| 77. |

916 58 83
                                    

MARATÓN 3/3.

Christopher Vélez.

La ciudad de Los Ángeles es lo que necesitaba, el aire cálido choca contra mi rostro mientras me remueve el cabello. Quiero que las horas pasen rápido y pronto caiga la noche y en lo alto brille la luna porque eso me dará la señal que estoy buscando para completar la faceta.

Con una taza de chocolate y el móvil en la oreja contempló el paisaje desde la comodidad de una silla en el balcón del lujoso pent-house que tengo en la ciudad.

— ¿Qué se supone que haces ahí? — la voz de Jade retumbó al otro lado del móvil.

— Hoy es el gran día. — acorte con una sonrisa. Me levanté del sitio y volví a entrar a la habitación.

Mi mirada se dirigió en automático a la pequeña caja de color negro que esta sobre la pequeña mesa de noche.

— Sí, pero se supone que viajabas hoy, no desde hace cuatro días. ¿No tenías una junta en Alemania?

Jade siempre está sabiéndolo todo, vaya que jamás se le pasa un detalle. Es mi confidente a la única que le tengo la confianza suficiente para contarle cualquier excusa y sé que no me va a juzgar, me conoce tan bien que yo ni siquiera tuve que hablar y decirle quien era la mujer que perturbaba mis pensamientos, ella lo adivinó con solo verla una vez.

La mujer a la cual no se le complica nada y la encargada de organizar todo para esta noche, Jade se ha encargado de todo desde hace algunas semanas, pero hoy al fin ha llegado ese día.

— ¿Qué pasó con los inversionistas?

— Ventajas de ser el inversor. Adelante la junta no podía estar mucho tiempo sin verla.

— ¿Debería preocuparme?

— ¿Preocuparte?

— Ya se convirtió en tú adicción y eso no es bueno.

— Es una mujer libre, ya no hay ataduras y ha pasado suficiente tiempo.

— Dos meses no es tiempo suficiente y menos cuando hablamos que ella acaba de salir de una relación bastante larga.

— Jade, solo has lo que te pedí.

— ¿Lo tienes? — cambia de tema.

Mi mano no se pudo quedar quieta y abrí la caja, dejando revelada la joya que brilla en su interior. Jamás pensé que comprar un jodido anillo fuera tan complicado, pero yo quería que fuera lo más especial posible. Que este refleja todo lo que esa mujer es para mí, sin dejar de lado el poder y el amor desmedido que le tengo.

La joya es única, una piedra color negra que de forma hipnótica llama tu atención como si llevara la profundidad del universo en su interior, es rodeada por la argolla dorada, es único y diferente como fue amarnos.

— Lo tengo y es la cosa más hermosa de este jodido mundo, digno para ella.

— Me lo imagino. No te preocupes todo estará listo, aunque, ¿ella querrá ir? Es el cumpleaños de su padre.

— ¿Y eso que tiene?

— Que tal vez quiera quedarse con él.

— La fiesta comienza a las dos de la tarde. Ella tendrá tiempo suficiente para estar con su padre y después poder escaparnos juntos y volar hacia las estrellas.

— Si tú lo dices... — dijo con un dejo de amargura. — Solo te advierto que si no van, te juro que te arranco la cabeza porque yo te lo estoy advirtiendo.

Sexo 𝑠𝑖𝑛 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐀𝐃  |Christopher Vélez| +18 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora