Todos los caminos llevan a Malfoy - Drarry

Segunda Guerra: sweather weather

Nota importante: a quien pueda interesar, lamento muchísimo la demora, pero este es el cap más largo y complejo que he escrito. Y Sí, me volví a superar. Por supuesto, este cap es el cierre digno de mi pareja heterosexual preferida. Con el corazón en la mano, aunque no les guste esta pareja, les pido de rodillas que lo lean y lo analicen, o se identifiquen, o lo que sea.. me costó demasiado escribirlo, y es lo más personal y realista que he escrito. Por supuesto el Drarry sigue siendo el núcleo (se menciona muchas veces a lo largo del cap), pero este vínculo en la vida de Harry me parece muy humano. No está demás pedirle algo que no les he pedido hasta ahora, que voten, que comenten y me den ánimo para  seguir. El próximo cap es el reencuentro de mis bebés en la mansión Malfoy.

CONTEXTO RÁPIDO DEL TÍTULO: es el nombre de una canción donde me inspiro (suéter y clima). Este es el último de tres capítulos especiales donde desahogo mi amor por mi ship hetero frustrado como lo es Harmione, lo que pudieron haber sido y el potencial de “viejo matrimonio” que tenían. Obviamente no es por capricho, todo tiene su análisis y su trasfondo para Harry, y es importante en su desarrollo de personaje. Hay harto para reflexionar. El primer capítulo fue “y tu mamá también” con perspectiva de Harry, el segundo fue el anterior con perspectiva de Hermione, y este tiene perspectiva compartida entre ambos.

…

Durante aproximadamente un mes, tanto Harry como Hermione pensaron en secreto que el breve instante de feliz olvido que se habían permitido al bailar no compensaba el extraño cambio duradero y pesado que vino a quedarse en el aire. No sólo sentían como si hubieran perdido una extremidad cuando Ron los dejó, sino que adicional a eso sentían como si el vacío que él había dejado hubiera sido llenado por algo acusador, frío y acosador. El luto se mezclaba con una sensación de culpa a la que no le encontraban razón de ser. Se sentían extrañamente juzgados cada que se miraban, desde que se miraron como si nunca se hubieran visto antes, esa noche luego de que el baile se marchitara.

En consecuencia, intentaban no mirarse hasta que el subconsciente les decía que estaban siendo groseros. El nombre de Ron se había vuelto tan tabú como el de Voldemort, pero su fantasma de alguna manera se seguía percibiendo allí, impidiendo que se cruzaran más palabras de las necesarias. Hermione había dejado de echarse perfume, y lloraba en voz baja en la madrugada, creyendo que nadie la oía. Harry se levantaba todas las mañanas con un sobresalto en el pecho y alzaba la cabeza para mirar hacia el resto de la tienda y comprobar que Hermione no se hubiera ido también mientras dormía. La muchacha preparaba el té silvestre para el desayuno, y Harry preparaba la cena improvisando con lo que hubiera encontrado ese día. En las tardes sólo merendaban agua mientras deambulaban bajo un sol de lluvia, con los mosquitos estrellándose continuamente contra sus caras y unas ampollas dolorosas que les habían salido en los pies y se reventaban como burbujas.

Dicho estilo de vida no tardó en ¡acerles bajar diez kilos. Se volvieron pálidos y enfermizos, con ojeras profundas y labios cuarteados. La piel se les pelaba. El cabello de Hermione adquirió un tono chamuscado y Harry ya exhalaba un tufo a bosque por cada poro. Al final del día, no era raro que tuvieran los suéteres empapados de sudor en medio del clima helado. Se acostumbraron a migrañas diarias, porque siempre había algo en qué preocuparse, como qué comerían, por dónde irían, o dónde podía estar la maldita espada de Gryffindor, o dónde pasarían la noche. Era una pesadilla interminable de la que no despertaban, donde todos los días eran cero, y pronto ya sus ojos veían sombrío hasta el más soleado de los días.

De vez en cuando la cabeza les fallaba y les hacía creer que así habían sido sus vidas desde siempre, y ellos sólo seguían su amarga rutina por instinto, sin una esperanza o propósito en mente. Hubo un par de días en que alguno de los dos ni siquiera se acordaba que se debía encontrar la espada de Gryffindor, sino hasta que el otro lo mencionaba. Harry estaba demasiado agotado para romper cosas en un ataque de rabia, y Hermione empezó a lucir inquietantemente desinteresada en llevarle la contraria, o en tener la razón. De hecho, empezaba a seguirle la corriente en todo sin cuestionar.