Un maldito martes

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N/A: Sigo con vida!!! Cansada y con trabajo, pero viva!! *Inserten Elmo en llamas* Jajaja, una disculpa por la tardanza y si el capítulo no es lo suficientemente bueno. Hago lo mejor que puedo. TTuTT

Gracias por esperar y por sus mensajes de ánimo y preocupación, les adoro <3

Bueno, solo para decirles que les tengo una propuesta ewe, por favor lean la N/A al final del capítulo, sin más que decir, que disfruten el capítulo!!

Cuando su alarma comenzó a sonar muy temprano por la mañana, Yume tuvo unas tremendas ganas de arrojar el aparato contra la pared y ponerse en posición fetal debajo de las cobijas para volver a dormir.

No tenía demasiadas ganas de existir en esos momentos.

Su corazón, orgullo y confianza estaban heridos. Y ella solo quería, ¡no!, necesitaba quedarse en cama para lamerse las heridas abiertas con tranquilidad y ser capaz de darles la cara a los chicos de ToMan de nuevo. Y de ser capaz de estar frente o cerca de Mucho sin sentirse como una niña abandonada.

Mierda.

Se había equivocado. Y ya no tenía capitán ni división.

No, espera, aún tenía un capitán... solo que ya no... ya no era Mucho y su división ya no era la quinta.

Los ojos se le humedecieron. - Carajo. - Susurró, cansada. No quería volver a llorar tan temprano, podía sentir sus ojos aún hinchados e irritados, apretó los parpados sintiendo el característico ardor.

Si, definitivamente necesitaba quedarse en cama todo el día, comer un poco de helado y revivir el momento una y otra vez en su mente hasta que dejara de dolerle el pecho. Hasta que encontrara una solución aceptable.

Se enterró más profundo entre sus cobijas, dispuesta a dormir hasta que le doliera la espalda por estar acostada o el hambre la arrastrara fuera, lo que pasara primero.

Pero Takemichi no tenia pensado dejarla lamentarse en paz, mucho menos sola.

Su mejor amigo entró de una patada a su cuarto. - ¡Buenos días a la tercer mujer más importante de mi vida! - Gritó como si no fueran las 7 de la mañana.

-Mmm. - Gruñó ella, aferrándose a las cobijas, porque sabía que su amigo no tardaría en intentar sacárselas de encima.- Buenos días mi trasero.

Takemichi, como buena amigo, ignoró sus palabras y se arrojó sobre ella, intentando no aplastarla más de lo necesario.

- ¡Es hora de levantarse! Llegaremos tarde a la escuela.

Yume intentó tirarlo de la cama, pero el teñido se aferró a ella como garrapata y la inmovilizó contra el colchón, sin dejar de reír ni burlarse de su intento fallido.

- No quiero ir, ve tú. - Suplicó rendida, con los brazos aplastados por los de Takemichi sobre la almohada. - Diles que me dio peste negra, que será una suerte si sobrevivo y que siempre me recuerden por lo que fui: la más chingona.

Takemichi rodó los ojos, su castaña podría estar desanimada y deprimida, pero nunca con el ego muerto.- Ya no tenemos justificantes falsos, Yume. - Razonó él. - Hay que ir con mata-sanos por unos nuevos. - Aprovechó que su amiga no estaba intentando tirarlo ni escapar de su agarre para erguirse un poco y quitarle las cobijas de la cara.

Mata- sanos, el tipo que abandonó la carrera de medicina antes de titularse, se convirtió en veterinario y que recibe y atiende a los chicos lastimados que no tienen ganas ni dinero para ir a un hospital a que un profesional titulado les reacomode los huesos o les cosa las heridas. También era la persona que abastecía a la Mizo de recetas y justificantes médicos falsos por un precio especial.

La sexta de la MizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora