nada y es inevitable no rayarme...

— ¡Blanca! — me grita Estela por la pantalla del ordenador.

Estamos haciendo una videollamada porque hoy nos era imposible quedar y tenemos que enviar un trabajo mañana a las diez de la mañana, así que no nos queda otra que permanecer en vela durante toda la noche.

— ¿Quieres dejar de estar en las nubes y atenderme de una vez? — mueve las manos nerviosa intentando llamar mi atención.

— Sí, ya voy — le respondo mientras bloqueo el móvil.

Es inevitable no estar pendiente del móvil, de si me escribe o no, o si sube algo a las redes sociales. ¿Y si se olvida de mí? ¿Y si se vuelve a ir con otra? No creo, me quiere, o al menos eso me hace pensar.

— Blanca, para, no te preocupes, no va a pasar nada, además, estará con Rubén — intenta tranquilizarme Estela como si me hubiese leído el pensamiento.

En cierta manera intento que sus palabras cambien mi forma de pensar, de nada me sirve estar con la cabeza en otro lado. Pienso que lo mejor ahora es atender a mi amiga y a mis prioridades, por lo que me pongo a hacer mi parte del trabajo.

Tras hora y media consigo hacer un punto importante del trabajo, creo que me ha quedado bastante bien, pero no estoy completamente segura porque he estado mirando el móvil cada dos por tres. Minimizo la pestaña del trabajo y me quedo en la de la videollamada, donde veo que Estela está bostezando.

— Ya he terminado mi parte — le informo.

— Yo estoy en ello, dame cinco minutos — me dice mientras teclea rápidamente.

Echo un vistazo a la hora y veo que son las cuatro de la mañana. ¡Madre mía que tarde! Para matar el tiempo hasta que Estela termine, decido ir a la cocina a por algo de comer. Abro la puerta de mi habitación con cuidado y sigilosamente bajo las escaleras, lo que menos quiero ahora es que se despierten mis padres, sobre todo mi padre.

Una vez estoy en la cocina, abro con cuidado el cajón donde guardamos todos los aperitivos y cojo una bolsa de patatas fritas Campesinas. Cuando tengo la bolsa en mi poder, regreso a mi habitación intentando no hacer ruido. Al llegar a mi habitación, cierro la puerta y me siento en la silla.

— Ya estoy aquí — le aviso a Estela mientras abro la bolsa de patatas.

— Me queda un poco solo, es que estoy algo espesa, me cuesta pensar — suspira Estela y hace un esfuerzo enorme para que no se le cierren los ojos.

Mientras tanto, entro a mi cuenta de Instagram y pulso en la primera historia que me sale, la mayoría las paso porque son personas saliendo de fiesta, viendo series... Pero de repente veo una historia de Sergio y la analizo de arriba abajo. Están todos los del grupo en la foto, pero lo que más me preocupa es que hay dos chicas al fondo de la foto y una de ellas justo al lado de Álex. Sé que solamente es una foto, pero entre que no me habla y ahora he visto que parece que está rodeado de chicas, la verdad es que es imposible no pensar en cosas malas.

— Blanca, ¿qué haces? Se te ha descompuesto la cara — dice mirándome fijamente a través de la pantalla.

— Nada, es solo que me jode que Alex no me haga ni puto caso y encima veo que está con chicas — digo bastante enrabietada.

Estela levanta la mirada de lo que está haciendo y me mira.

— ¿Dónde has visto eso? — me pregunta refiriéndose a lo último que le he mencionado.

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora