CAPÍTULO 49

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BLANCA

Estela y yo nos sentamos juntas en la clase de Matemáticas, a ella se la dan un poco mal, por lo que agradece mi ayuda. Mientras estoy atendiendo, de repente escucho que alguien me chista, es el chaval con el que fui a la fiesta, Iván, el que al principio se metía conmigo y del que me advirtió Estela.

— ¿Qué quieres? — le susurro.

Veo que está escribiendo algo en un papel y me lo tira. Tiro mi bolígrafo al suelo a posta y me agacho para cogerlo disimuladamente junto con la nota que me ha tirado Iván:

«¿Qué tal estás después de lo del sábado?»

Sé a lo que se refiere y la verdad es que no me apetece decir nada. En un principio salí con ellos por varios beneficios, como los porros y dar celos a Álex porque sabía perfectamente que iría a la fiesta. La verdad es que fueron muy majos conmigo, pero no tengo la confianza suficiente como para contarles mi vida. Además, ¿por qué Iván ahora se preocupa por mí? Cuando hasta no hace mucho me incordiaba y le molestaba hasta el aire que respiraba, supongo que será para contárselo a su amiguito Bruno, el cual no dejaba de meterme fichas.

Decido romper la nota para dar por finalizada la conversación. Estela me mira sin entender lo que acaba de suceder.

— Creo que este finde me he perdido varias cosas — dice mirándome a mí a la vez que a Iván —. Tiene pinta de que no me has contado todo.

Estela parece ofendida por no confiar en ella al no contarla todo lo que sucedió aquella noche.

— Salí con la banda de Iván a la fiesta — le susurro y enseguida hago de que estoy escribiendo en mi cuaderno para que el profesor no sospeche nada.

Se me queda mirando bastante sorprendida y cuando está a punto de decir algo, el profesor la llama. Estela se levanta nerviosa, es para corregir un problema en la pizarra, el cual no tiene hecho. Veo que está en un apuro, la cojo su cuaderno rápidamente y le doy el mío. Me sonríe y me guiña un ojo. Escucho otra vez que me chistan, es Iván. ¡Qué pesado! Si las chicas de clase estuviesen en mi lugar, estarían en una nube porque el chico más guapo y más mayor del instituto les estaría hablando. Me mira con sus ojos azules y me hace un gesto de que luego me dice lo que quería decirme. Noto una vibración en el abrigo, saco el móvil y miro a ver qué es disimuladamente debajo de la mesa. Es un mensaje de Álex:

«¿Quedamos esta tarde?»

Se cree que por lo de esta mañana todo está resuelto y no es así, todavía no he superado lo que él hizo. Quizás si quedo con él esta tarde, podríamos hablar y arreglar las cosas, aunque no estoy tan segura. Rápidamente le respondo:

«De acuerdo».

Estoy impaciente por lo que me tiene que decir Iván, tanto que ni presto atención a la lección, ni siquiera me doy cuenta de que Estela ha regresado a su sitio.

— Gracias tía, me has salvado el culo — dice devolviéndome el cuaderno.

Suena el timbre anunciando el fin de la clase. Le aviso a Estela de que en el descanso me voy a ausentar para hablar con Iván, cosa que no le ha parecido una buena idea por la cara que ha puesto.

— Ya sabes lo que pienso de él y de su gente, yo pienso que no deberías de quedarte a solas con él — me advierte Estela.

Hago caso omiso a sus palabras y sigo a Iván, el cual me ha hecho un gesto para que vaya con él.

— ¿Qué quieres? — le pregunto de brazos cruzados.

— Aquí no, vamos a otro lado — me dice cogiéndome de la muñeca y llevándome a la zona de los baños.

Lo que nunca fuimos © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora