Si a Yume le preguntan que si le gustan los días lluviosos y nublados, ella contestaría que si. Sin dudar.
Le encantaba el olor a humedad que impregnaba el aire antes de que la lluvia se soltara, disfrutaba del golpeteo de las gotas contra las ventanas y el techo, y adoraba el olor a tierra y naturaleza mojada cuando dejaba de llover.
Y no había nada que la hiciera más feliz que acurrucarse con Michan, o sus amigos, en su sala entre un nido de cobijas y almohadas con un café con leche, mirando una película o una serie. O, estar acurrucada, calentita y adormilada en el kotatsu*, mientras escucha a sus amigos jugar o parlotear de cualquier cosa.
Yume amaba eso de la lluvia.
Pero, obviamente, no puedes amar algo sin odiarlo un poco. Y eso era lo que estaba pasando en esos precisos momentos.
- ¿No se supone que adivinas cuando va a llover? - Yamagishi le reclamaba, temblando y abrazándose a sí mismo. - ¿Para qué tienes el don si no lo usas? - Refunfuñó.
Yume le hizo una mueca. - Ni si sipini que idivinis cuindi vi i llivir. - Yume estaba tan empapada como sus amigos, abrazándose y dando brinquitos por el frío. - ¡Si les avisé!
- ¡Nos avisaste cinco minutos antes de que se soltara! - Chilló Takemichi, escurriendo.
- ¡Les dije que iba a llover, no cuando! - La piel fría estaba tan sensible que su propio toque le dolía.
- ¿Por qué la culpan? - Kazutora se aguantaba el frío como los machos, sin abrazarse ni dar saltitos para calentarse, solo estaba ahí parado, temblando de pies a cabeza como chihuahua, y con el moco escurriendo. - Nadie sabe cuando va a llover.
Akkun le palmeó el hombro, con una sonrisa que parecía mueca. - Si supieras Kazutora, si supieras.
Los siete estaban resguardados debajo del techito de la parada de autobuses.
Antes de que se soltara tremenda lluvia, el plan era ir todos juntos al karaoke para divertirse un rato e integrar aún más a Kazutora, quien aún le costaba un poco soltarse con ellos.
Desde aquel día en el que se conocieron, la Mizo, prácticamente, adoptó al bicolor. Se la pasaban juntos tanto como podían; Takuya y Yume le ayudaban con la tareas, Makoto le compartía sus revistas eróticas, Yamagishi jugaba videojuegos con el, y Akkun y Takemichi hacían todo lo posible por hacer que se abriera con ellos, que confiara. También empezaron a llevarle los almuerzos, pues Yume había notado que el no comía durante los recesos y la Mizo empezó a extenderle un bento todos los días. Y cuando no estaban juntos en los recesos, le llevaban su bento a su salón o iban a comer luego de la escuela o a pasearse por el parque. Claro que, no era todo el día, pues al final, la Mizo tenía asuntos con Tokyo Revengers, Yume y Takemichi tenían entrenamiento con sus respectivos capitanes y Kazutora, según les decía, se veía con regularidad con un viejo amigo de la zona.
Todos en la Mizo hacían lo posible por conectar con el y hacerlo parte de su grupo. Y aunque las cosas avanzaban lentas, podían ver que Kazutora hacía tanto esfuerzo como ellos. Estaban construyendo un puente que, por el momento, era frágil e inestable, pero tenían esperanzas de volverlo sólido y fuerte.
Como todas las relaciones de Mizo.
Justo por eso, Yume y Yamagishi decidieron no investigar al mayor. A pesar de que podían ver que era un pandillero, prefirieron no meterse y esperar a que el se abriera y se los contara. Era justo, después de todo, ellos aún no le dirían nada sobre Tokyo Revengers, ni que eran aliados de la ToMan o que Yume y Takemichi eran miembros fantasma de la misma.
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La sexta de la Mizo
FanfictionYume- chan es la mejor amiga de Takemichi Hanagaki desde que llegó a Japón a los 6 años. Ella y Mi-chan, como afectuosamente suele llamarle la chica, han estado juntos desde la escuela primaria hasta el presente. Ambos han compartido secretos, risa...