CAPÍTULO 52

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BLANCA

― ¿Te apetece ir al baño? ― le pregunto a Estela ―. No me aguanto más, desde primera hora de la mañana estaba deseando ir.

― Sí, vamos ― me dice mientras me sigue.

Pasamos por los pasillos y nos dirigimos al baño de las chicas. Estela abre la puerta y entramos al baño. Solamente hay un habitáculo vacío, por lo que decidimos entrar Estela y yo juntas.

― Tía, no sé si me he pasado al enfadarme con Álex, ¿le hablo o sigo en mis trece? ― le pido consejo a mi amiga.

― Deberías contestarle, se le habrá olvidado, a Rubén a veces le pasa, tú siempre te estás montando tus películas ― me da un golpe en el hombro.

De repente escucho una voz bastante reconocible y le pongo mi dedo índice en la boca a Estela. Apoyo mi oreja izquierda a la puerta del habitáculo para escuchar mejor y Estela sigue mis pasos.

― Tía, ¿te acuerdas de aquel chico de mi fiesta que estaba buenísimo? Álex. Pues es que ahora voy con su grupito y ayer ¡madre mía! fue encantador, estuvo con Sandra y conmigo un rato en casa de mi amiga y luego me llevó hasta la puerta de mi casa ― dice Susana como una quinceañera y haciendo ciertos grititos que me ponen enferma.

Cierro mis manos en puños y tenso la mandíbula. ¿Quién narices es Sandra? Y, ¿estuvo con ellas dos?, por eso no me dijo nada de que había llegado, estaría por ahí muy ocupado. Estela tiene los ojos abiertos como platos, por no hablar de la cara de estupefacta que tiene ahora mismo. Estoy a esto de abrir la puerta, cogerla de los pelos y arrastrarla por todo el instituto.

― Y bueno, ¿qué?, ¿ya está?, ¿eso es todo? Pero el chico ese tiene novia ¿no? Yo misma les vi besándose en la puerta del instituto ― escucho decir a la otra chica.

Intento calmarme, menos mal que tengo a Estela conmigo y me frena, porque sino no sé qué haría.

― Sé perfectamente quién es su novia, está en la clase de ciencias ¿y qué? No es ningún obstáculo, yo soy muchísimo mejor y los chicos no pueden resistirse a mí, además, ya lo he hecho más de una vez ― dice Susana con una voz que no me gusta nada.

― Eres mala, luego el karma te lo va a pagar ― dice su amiga.

― Pues que me lo pague, ¿tú sabes lo que debe ser estar en los brazos de ese chico de ojos azules? ― dice justo antes de salir por la puerta.

En cuanto escucho el portazo, salgo del habitáculo, me paso los dedos por el pelo bastante nerviosa y golpeo la papelera metálica con una patada.

― ¿Qué hago? ¿¡A quién mato primero!? ¿A Álex por ser un putero o a Susana por ser una fresca y meterse donde no le llaman? ― pregunto irónicamente, totalmente alterada.

Me están entrando unas ganas de llorar terribles.

― Tranquilízate ― apoya Estela sus manos en mis hombros.

Estoy muy cabreada con Álex. No me puedo creer lo que he escuchado en el baño, la tal Susana ha dicho que ayer la llevó a casa de una amiga suya y que estuvieron un buen rato y que luego la llevó a casa. Ahora entiendo perfectamente por qué ni me avisó de que llegó a casa, si estaba con la otra por ahí, ya podía estar esperando sentada el mensaje...

― Tía, no te preocupes, de esa pija no me creo nada ― me consuela Estela.

― ¿Qué necesidad tiene de mentir si se lo ha contado a una amiga suya? No sabía que estábamos nosotras ― digo encogiéndome de hombros.

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora