La mañana siguiente Harry no despertó sino hasta que Hermione le clavó los dedos en las costillas y le arrancó una suave carcajada.
-¿Qué pasa contigo, Harry? -interrogó entre risas que Harry sabía que eran nerviosas y ansiosas por distraerse a sí misma y a él del peligro que corrieron anoche-. Ya hasta Ron se marchó. ¿Desde cuándo tienes el sueño más pesado que él?
-No sé. Tal vez desde que me quiero morir dormido para que Black se quede con las ganas de matarme -bromeó estirándose con los ojos entrecerrados y le dio la espalda.
-Tienes el sentido del humor y el orgullo más patéticos que he conocido -reprendió agarrándolo del hombro y tirando de él con brusquedad para que volviese a estar boca arriba y le dio una palmada en la cabeza. Harry sólo se rio más fuerte esquivando más golpes y tirones de pelo.
-¡Bueno, ya, ya! ¡Está bien! Ya estoy despierto, 'Mione. -Se incorporó y se colocó las gafas-. ¿Qué horas son?
-Las horas del corazón de cocodrilo que manejaremos hoy en clase. Tenemos Pociones las dos primeras horas y nos quedan 30 minutos, así que apúrate -dijo mientras se levantaban de un brinco.
-Genial. Qué grandiosa forma de comenzar un día luego de la hermosa noche que tuvimos -dijo observando cómo el Gran Comedor se vaciaba rápidamente.
-Oh, relájate, Harry. No todo es tan malo. Al menos no es Adivinación con la profesora Trelawney para que te diga "te lo dije" con ese tonto asunto del Grim.
Pero Harry no le prestó atención al diálogo de Hermione, sino al de Goyle a unos metros de distancia.
-¡Eh, Draco! Milagro que no tienes el sueño más ligero de Hogwarts. ¿A qué hora te dormiste?
Malfoy estaba de pie con el rostro desvelado en extremo, el pelo sobresaliéndole en todas las direcciones y con Parkinson sosteniéndole el cabestrillo, y la luz azulada del amanecer filtrándose por los vitrales contrastó con la luz roja que emanó de las mejillas de ella. Se había ruborizado. Harry, que sabía muy bien el secreto del desvelo de Malfoy, sintió que se le revolvía el estómago... que vomitaría la bilis... que ya no tendría apetito para cuando volvieran al Gran Comedor a desayunar.
-A la misma hora que todos debimos, Goyle. Ya sabes, cuando el pordiosero de Percy Weasley nos dijo que nos durmiéramos. Literalmente, como Prefecto se muere de hambre.
-Tienes razón, Draco -se rió Parkinson, sonando el doble e incluso el triple de estúpida de lo usual-. Bueno, mejor démonos prisa si queremos llegar a tiempo.
Pero Draco no le prestó atención al diálogo de Pansy, sino a la mirada de Potter a unos metros de distancia. Una mirada que nunca había visto en él: frígida, enajenada, asqueada, y apenas iniciaba el día.-Harry... Harry, venga. Tenemos que salir -insistió Hermione tomándolo de la mano y tirando de él, y al fin él apartó la vista y se dejó guiar por ella hacia la salida.
Aparte de chocolate, Harry no comió gran cosa por el resto del día. Pasaron los días y Harry no dejaba de pensar en lo que había visto y oído, hasta que el primer partido de Quidditch estuvo a la vuelta de la esquina. Pero luego, en la sesión final de entrenamiento que precedió al partido del sábado, Oliver Wood comunicó al equipo una noticia mala:
-¡No vamos a jugar contra Slytherin! -les dijo muy enfadado-. Flint acaba de venir a verme. Vamos a jugar contra Hufflepuff.
-¿Por qué? -preguntaron todos, Harry con el volumen más alto.
-La excusa de Flint es que su buscador aún tiene el brazo lesionado -dijo Wood, rechinando con furia los dientes-. Pero está claro el verdadero motivo: no quieren jugar con este tiempo, porque piensan que tendrán menos posibilidades...
-¡No le pasa nada al brazo de Malfoy! -dijo Harry furioso-. ¡Está fingiendo!
