La Don nadie

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Becky G, Natti Natasha- Sin pijama

Siguieron las instrucciones de Takemichi hasta una casa grande, era igual a todas las demás casas de la cuadra, con la distintiva diferencia de que era la única casa con cortinas coloridas y la única de la que salía música.

Música movida, con un ritmo contagioso y prendido. O al menos así lo describían. No entendían ni un poco la letra, pero no negaban que el ritmo fuese pegajoso.

- Debe ser esta. – Mitsuya señaló la pequeña bandera de México pintada en la barda, cerca de la reja. La bandera era relativamente pequeña, pero destacaba por los colores en la barda blanca.

- ¿Qué dices? – Baji se acercó a la pintura, examinándola. – Es la bandera de Italia. Debe ser otra casa.

- Baji-san, no. – Se acercó Chifuyu, en esos momentos, sentía que todo su esfuerzo para ayudarle a estudiar era en vano. – Lo vimos la semana pasada, en geografía, la bandera de Italia no tiene escudo, y la de México tiene a un águila sobre una planta, devorando una serpiente.

- ¿Qué esa no era Francia?

- La bandera de Francia tampoco tiene escudo, ni siquiera es de los mismos colores, ni están en el mismo continente. – Mitsuya sabía que su amigo se esforzaba por estudiar, pero sintió un poco de pena por Chifuyu, quién se la pasaba ayudándole.

- ¿Y cómo vamos a hablarle? ¿Alguien sabe su idioma? ¿Le hablamos con señas? – Baji sentía su estómago gruñendo, ya tenía hambre y no pensaba esperar ni un minuto más. Hurgó en el buzón, en busca de la llave.

- No seas idiota, ella habla japonés. – Le dijo Pah, ahora se cuestionaba si era buena idea entrar a la casa. – Además, en México se habla mexicano y ninguno sabe mexicano.

- Estoy rodeado de idiotas. – Draken estaba a punto de tomar a todos de la ropa y emprender una retirada digna, no quería pasar tanta vergüenza con esos y también quería ahorrarle el sufrimiento a Yume. – En primer lugar, en México se habla español. En segundo lugar, Baji, tú la viste en una reunión, por supuesto que habla japonés y en tercera... ¿qué rayos haces?

Durante su sermón, Baji encontró la llave de la casa y la sacó con prisa del buzón. Salto la rejilla que dividía el patio delantero de la calle y caminó con soltura hasta la entrada.

- Ya tengo hambre, vamos a comer. – Les sonrió de lado mientras abría la puerta principal. – ¡Oye, chica! - Gritó desde la entrada.

- ¡Baji! ¡Regresa aquí! – Le ordenó Mitsuya.

La música se escuchó con más nitidez en cuanto Baji abrió la puerta. Ahora podían entender por qué Takemichi les dijo que era probable que no les abriera. La música estaba muy alta.

- Baji- san. – Chifuyu estaba un poco preocupado ¿Y si la chica se alteraba y llamaba a la policía? Después de todo, no creía que le diese gracia el ver a un montón de chicos desconocidos en su hogar, sin invitación. – Mejor esperemos a Mikey y a ese chico.

- Chifuyu tiene razón, esperemos a Takemicchi.

- ¿Están locos? Ya me muero de hambre, además, ese rubio llorón nos dio permiso para entrar.

- Dijo que le gritáramos desde la entrada, no nos dio permiso para entrar. – Draken abrió la rejilla para jalar de las greñas al pelinegro.

Sin embargo, el pelinegro le leyó la mente, le dio una sonrisa traviesa y entró, quitándose los zapatos tan rápido como toco el genkan (Lugar dónde se quitan y colocan los zapatos). Pegó un salto al interior de la casa, lejos del agarre de Draken.

La sexta de la MizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora