Borreguito

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No logro dormir bien en toda la noche porque su mente no dejaba de darle vueltas al asunto, y cuando finalmente su mente fatigada comenzaba a adormilarse, sonó la maldita alarma.

Yume se levantó a duras penas para sentarse en la cama. Se quedó observando a sus chanclas por más de 5 minutos, cuestionándose la razón de su existencia y arrepintiéndose de todas las decisiones de su vida.

Eran las 6:05 am y a ella le importaba todo un frijol. Se puso el uniforme como Dios le dio a entender, se lavó la cara con agua fría y no se molestó en verse en el espejo. No tenía que verse para saber las tremendas ojeras que se cargaría ese día.

Supo que su amigo estaba en las mismas condiciones que ella cuando se encontraron en la cocina. Solo se saludaron con un movimiento de cabeza, lo bueno de conocerse de años y vivir juntos, era que ya no necesitaban hablar para comunicarse o sentirse acompañados.

Yume se sentó a la mesa y abrió la boca para proponer faltar ese día a clases, pero se arrepintió al instante al recordar que su niñero estaría más al pendiente de ellos hasta nuevo aviso. El rostro de Takemichi y su asentimiento mientras le pasaba un café bien cargado con leche y sin azúcar, le dieron a entender que la idea también cruzó por su mente. Diablos.

Luego de desayunar, salieron de casa con tremendos rostros de zombies momificados. Al llegar a la entrada de la escuela, divisaron a Akkun y Takuya que esperaban al resto. Los rostros de ambos se convirtieron en un signo de interrogación. Les dijeron que simplemente no pudieron dormir en toda la noche. Entraron y se replegaron un poco a la pared de la entrada, aún esperaban a Makoto y Yamagishi.

Takuya, observando lo desarreglada que Yume llevaba la camisa, la falda y la corbata, se acercó a ella y la pegó a la pared.

- Te voy a arreglar el uniforme, sino los profesores te van a regañar. - El castaño señaló su ropa. Yume asintió, tenía los ojos cansados y el cuerpo pesado, ni siquiera tenían ganas de tener mal humor. Así que simplemente extendió los bazos y permitió que su amigo le abotonara adecuadamente la camisa, porque se había saltado botones, y se la fajara. Le acomodó la falda porque tenía el cierre al frente y el ganchillo suelto. Y por último, le anudó bien la corbata, pues ella solo la llevaba sobre el cuello.

- ¿Estamos desvistiendo a Yume? - Saludó Makoto con una sonrisa pervertida mientras subía y bajaba las cejas.

- Ya quisieras. - Le respondió Yume, mostrándole el dedo medio.

Takemichi, dormitando recargado sobre la pared, se rio ligero ante el gesto de su amiga. Con la cara de adormilada que tenía, más que ofensivo, el gesto le parecía tierno. Supuso que a Makoto le parecía igual, porque solo soltó una risotada.

- ¡Uy! - Yamagishi hizo su aparición. - Nos despertamos bravas. - Yume le frunció la nariz y cambió el dedo medio en su dirección. - Es momento para convencerla de conquistar el mundo. - El de lentes se frotó las manos en gesto malévolo.

- Primero vamos a conquistar mi cama, ¿Qué dices? - Yume, con su sonrisa adormilada y el cabello despeinado, bajó su dedo medio y le guiñó el ojo, sugerente.

Yamagishi se sonrojo inevitablemente, Makoto también recibió el ataque y compartió el sonrojo de su amigo.

- ¡No es justo, estas medio dormida! - Se quejó Yamagishi. A veces se le complicaba mucho hacerla sonrojar, aún más porque ella siempre lo tomaba desprevenido. En su juego de comentarios sugerentes para hacer sonrojar al otro, el iba perdiendo.

- Je je je. - Se rio burlona ante el sonrojo de ambos y se dejo caer sobre los brazos de Takuya. Tenía ganas de hacerse un espacio entre los arbustos de la entrada y ponerse a dormir.

La sexta de la MizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora