CAPÍTULO 62

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BLANCA

Siento curiosidad por saber qué ha pasado con esa llamada, aunque creo que la respuesta la tengo ante mis ojos, por la mirada de mi novio creo que no ha obtenido respuesta, está bastante enfurecido, aunque intente ocultarlo.

– Blanca, si Alejandro no respetase tu intimidad, me lo contarías, ¿no? – me pregunta mi abuelo en un susurro.

Trago saliva y asiento con la cabeza. Desde que se ha enterado de lo que le ha ocurrido a mi madre, ahora está en modo protector también conmigo. De repente mi móvil vuelve a sonar, en cuanto escucho el sonido tengo miedo de que vuelva a ser otra vez la misma persona de siempre. Miro la pantalla del móvil y veo que, por suerte, en la pantalla aparece el nombre de mi queridísima amiga. Cierro los ojos aliviada y suspiro. Hago un gesto a mi familia y a Álex, advirtiéndoles de que me voy a ausentar un momento, enseñándoles la pantalla de mi móvil para que vean el motivo de mi ausencia. Salgo a paso acelerado de la habitación y cierro la puerta en cuanto salgo. Descuelgo rápidamente.

– Tía, ¿qué ha pasado para que me preguntes eso por mensaje? – pregunta nada más ponerme el móvil en la oreja.

– Pues verás... hoy Álex y yo pues nos hemos acostado y teníamos tantas ganas que se nos olvidó por completo ponernos protección – le digo bajando el tono para evitar que alguien me escuche.

Hablar de estas cosas me da vergüenza y sobre todo si estoy en un hospital en el que están pasando enfermeros, médicos y otras personas desconocidas por delante de mí.

– Pues a ver, en ese caso, me imagino que habréis hecho la marcha atrás, así que te recomiendo que te la tomes – me aconseja –. No te preocupes, creo que te puedes tomar tres en la vida o algo así, así que por una no te va a pasar nada, yo me tomé una también a tu edad y aquí estoy.

Creo que es lo mejor que puedo hacer en esta situación, la verdad. No quiero decirla nada a mi madre para no disgustarla más, bastante tiene con lo que tiene. Así que creo que lo mejor va a ser que haga caso a Estela porque no sé a quién recurrir más. Al entrar de nuevo en la habitación, veo que Álex está hablando alegremente con mi madre, cosa que me gusta bastante. Mis abuelos están los dos sentados en el sofá hablando entre ellos. Me coloco al lado de Álex.

– ¿Qué tal estás, hija? – me pregunta mi madre.

– Bien, dentro de lo que cabe, al menos ahora estás mucho mejor, que era lo que más me preocupaba – le soy sincera, pero no del todo.

Mi madre frunce el ceño y analiza mi cara.

– Yo creo que hay algo más – me espeta con el ceño fruncido.

Echo una mirada a Álex y él se encoje de hombros diciendo que él no sabe nada. Por un momento he pensado que mi novio podría haberla contado lo de las llamadas del desconocido.

– No me pasa nada, mamá, son los estudios, ya sabes que en unos meses ya habré acabado bachillerato, vendrá la graduación, la selectividad... – digo intentando convencerla lo mejor posible.

Parece ser creíble y me coge de la mano.

– Tú no te preocupes, eres una chica lista y seguro que todo va a salir bien – me anima con una gran sonrisa en la cara.

– Papá, ¿todo sigue igual? – pregunta mi madre.

Creo que se refiere a lo de mi padre. Es normal que esté asustada, a pesar de saber que tiene a mi abuelo que la protegerá lo mejor posible.

– Luego hablamos de eso – responde mi abuelo delante de nosotros.

No me gusta nada que me oculten cosas. ¿Por qué se lo tiene que contar luego? Yo también tengo derecho a saber qué es lo que está pasando y si las cosas están bien o no, porque es un tema que también me incumbe. Pero con tal de no montar un numerito, decido callarme.

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora