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Erick Brian Colón.

— Es horrible saber que me tengo que ir. — dije mientras tenía a mi mujer frente mío.

El tan odioso viernes ya ha llegado, viajaré por cosa de la empresa y no sé cómo sentirme, el hecho de saber que le he estado mintiendo no me parece buena idea, ella no lo merece, creí que todo había acabado, pero después de confesarlo aun así seguí viéndola.

— Solo serán dos días, ¿no?

— Sí, bueno solo espero que tu padre no diga que esperemos más tiempo.

— Es por una buena inversión y eso es beneficio para la empresa y claro para todos.

— No lo dudo.

Amelie pica con cuidado un poco de fruta para ponerle encima de las panquecas, mientras que yo acomodo los platos sobre la mesa, este es el último desayuno que tendré con ella.

Estoy confuso, hace tiempo que no sé qué es lo que siento, amo a Amelie la veo como mi todo pero hay algo muy en el fondo que me hace dudar, las experiencias que he tenido con ella a mi lado no las cambiaría pero, ella,  aquella mujer me ha enganchado de cierta forma, saber que engaño a Amelie no es de mi agrado pero no quiero perderla, suena mal y tal vez hasta egoísta pero no sé si ella sea lo mejor para mí, en cambio con Amelie a mi lado me siento mejor y sé que estoy mejor y más estable con Amelie a mi lado que con ella.

— ¿En qué tanto piensas Cielo? — Amelie me saco de mis pensamientos, mientras se acercaba con un plato de panquecas y fruta.

— En que estaré contando los días para volver. — dije con una sonrisa, tan sincera que estoy seguro que jamás sospecharía de mí.

Aprendí a mentir muy bien, desde fingir que todo estaba bien hasta contestar sus llamadas y ser cariñoso y decirle cuanto la amaba cuando en mi cama de hotel había otra mujer en la cama.

Sonará mal pero me volví un perfecto mentiroso.

El desayuno estuvo lleno de sonrisas, de momentos felices, momentos que no me gustarían que acabaran pero que sé que tal vez sea lo mejor, tal vez no dejarla, pero por lo menos contarle la verdad y dejar a aquella chica de cabello negro y profundos ojos verdes tan intensos como las esmeraldas.

Decidirme por Amelie es la mejor decisión que podré tomar de eso no tengo dudas.

— Adiós ángel mío te extrañaré como no tienes una idea.

— Te extrañaré. — dijo sonriendo levemente.

Me extraña ver esa reacción en ella, normalmente siempre que me voy de viaje su reacción es otra, cómo el abrazarme y llenarme de besos, mientras que ahora solo se está frente mío sonriendo.

— Saludas a tu madre de mi parte y trata de llevarla bien.

— Le daré tus saludos.

Me acerque a ella y la rodeé con mis brazos, su olor dulce,  una mezcla entre vainilla y jabón inundó mis fosas nasales, un olor que jamás podría olvidar. Sus brazos me rodearon, su rostro lo escondió entre mi cuello, me aferre a su cuerpo para recordar todo lo bueno que tengo a su lado.

Bese su rostro y después nos separamos de nuestro abrazo, que por alguna razón no lo sentí como el de las otras veces, sino como si este fuera de una larga despedida, como si después de esto fuera el final de algo que comenzamos pero ya no hay más.

— Ángel mío, ¿todo está bien?

— Sí, pero hay algo que necesito decirte pero pasará cuando llegues.

Sexo 𝑠𝑖𝑛 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐀𝐃  |Christopher Vélez| +18 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora