¡Pinche broma culera!

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- Yume, llegaremos tarde. - Le apuró Takemichi desde la calle, frente a su casa.

Ya deberían de estar en camino y el rubio no podía hacer salir a su amiga. Los chicos, que se habían quedado a dormir con ellos, se despertaron más temprano y se fueron después de desayunar todos juntos para poder ir a sus casas a cambiarse y preparar sus útiles.

- ¡No quiero ir! Déjame estar de luto por hoy. -Le gritó ella sin salir de la casa, no se sentía tan confiada con su nueva imagen. No se veía mal, ella lo admitía, de hecho, pensaba que ese corte le quedaba lindo, pero simplemente necesitaba unos días para reconstruir su confianza y acostumbrarse.

- No podemos faltar hoy, tuvimos muchas faltas esta semana. - Insistió, acercándose a la entrada. - Van a llamar a nuestros padres si faltamos hoy. Tus padres se van a preocupar, van a volver y nos encontrarán todos golpeados y vendados ¿Cómo se los explicaremos?

- Les podemos decir que nos caímos de las escaleras de un parque, o que intentaron asaltarnos, pero nos les pusimos al brinco y los agarramos a golpes y ganamos, o yo qué sé. - Le respondió ella, desde la entrada. - Ya pensaremos en algo, pero hoy no quiero ir.

- Ya estas vestida, vámonos. - Le presionó.

- Pero, Mi- chan, esta falda me aprieta mucho la cintura. - Su falda buena había sido la que tuvo que recortar, y la falda que llevaba puesta era la del año pasado, le llegaba tres dedos por encima de la rodilla y le apretaba ligeramente la cintura. - No voy a estar cómoda.

- Tampoco estuviste cómoda con la otra falda y así asististe a la escuela. - Ya se estaba cansando de pelear con ella, tenían que asistir por lo menos a las primeras horas, de otro modo serían reportados. - O sales o te saco. - Sentenció.

- Sácame si puedes, yo no pienso salir. - Le retó ella.

- Pues ya verás como lo hago. - Takemichi se acomodó mejor su mochila al hombro y entró a la casa.

Yume intentó cerrarle la puerta en la cara, pero el chico puso su pie para impedirlo. Hicieron fuerza unos segundos, pero ella sabía que Takemichi sería el ganador, así que se apartó de manera inesperada de la puerta. El rubio cayó al suelo de cara, junto a los zapatos de la entrada.

Pilló a la chica intentando escapar por el pasillo, si subía las escaleras no podría sacarla de su cuarto a menos de que le prendiera fuego a la casa. Con rapidez, tomó uno de los zapatos junto a él, apuntó y lo lanzó.

El zapato le dio justo en la cabeza, desequilibrándola y tirándola al piso con un nuevo chichón.

- ¡Salvaje! - Le gritó ella, tratando de gatear fuera del alcance del rubio, sobándose el golpe.

Takemichi se lanzó y le atrapo las piernas. - ¡Salvaje tu abuela! - Le devolvió mientras forcejeaba con ella, arrastrándola a la entrada.

- ¡Con mi abuelita no te metas que te va a venir a jalar las patas!

- No seas necia, si quieres nos iremos antes de la última hora, pero tenemos que ir. - Ahora Takemichi trataba de colocarle los zapatos para arrastrarla a la calle, ella se movía para hacerle la tarea difícil. - O te saco con zapatos o sin ellos, tú decides. - Dijo con tono amenazante.

- No te atreverías. - Le dijo ella.

- Pruébame.

Ambos se quedaron mirándose unos segundos, retándose. Yume trató de escapar nuevamente, pero Takemichi la tenía bien sujeta.

- Tu lo pediste.

Yume chilló.

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La sexta de la MizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora