CAPÍTULO 39

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BLANCA

— Tía, dime que no estoy ciega, ¿esa pava no se está arrimando mucho? — pregunto a mis amigos, perdiendo totalmente los nervios mientras miro de reojo a Álex y a su acompañante.

Mis amigos ya están hartos de mis celos, siempre estoy pensando mal de mis parejas, pero claro, muchos de ellos no saben lo que he sufrido con otras personas. Recuerdo que, cuanto más confiaba en una persona, mi pareja si salía de fiesta se iba con una distinta cada noche, teniendo yo una cornamenta que no entraba por la puerta. Por lo que me parece normal mi reacción ahora mismo, jamás confiaré en nadie.

— A ver... A mí me parece que no hay nada malo, solo están hablando animadamente, nada más, ella a lo mejor se acerca más a él, pero porque hay personas que son así — me explica Miriam, ella siempre es la razonable del grupo.

Cuando noto que mi bebida ya está caliente, me agacho, cojo dos hielos de la bolsa y los echo en mi vaso.

— Pues que quieres que te diga, a mí me parece que esa chica busca algo más, yo no le pondría esos ojitos a cualquiera — da su opinión mi fiel amiga, ella y yo somos como dos gotas de agua en cuanto a la forma de pensar.

Ángel, que estaba en nuestro corrillo, de repente se da la vuelta para no opinar sobre la situación, lo comprendo porque Álex es su hermano y yo soy su amiga, es normal que no quiera entrometerse. Me limito a beber y beber y beber mientras observo al resto de personas de alrededor para distraerme porque tal como se ha ido la chica esa, ha vuelto otra y me estoy poniendo demasiado nerviosa.

— Vamos a mear — le cojo de la mano a Estela y me la llevo a una calle donde parece que no hay mucha gente.

— Tía, te noto rayada, ¡hay que disfrutar! — me da un fuerte abrazo.

— Soy muy celosa, lo sé, pero es que por las cosas que me has dicho tú, Álex siempre ha sido muy putero y quién sabe si luego no se enrollará con las tías esas — digo arrastrando las letras por el alcohol y con el ceño fruncido.

— Tía, no te lo he dicho antes, pero la chica morena, la primera... Esa se enrolló con él hace un año, pero ya está — suelta de repente haciendo que me pare en seco.

Todo me está dando vueltas y eso que creo que son solo las tres de la mañana. Ahora sí que me hierve la sangre, seguro que ahora estará recordando el lío con esa tía y se querrá volver a liar con ella, estoy convencidísima, seguro que yo no tengo el listón tan alto porque creo que soy una persona muy reemplazable.

— Sé lo que estás pensando porque te conozco — me coge de la barbilla para que la mire —. No pienses que esa tía es mejor que tú, y sino no hay más que ver cuando sales por la calle que se te queda todo el mundo mirándote.

De repente unos llantos nos llaman la atención como a cinco metros de nosotras. Seguimos el llanto hasta que damos con una chica que está sentada en el bordillo cubriéndose las manos y la melena rubia cayéndole a la cara y, al lado de esta, hay otra chica que no para de agarrarla del hombro.

— ¿Qué la ocurre? — pregunto a la chica que está en silencio, consolando a la que parece su amiga.

Sé que no debo meterme, pero si puedo ayudar más que mejor, es una de las cosas que se me dan hacer bien de fiesta.

— Su novio... — comienza la chica.

— ¡Mi novio que es un hijo de puta! — grita con rabia, levantando su cabeza.

Esta chica está pasándolo peor que yo, solamente hay que ver su rímel corrido por las mejillas a causa de las lágrimas.

— Le he pillado hoy enrollándose con una tía, cuando supuestamente iba a mear y encima lo peor de todo es que me he enterado de que llevaba enrollándose con esa pava cuatro meses. ¡Cuatro putos meses! ¡He desperdiciado dos años de mi vida! — agrega entre sollozos.

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora