CAPÍTULO 53

52 5 6
                                    

ÁLEX

Después de unos meses deseándolo, por fin ha llegado el día más esperado, el día de irnos a Canarias a pasar un gran carnaval. En unas horas salimos de aquí y todavía no he hecho la maleta, como de costumbre. Sigo aún un poco dormido, son las cinco de la mañana y el vuelo le tenemos a las ocho menos cuarto. Aun no entiendo por qué tenían tanta prisa en salir de aquí, si cuando lleguemos no habrá nada a esa hora, yo hubiese cogido un avión al medio día.

Me quedo un rato en la cama pensando en lo que me tengo que llevar, debería haber anotado todo, seguro que se me queda algo aquí. El móvil vibra sobre la mesilla y rápidamente lo alcanzo por si es algo urgente. En la pantalla leo el nombre de Sergio. Descuelgo.

— Venga, ¿estás listo? — me pregunta de repente.

¿Cómo que si estoy listo? ¿Este ha visto acaso la hora que es? Qué manía tiene siempre con meter prisa, me pone enfermo.

— Todavía quedan tres horas — le respondo.

— Ya tío, pero tenemos que estar una hora antes y, además, mi hermano quiere llevarnos a las seis y media al aeropuerto que es cuando él se va a trabajar — no puedo creer lo que me está diciendo.

Solo tengo una hora para hacer todo ¡joder! Me podría haber llamado antes.

— Vale tío, pues cuelgo ya, que no he hecho la maleta — cuelgo antes de que pueda decir ninguna palabra más.

Busco en mi móvil la aplicación de las notas, le doy a la opción de hacer una lista para luego ir tachando los puntos que tengo completos. Pienso en todo, ropa, aseo, el cargador, el dinero y algo que no puede faltar, el disfraz. Este año nos vamos a disfrazar de militares, Jonathan vio una serie que iba sobre la guerra y se le antojó ser uno de los personajes. La verdad es que es el primer disfraz en el que no me he gastado nada de dinero, así que por una parte me gusta y también porque es un disfraz cómodo y queda genial. 

Una vez ya he creado la lista, me pongo manos a la obra para hacer la maleta. Abro el armario y me encuentro que la maleta está en la parte de arriba al fondo del todo. Arrastro la silla de estudio y la llevo hasta el armario. Solo espero no caerme, odio subirme a este tipo de sillas porque se menean todo el rato por las ruedas. Me subo en la silla con cuidado, me apoyo en la parte de arriba del armario con la mano izquierda y estiro mi brazo derecho todo lo que puedo hasta que alcanzo el asa de la maleta y tiro de ella, atrayéndola hacia a mí. En cuanto ya tengo la maleta en el suelo, bajo y me pongo a llenarla.

Empiezo a echar una ojeada a la ropa que tengo, la verdad es que tengo mucha y no sé qué llevarme exactamente. Me decanto por un par de vaqueros oscuros, otro par de pantalones de chándal negros y grises. Después cojo unas camisetas de manga corta, un par de sudaderas, un cinturón y una chaqueta por si hace frío y como no, también ropa interior, un par de calcetines y los bóxers. He calculado más o menos para los cuatro días que vamos a estar allí, tampoco quiero llevarme un cargamento.

Me acerco al baño y cojo el cepillo de dientes y el peine. Reviso la lista, meto el cargador del móvil y por último y lo más importante, el disfraz de militar. Meto los pantalones de camuflaje, la camiseta negra, la chaqueta de camuflaje, la cual es auténtica porque un amigo de mi padre se la regaló, las botas negras y la ametralladora de plástico. Pues creo que tengo todo.

Cojo el móvil rápidamente y miro la hora. Son las siete menos veinte. Vale, tengo tiempo para acicalarme y desayunar. Cojo del armario unos pantalones grises de chándal, una camiseta blanca y una sudadera negra de Nike. Me quito el pijama y me pongo la ropa. De todas las deportivas que tengo, escojo las Nike blancas que pegan con todo y me las pongo. Hago la cama y guardo el pijama. He dejado todo recogido porque sino luego mi madre se queja. Cojo la cartera y el móvil y los meto en el bolsillo del abrigo. Cojo la maleta y el abrigo y bajo las  escaleras en dirección a la cocina. Una vez entro, alzo la vista al reloj que hay encima de la puerta y veo que tengo cinco minutos para desayunar. Me dirijo a la nevera, la abro, saco el tetrabrik de leche y echo un poco en un vaso. Después voy al cajón de los bollos y cojo un par de magdalenas. Desayuno de pie y cuando escucho el sonido del móvil, me doy cuenta de que ya se me han pasado los minutos. Dejo todo en el fregadero, me pongo el abrigo, cojo la maleta y salgo por la puerta.

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora