CAPÍTULO 59

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ÁLEX

La abuela de Blanca sin duda es una gran cocinera, la receta italiana estaba exquisita. Lo único que no me gusta de ella... es que es bastante tradicional. Ahora mismo estamos Blanca y yo en el sofá grande enfrente de la televisión y ella está en el sofá de dos plazas a nuestro lado, está todo el rato mirándonos a ver qué hacemos. Si le toco el muslo a mi novia puedo ver cómo se tensa en el sitio, por lo que no podemos hacer nada ante sus ojos.

— Bueno, Alejandro, ¿sabes dónde vas a dormir? — me pregunta la abuela.

— Sí, en la habitación de Blanca — río mientras le doy un beso en la mejilla a mi chica.

Sabía que, ante mi comentario, se iba a poner tensa y efectivamente es lo que ha sucedido. Pero al menos con esto, he hecho sonreír a mi chica.

— No, hay una habitación de invitados al lado del baño — responde de repente con bastante seriedad —. Mientras yo esté aquí, vosotros no vais a dormir juntos.

Blanca pone los ojos en blanco y me mira mordiéndose el labio inferior. Decido no reprochar nada a la abuela de mi novia y seguimos viendo la película de acción que ha puesto Blanca.

Una vez termina la película, desvío la mirada hacia la abuela de Blanca y veo que está completamente dormida y de brazos cruzados. Le doy con el codo a Blanca y con la mirada le indico que mire hacia a ella. No puede evitar que se le escape una pequeña risa. Le hago otro gesto indicándola que nos vayamos los dos arriba, tengo ganas de dormir con ella, en la misma cama, rodeándola con mis brazos y hacerla saber que la protegeré y que estaré con ella en las buenas y en las malas. Nos levantamos despacio del sofá, pero es inevitable que no suene y ese simple sonido hace que se despierte la abuela.

— Bueno, vámonos a la cama — ordena la abuela.

Blanca y yo nos miramos y decidimos hacerla caso. Apagamos la televisión y subimos los tres las escaleras hasta llegar a la primera planta. Una vez allí, yo me hago el tonto y sigo a mi novia.

— Eh, jovencito — me dice la abuela cogiéndome del brazo e impidiéndome entrar en la habitación de Blanca —. Tu habitación está allí.

Asiento con la cabeza y voy en la dirección que me ha indicado. Abro la puerta y veo la habitación, la verdad es que es bastante acogedora, es grande y está muy bien decorada, las paredes son azules en un tono claro y la cama es negra junto con el resto de los muebles, me encanta, pero preferiría estar acompañado. Cierro la puerta y me tiro en la enorme cama, cojo el móvil, me meto en el chat de Blanca y tecleo un mensaje:

«¿Cuánto suele tardar tu abuela en dormirse?»

Le doy a enviar y me muerdo el labio inferior con nerviosismo, a la espera de su respuesta. Rápidamente me llega su respuesta:

«No tardará mucho, ¿por qué?»

Que ingenua es mi chica. Sonrío ante su inocencia y decido llamarla. En cuestión de segundos, coge el teléfono.

— ¿Por qué me llamas? Me va a escuchar mi abuela — susurra mientras se ríe.

Me encanta que se ría, eso me hace ver que al menos ha desconectado un poco de lo que ha ocurrido hoy.

— Quiero ir a tu habitación — digo sin rodeos.

— De acuerdo – dice en un tono dulce —. Yo te aviso.

Cuelga y dejo el móvil sobre mi pecho a la espera de que me avise. Al estar solo en la habitación, no puedo evitar pensar en la conversación que he tenido con mi amigo Rubén en el hospital. Hoy me ha dado un ultimátum, o se lo cuento yo o se lo cuenta él. Por más que le he hecho ver que ahora mismo Blanca está en una situación complicada y que no es el momento, él ha insistido de que no debo alargarlo más y que en ella está la decisión de seguir con la relación o no. Hoy sí que no se lo voy a contar, se lo contaré cuando su madre ya esté bien y esté con ella en su casa. Ahora me necesita y me lo ha hecho saber durante todo el día.

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora