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MARATÓN 2/3.

Amelie Jones.

Mis brazos rodean mi cuerpo, estoy hecha una pequeña bolita en mi cama, siento el alma rota, las lágrimas no han parado desde hace más de dos horas que mi madre y yo dejamos de hablar, ya estoy llegando a un punto donde ni siquiera las lágrimas salen de tanto llorar.

Jamás en toda mi vida creí que esto fuera a pasar, jamás pensé que contando la verdad me fuera a dejar sola, por un momento cuando decidí confesarle la verdad creí que me entendería que sabría lo mucho que he sufrido casándome con alguien a quien no amaba y me dejaría ser feliz con ese alguien que me robo el alma y el corazón.

Lo único que necesitaba de ella era su comprensión, no pedía como tal una disculpa por que conozco muy bien a mi madre y sé que disculparse con palabras no está en su esencia, ella es de disculparse con acciones o simplemente olvidar lo que paso y comenzar de nuevo.

Pero lo que trata de reconfortarme es mi padre, él siempre ha sido tan cariñoso y comprensivo, siempre tratando de ver por nuestro bienestar, saber que tengo su apoyo -como siempre- me hace sentir un poco mejor, mi padre a diferencia de mi madre sabe reconocer sus errores, sabe cuándo se equivoca y pide disculpas por ello no solo con palabras, sino que también lo demuestra.

Siento la calidez de Bailey a mi brazo y después como lame mi brazo izquierdo, Bailey es lo mejor que me pudo haber pasado siempre está para mi cuando más lo necesito, bien dicen que el perro es el mejor amigo del hombre.

— Dime Bailey, ¿cuál fue el mal que yo hice? ¿por qué no puedo ser feliz con alguien a quien yo elija? ¿por qué estoy condenada a pasar mi vida siendo infeliz?

Me senté con la espalda pegada al respaldo de la cama, Bailey vino a mí y su cabeza la dejo en mis piernas con mi mano comencé a acariciarlo, el vacío que se puede sentir en el interior de mi ser él trataba de curarlo y eso me alegraba de mil formas, Bailey jamás me abandonaba siempre está para mí en esas noches en vela.

— Bailey puede que nunca te conteste. — se escuchó la voz de mi madre mientras aparece por la puerta.

Su rostro luciendo demacrado, sus ojos se miran hinchados parece que ha estado llorando lleva su pijama, hace un ademan de querer entrar y yo tan solo puedo mirarle con los ojos aun llorosos por lo mucho que he estado llorando.

—¿Puedo pasar?

Tan solo pude asentir con la  cabeza, aun las palabras no me salen, aún siento ese nudo enorme atorado en la garganta.

— Ya sé que hice mal, he hablado con tú padre y me ha hecho entrar en razón, — comenzó diciendo mientras tomaba asiento a un lado mío. — Amelie, cariño créeme que jamás fue mi intensión hacerte sentir mal, solo quiero lo mejor para ti, pero creo que nunca me puse a pensar en que era lo que tú querías, actué solo por mi instinto, solo por lo que yo pensaba que estaba bien, pero me olvidé de lo más importante y eso eres tú, es tú opinión.

Escucho con atención las palabras de mi madre, esto en ella ya es un gran avance, está reconociendo sus errores y eso jamás pasa, mis ojos no pueden seguir manteniendo las lágrimas y comienzan a rodar por mis mejillas, tan solo puedo mirar mi mano mientras acaricio con sutileza a Bailey que aun esta sobre mí.

— Sé que no será fácil que me perdones, sé que te he hecho mucho daño, solo yo he sido la culpable de este casamiento arreglado... — su voz comienza a entrecortarse, se cuánto le duele y que tal vez se pueda sentir culpable. — pero créeme cuando te digo que estoy aquí para lo que necesites, quiero verte feliz y te mereces ser feliz con esa persona que tú decidas.

Sexo 𝑠𝑖𝑛 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐀𝐃  |Christopher Vélez| +18 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora