Número de la buena suerte

1.3K 115 22
                                    


El viaje fue tranquilo, tan tranquilo como pudiera ser un viaje con la Mizo, Kazutora y Baji, claro.

Normalmente, la furgoneta podría llevar a ocho personas, sin problemas.

Pero Baji era un idiota caprichoso que se negó a compartir asiento con nadie más que no fuera Kazutora. Al parecer estaba irritado por la noción de que Yume supiera más sobre él, su pasado y sus problemas. Decidió no arruinar el cumpleaños de Kazutora, pero si le incomodaría el viaje a la Mizo tanto como pudiera.

Makoto y Akkun se salvaron de estar apretujados en la parte de atrás, porque iban en los asientos delanteros, como piloto y copiloto, respectivamente.

Baji y Kazutora se adueñaron del siguiente asiento.

Y Takemichi, Takuya, Yamagishi y Yume tuvieron que apretujarse en el otro asiento, ¿por qué? Porque metieron todas las mochilas, y lo que necesitarían para su viaje, atrás. Habían quitado el último asiento para agrandar la cajuela y no tenían otro lugar donde sentarse.

Los cuatro no cabían, al menos no cómodamente, y la solución colectiva fue llevar a uno de ellos sentado en las piernas.

Yume fue la víctima de esa decisión.

- Yume, preciosa, deja de moverte, te lo ruego. - Yamagishi no sabría decir si estaba siendo bendecido o maldecido.

Era su turno para llevar a la castaña en sus piernas y solo podía aferrarse a su cintura para tratar de mantenerla estable y que no se moviera tanto.

Pero los intentos de la chica de levitar para no poner todo su peso sobre él, sólo le hacía la tarea más difícil, porque cada vez que pasaban por un tope o bache, aumento de velocidad o freno, el cuerpo de Yume se balanceaba con el auto y sus cuerpos se rozaban con mayor intensidad.

Yamagishi quería ser un buen amigo, pero los rozones y la presión sobre una zona tan sensible de su cuerpo no se lo ponía fácil y podía sentir como, poco a poco, su parte inferior comenzaba a despertar.

- Lo intento, Ya-chan. - Yume intentaba no aplastar al de lentes, era la tercera vez que cambiaba de piernas porque a Takemichi y a Takuya se les durmieron por su peso. - No quiero aplastarte.

Y justamente cuando terminaba esa frase, Makoto pasó un tope demasiado rápido.

La furgoneta saltó, y con ella, todos los pasajeros.

-¡Makoto!- Gritaron Takuya, Takemichi y Akkun al mismo tiempo, aferrados a sus asientos. - ¡Animal!

- ¡Perdón! ¡No lo vi! - Se defendió entre risas, sin lamentarlo ni un poco. Miró por el retrovisor a Yamagishi y a Yume, ambos rojos hasta las orejas.

Y se le prendió el foco. Regresó la mirada al camino y, de un volantazo de último momento, se desvió para tomar un camino viejo y poco frecuentado porque estaba lleno de pequeños baches y los autos siempre avanzaban dando saltitos.

Ay, Dioses.

Yume lo sintió desde el tope. Yamagishi no le pedía que se quedara quieta porque estuviera durmiéndole las piernas, ¡Todo lo contrario! Algo se estaba despertando.

Y cuando quiso levantarse y acomodarse mejor sobre las rodillas de su amigo de lentes, para dejar de sentirlo, el desgraciado de Makoto decidió pasar por el viejo camino.

El volantazo repentino no la dejó incorporarse y la pegó más al cuerpo de Yamagishi.

En una posición peor que la anterior.

Se dio cuenta con los saltitos que, de alguna forma, ambos habían quedado alineados.

Y con cada saltito y temblor de la furgoneta, se sentían cada vez más, se estimulaban más.

La sexta de la MizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora