En cuanto les dieron la noticia de que Draken estaba fuera de peligro, festejaron.
Mitsuya, Emma, Hina y Takemichi saltaron de alegría. El doctor esperó pacientemente a que terminaran sus festejos para continuar. Le mencionó que fue una operación un tanto complicada por el daño en la arteria, además, de que la herida en la piel fue agrandada por la aplicación de primeros auxilios.
Takemichi se congeló. - ¿Hubo algún problema causado por los primeros auxilios? - ¿Yume se habrá equivocado al intervenir?
- No, bueno si. - El doctor no supo por donde empezar a explicarse. - La herida fue agrandada y los músculos forzados se desgarraron, pero fueron solo daños colaterales. La verdad es que, de no ser por los primeros auxilios que le aplicaron, se hubiera desangrado en minutos. Ni siquiera hubiera llegado a la ambulancia.
El teñido se sintió aliviado, no quería ni pensar en lo que pasaría si resultaba que los primeros auxilios de su amiga empeoraron la condición de Draken.
- Hicieron bien en actuar rápido. - Y con eso dicho, y un par de instrucciones sobre contactar a los tutores del menor y la sala donde descansaría, se despidió de ellos.
- ¡Se lo diré a los demás! - Mitsuya, emocionado, no espero nada. Trotó por el pasillo.
Hina y Emma, emocionadas, corrieron tras de él.
Takemichi iba a seguirlas, pero se detuvo. Alguien faltaba.
Mikey no se encontraba por ningún lado de la blanca sala.
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Estaba llorando con el rostro escondido entre sus brazos, con una rodilla doblada como apoyo.
Estaba tan aliviado por la noticia de Draken fuera de peligro, apenas pudo contenerse después de recibirla para encontrar un escondite aislado dónde poder dar rienda suelta a sus sentimientos atascados.
Por cada minuto que pasaba en esa sala, se sentía peor. Su mente lo atormentaba con preguntas insistentes y negativas. ¿Qué haría sin Draken? ¿Cómo sería su vida sin su mejor amigo? Sin duda alguna se perdería a sí mismo. Uno y mil escenarios cruzaron por su mente durante esas horas, muchas culpas y cientos de "¿Y si hubiera?" le martillearon la mente.
Durante toda la operación libró una guerra intensa con su propios pensamientos.
Un peso se sentó a su lado, algo que lo descolocó completamente, iba a levantar la vista para fruncir el ceño, o asesinar a quien se atreviera a acercársele en esos momentos. Sin embargo, puso más atención, si era su hermana no podría hacerle una mala cara o se sentiría pésimo. Pero, a su lado, sintió una presencia distinta a la de su hermanita, era una presencia extraña, silenciosa y pacífica.
No era peligrosa, ni intimidante o insistente, como normalmente era la presencia de su hermana cuando lloraba, tampoco parecía burlarse ni nada por el estilo.
Solo, estaba allí.
Levantó la vista, lento, para encontrarse con el perfil magullado de Takemichi Hanagaki a su lado. No lo miraba a él, tenía la vista puesta en el horizonte, más allá de la pared blanca del exterior del hospital.
Takemichi pareció darse cuenta de que Mikey lo miraba, porque lo miró de reojo y sonrió con calidez. - No diré nada. - Sin voltear a verlo, se encogió de hombros. - A veces, solo tienes que sentirte acompañado para estar mejor. - Sus palabras le estrujaron un poco el corazón. - No sentirte solo hace una gran diferencia. - Takemichi era consciente de ello mejor que nadie, no sabía lo que hubiera sido de él sin Yume durante su infancia o ahora, que sus padres se habían ido de gira por el mundo, o sin la Mizo durante su periodo de esclavitud. - Además, siempre puedes golpearme para causarme amnesia.
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La sexta de la Mizo
FanficYume- chan es la mejor amiga de Takemichi Hanagaki desde que llegó a Japón a los 6 años. Ella y Mi-chan, como afectuosamente suele llamarle la chica, han estado juntos desde la escuela primaria hasta el presente. Ambos han compartido secretos, risa...