-Lo sé, pero no lo podemos demostrar -dijo Wood, y a Harry casi se le salió el corazón por la boca al casi gritar que él sí lo podía demostrar, pero sus pómulos se tiñeron de rosa. No podía manifestar algo tan embarazoso para exponer el engaño de Malfoy. ¿Qué podía decir? ¿Que por no dormirse temprano por temor a Sirius Black terminó viendo cómo Malfoy le tocaba las partes íntimas a su noviecita boba a la velocidad de una saeta de fuego con la mano del brazo que según estaba roto? Aquello sería muy sucio y bajo, hasta para ese asesino suelto. ¿En qué clase de persona se estaba convirtiendo?
-... Y hemos practicado todos estos movimientos suponiendo que íbamos a jugar contra Slytherin, y en su lugar tenemos a Hufflepuff -seguía explicando Wood cuando volvió en sí-, y su estilo de juego es muy diferente. Tienen un nuevo capitán buscador, Cedric Diggory...
De repente, Angelina, Alicia y Katie soltaron la carcajada.
-¿Qué? -preguntó Wood, frunciendo la frente ante aquella actitud.
-Es ese chico alto y guapo, ¿verdad? -preguntó Angelina, captando la atención de Harry y haciéndole fruncir la frente igual que Oliver.
-¡Y tan fuerte y callado! -añadió Katie, y volvieron a reírse, intrigándolo.
-Es callado porque no es lo bastante inteligente para juntar dos palabras -dijo Fred-. No sé qué te preocupa, Oliver. Los de Hufflepuff son pan comido. La última vez que jugamos con ellos, Harry cogió la snitch al cabo de unos cinco minutos, ¿no os acordáis?
-¡Jugábamos en condiciones muy distintas! -gritó Wood-. Diggory ha mejorado mucho el equipo. ¡Es un buscador excelente! ¡Ya sospechaba que os lo tomaríais así! ¡No debemos confiarnos! ¡Hay que tener bien claro el objetivo! ¡Slytherin intenta pillarnos desprevenidos! ¡Hay que ganar!
Harry tragó saliva con una mezcla de temor, expectativa y curiosidad.
-Tranquilízate, Oliver -dijo Fred alarmado-. Nos tomamos muy en serio a Hufflepuff. Muy en serio.
Y hubiera sido mejor que se lo siguieran tomando muy en serio. Harry se cayó de su escoba veinte metros de altura aquel Sábado tempestuoso a las tres de la tarde, cayendo con él la espectacular racha de victorias de Gryffindor. Cedric Diggory le había dejado una fuerte impresión, a pesar de que lo vio vagamente en la tormenta como una silueta más aparte de la del Grim que se formó entre las densas nubes múltiples, pero los dementores le dejaron una impresión cien veces mayor, y se rindió a la última impresión de la voz desesperada de su madre en sus oídos rogando por su vida mientras él caía hacia su muerte, hasta que Dumbledore le arrebató del alcance de aquella con un 'Aresto Momentum'. Y para rematar su mala suerte, su preciosa Nimbus fue a parar en el sauce boxeador y lo que quedó de evidencia fueron los pedazos.
Unos cuantos días en la enfermería (que ya parecía más su segundo hogar que el propio Hogwarts) y regresó el lunes al colegio, donde estaba obligado a pensar en otras cosas aunque tuviera que soportar las burlas de Malfoy, que no cabía en sí de gozo por la derrota de Gryffindor. Por fin se había quitado las vendas y lo había celebrado parodiando la caída de Harry. La mayor parte de la siguiente clase de Pociones la pasó Malfoy imitando por toda la mazmorra a los dementores, y llegó un momento en que Ron no pudo soportarlo más y le arrojó el corazón de cocodrilo grande y viscoso a la cara y consiguió que Snape le quitara cincuenta puntos a Gryffindor.
ESTÁS LEYENDO
Todos los caminos llevan a Malfoy - Drarry
FanfictionMientras Harry Potter camina hacia su muerte en el Bosque Prohibido, su vida pasa frente a sus ojos, y se percata de ciertas cosas muy... interesantes. Éste es un viaje de autodescubrimiento y evolución emocional, que el famoso chico mago recorre ju...