Hasta los pecados

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Iban por una acera cercana al río. La vista era linda y el ambiente tranquilo.

Yume disfrutaba del viento que le acariciaba el rostro y le removía el cabello, haciéndole cosquillas en las mejillas y frente, sacándole una risita leve y suave, una risita para ella. Se sentía relajada, en el camino había comprendido que, tanto Draken como Mikey, no tenían ninguna doble intención con ese paseo, solo pasar el rato y conversar como había dicho el rubio cenizo.

- Oye, Mikey, Una pregunta ¿Por qué te llamamos la atención? – Preguntó el teñido, sacándola de su burbuja.

- Pero que pregunta más idiota. – Respondió el rubio. Yume no pensó que fuese idiota, también le daba curiosidad, pero simplemente intuía que la respuesta era por el buen espectáculo que dieron el día anterior y lo resistentes, testarudos e idiotas que al parecer eran ella y Takemichi por meterse en problemas como esos.

- Veras, tengo un hermano 10 años mayor, era un pandillero, pero ya se retiró. Era temerario, el tipo que no le importaba meterse en problemas con personas más fuertes que él. Y por la forma en la que coquetea con las chicas, creo que aún no tiene le tiene miedo a eso. – Rio. – Tú me recuerdas a mi hermano. Ambos lo hacen de algún modo.

- ¡Pero yo no tengo nada de asombroso! – Mencionó levemente avergonzado. Yume quiso rebatirle ese comentario ¿Cómo es que su amigo no se daba cuenta de lo asombroso que era? Pero, siendo que la conversación no la incluía a ella, prefirió callar, ya tendría tiempo para meterle un zape a su amigo por pensar lo contrario. - ¿En qué me parezco a él?

- Bueno, es cierto, el no daba lastima como ustedes. – Bromeo.

- Oye, eso duele. – Dijo el rubio.

- Más respeto que me agüito. – Habló ella desde atrás de Draken.

- De hecho, se parecen en el peinado gracioso. Mi hermano también lo usaba de mango chupado. – A Yume la tomó por sorpresa la respuesta tan natural que tuvo que estrangular su carcajada y disimularla con una tos.

- ¿Estas bien, Yuchi? - Preguntó Draken un poco preocupado, mirándola de reojo.

- Si, - Tosió ella de nuevo, respondiendo a Draken. – solo, que por poco y me trago un mosquito. – Volteo el rostro para recomponerse.

- Deja que se ahogue, Draken. – Takemichi frunció el ceño, por supuesto que había interpretado su intento de tos como una forma de disimular su burla. – Que aprenda a cerrar la boca cuando va en bici.

- Qui aprindi i cirrir li boca. – Le arremedó ella, con burla y una voz más chillona.

- Te vas a quedar sin cenar. – Le amenazó el teñido.

- Hoy me toca a mi hacer la cena, no a ti. – Le respondió risueña. – Y trátame bonito o duermes afuera.

- ¿Ustedes viven juntos? – Preguntó Mikey, volteando a verla.

- ¿Son familia o algo así? – Le secundó Draken. – Parecen ser muy cercanos.

- Algo así. – Respondió ella, riendo. Muchos llegaban a pensar que eran familiares o incluso pareja por la forma en la que convivían. – Somos vecinos y amigos de la infancia.

- Nos conocemos desde los 6 años y no nos hemos separado desde que nos conocimos. - Habló Takemichi, contento. – Ella es lo más cercano a una hermana que tengo.

- Entiendo. – Mencionó con una sonrisa calmada. – Yo también tengo a una hermana y otro hermano. – Palmeó la espalda del rubio teñido para indicarle que se orillara y parara. – Es aquí.

Estaban en la cima de una pequeña colina que llevaba a una extensa área verde, con un campo de beisbol y el río al fondo.

Draken colocó la bici detrás de la otra y espero a que Yume se bajara para después bajar él. Yume se colocó a lado de Takemichi, a cada lado de Mikey, contemplando el paisaje. El atardecer estaba avanzando y la vista le pareció simplemente reconfortante, tranquila, como uno de esos lugares dónde formas recuerdos para toda la vida.

La sexta de la MizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora