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MARATÓN 3/3.

Christopher Vélez.

El ambiente en la oficina no siempre es el mejor, tengo mil cosas que hacer pero no puedo concentrarme, solo puedo pensar en Amelie, en como por mi culpa hice las cosas mas difíciles entre su madre y ella.

Tengo varias pilas de papeles sobre mi escritorio, mientras con un lápiz jugueteo golpeando a ritmo, mientras espero a Jonathan para checar algunos contratos.

— Hermanito, ya llegó a quien buscabas.

Jonathan apareció por la puerta de la oficina, ni siquiera tocó cuando ya estaba entrando, un traje color azul marino lo cubre por completo, lleva una camisa negra y sin corbata dándole un aire despreocupado.

— Te estabas tardando, no tengo todo el día.

— Vamos no te pongas modo mandón, en ese modo me caes mal.

— No soy mandón solo me gusta hacer las cosas a su tiempo y contigo llegando tarde no puedo.

— ¿Por qué estás de malas? ¿Tiene que ver con mi cuñadita?

— Te prohíbo que le digas así.

— ¿Por qué?

— Por que sí, solo no le llames así.

— Bien don mandón, — dijo mientras levanta ambas manos y pone cara de inocente — ¿qué tenemos que hacer?

— ¿Como que qué tenemos que hacer? ¿No se supone que ya lo sabías? — comienzo a enojarme y a elevar un poco la voz.

— Nop. — contesto mientras me da una sonrisa burlona.

Su respuesta no ayuda a que no quiera matarlo, ¿Cómo se le ocurre llegar tarde y todavía tengo que explicarle lo que hay que hacer?

_ Lo siento no puede pasar. — escuchó a lo lejos la voz de Betty ya que la puerta está cerrada. — Ya sé lo he dicho él está ocupado.

— No lo entiende tengo que hablar con él, es importante. — sus voces se escuchan a la lejanía.

— ¿Qué estará pasando ahí afuera?

— No nos interesa. — contesté cortante mientras comenzaba a abrir una carpeta.

A lo lejos se siguen escuchando dos voces la de Betty que ya comienza a sonar irritada y la de otra persona, parece una voz femenina.

— ¿Y por qué no vamos a ver qué pasa? Parece que la persona que está ahí fuera quiere hablar contigo.

— No me importa, yo dí una orden y esa fue que no se nos molestará, Betty puede con eso, ahora ¡concéntrate! Que tenemos muchas cosas pendientes.

— Pero solo un pequeño vistazo.

— No. A tra-ba-jar.

En ese momento Jonathan se levantó de la silla sin escucharme y comenzó a caminar hacia la puerta para poder ver de quién se trata.

— Dios eres tan chismoso. — dije en forma cansada.

— Es la señora Jones... — susurró para mí.

La sorpresa pronto me invadió, sentí como la sangre abandona por completo mi sistema, no puedo ver mi rostro pero seguramente estoy pálido, muy pálido por tremenda noticia, ¿cómo es posible que la señora Jones este aquí? No hay respuesta para eso, ella me detesta tanto, ¿A qué pudo haber venido? ¿A decirme que me alejé de su hija? ¿A seguir reprochandome mi mala fama?

— Es imposible... — fue lo único que pude decirle mientras seguia atónito.

— Puedes venir a ver si no me crees. — susurró en mi dirección.

Sexo 𝑠𝑖𝑛 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐀𝐃  |Christopher Vélez| +18 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora