|64.|

1.5K 122 110
                                    

Amelie Jones.

Lo escuché llamarme con desesperación, hay súplica en su voz, sé que desea que lo escuché, que me detenga a pensar las cosas, pero lo único que puedo sentir es mi corazón rompiéndose en mil y un pedazos.

Las palabras de mi madre regresan a mí en grandes gritos, los titulares de aquellas revistas vienen a mí, ¿realmente era un mujeriego, que solo quería jugar conmigo?

Esa pregunta se pasaba por mi cabeza, mientras escuchaba a Christopher decirme que me detuviera, lo escuchaba tan lejano de lo sumergida que estaba en mis pensamientos, el dolor en mi pecho era insoportable, mis ojos escosen por las lágrimas que retengo, no quiero llorar.

Pero me es imposible no hacerlo, siento el líquido caliente resbalar por lo mejillas, jamás creí sentir esto, tal dolor, pero sobre todo la traición, él traicionó mi confianza, pasamos por tanto y él decide echar todo lo que pasamos a la basura, ¿cómo pudo hacerlo cuando me juro amor eterno?

¿Qué es lo que más me molesta?

Mi actitud, eso es lo que más me jode, el que aún con el corazón roto y el alma destrozada, lo quiero, lo amo y podría perdonarle hasta lo imperdonable, pero cómo es posible que piense en rebajarme tanto solo por un hombre, me estoy odiando solo por eso.

Siento el agarre en mi brazo, un agarre firme que me hace detenerme, pero me es imposible voltear, sé que él está ahí, su perfume embriagante llena el espacio.

— Por favor déjame explicarte las cosas. — con su otra mano toma mi mentón para hacerme voltear y verlo.

En sus ojos veo el arrepentimiento, la culpa también está en su rostro, sus ojos marrones me piden con desesperó darle solo un segundo para que me diga que fue lo que pasó.

— No me toques, aléjate, déjame en paz. — salió de mis labios.

— Por favor. — suplicó. — No te dejaré ir hasta hablarlo, Amelie solo dame un minuto.

— He dicho que no, suéltame, deja de destrozarme el alma.

Sin previo aviso, sentí su brazo sobre mis hombros y después su otro brazo sobre mis piernas, en un ágil movimiento me levantó, por inercia llevé mis brazos alrededor de su cuello para poder sostenerme, con agilidad camina conmigo sobre sus brazos como si yo no pesará más que una pluma.

— Bájame Christopher, no quiero hablar. — dije mientras mis manos golpeteaban su pecho.

— Te he dicho que no te dejaré ir sin que lo hablemos, dame la oportunidad.

Con la mano que lleva en mis piernas la estira para abrir con agilidad la puerta de lo que parece ser una sala de juntas. Ingresamos y me baja de sus brazos, él se pone frente a la puerta bloqueando mi salida.

— Déjame en paz Vélez. — dije aún con dificultad por los sollozos que se escapan de mi boca.

— Solo te pido un minuto, déjame explicarte que ella no es nadie para mí, — Christopher camino queriendo acortar la distancia entre nosotros, pero en un rápido movimiento puse mi mano entre nosotros mientras di un paso hacia atrás. — entiendo que no quieras que me acerque, pero necesito que me escuches, necesito aclararte las cosas.

— No me dejas otra opción. Sólo tienes un minuto.

Repare en su aspecto, su camisa aún abierta mostrando su pecho en el que resaltaban las marcas carmín del labial de aquella mujer, el pantalón desprolijo, el cinturón sin atar y el cabello revuelto, no lo negaría él se ve extremadamente sexy así, pero saber que la culpable de haberlo dejado así no era yo hacía que me hirviera la sangre.

Sexo 𝑠𝑖𝑛 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐀𝐃  |Christopher Vélez| +18 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora