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Amelie Jones de Colón .

El beso terminó, nuestras respiraciones cómo siempre un poco desastrosas, sus labios son mi adicción.

— Amo esto que estamos pasando. — dijo Christopher aún sosteniendo me por la cintura. — Te amo demasiado mi pequeña gatita.

Baje la mirada, no sabía que responder ante eso, no es que no lo amara por qué claro está que el es quien he elegido, mis sentimientos ya se han acomodado y se que es él, pero... Amar, aún no se si ese sentimiento es lo que siento por él.

— Christopher... — susurré, las palabras se atoran en mi garganta. — Yo...

— Gatita mía no te estoy pidiendo explicaciones, solo te digo lo que siento, se que tal vez aún no estás preparada y no pienso presionarte para que me lo digas.

— Christopher no es... — con una sonrisa sincera posicionó sus dedos sobre mis labios.

Shhh, — dijo — no quiero que lo digas solo por compromiso, no quiero que lo digas sin sentirlo, sabré esperar, si ya llegué hasta aquí se que algún día podré escucharte decir te amo, y ese día seré el hombre más feliz.

Sin dejarme decir nada más volvió a juntar nuestros labios, él arde, siento sus labios quemar los míos, sus manos las posiciona  sobre mi cintura, él toma el control como siempre, comenzamos a caminar a pasos torpes, Christopher me va dirigiendo se a donde nos llevará esto.

De la nada siento mi cuerpo impactar con delicadeza contra algo, duro y rugoso, el gran árbol, Christopher me toma de las piernas aún sin separarnos de nuestro húmedo beso, con ambas piernas rodeo las caderas de Christopher y en esa posición puedo sentir el crecer de su erección, siento lo duro que se está poniendo contra la tela de mis jeans.

— Me pones tan duro con solo besos. — dice una vez que se aleja ya que nuestros pulmones aclaman por aire. — pero no te preocupes aún no pienso follarte.

— Puedo esperar. — volví a besarlo de una forma veloz.

Christopher volvió a posicionar mis piernas en el suelo, se alejo un poco, entrelazó nuestras manos, la calidez de su mano es todo lo que está bien.

Juntos caminamos de nuevo hasta llegar a la manta donde ya había sacado los snacks y la botella de vino, Christopher comenzó a servir el vino en las copas.

— Brindemos por nosotros. — dijo sonriendo — brindemos por el amor que sentimos.

Con sonrisas en nuestros rostros hicimos chocar con delicadeza nuestras copas, para luego pasar a  beber aquél dulce vino.

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— Tengo ganas de nadar, ¿Quieres acompañarme? — dijo Christopher mientras acariciaba con delicadeza mi rostro.

Estamos acostados sobre la manta, mientras nos vemos fijamente a la cara, sus ojos y los míos conectando, me siento bien, plena y feliz con él, tenerlo aquí, pudiendo acariciar su rostro puedo ver cómo a pesar de que dijo que no le importaba que yo no le dijera un te amo, se que miente, puedo ver en sus ojos algo de tristeza.

El aire fresco azota nuestros cuerpos.

— Hace mucho frío para nadar. — dije mientras acariciaba su barbilla, pude sentir como es que ya tiene una leve barba.

— Me gustaría hacerlo, además, el frío es mental.

— Si claro, ¿que pasa si nos enfermamos?

Sexo 𝑠𝑖𝑛 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐀𝐃  |Christopher Vélez| +18 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora