La varita de Draco

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Fue una fracción de segundo, un instante en que nadie fue capaz de mover un músculo. Harry cayó al suelo por voluntad propia y se levantó de un salto. Todos jadearon, algunos gritaron, y Draco sintió un vuelco en el estómago. Una vez más no se lo pensó. Supo qué hacer...

—¡Potter! —echó a correr en su dirección, sin importar que Voldemort viera, sin importar que sus padres vieran, sin importar que nadie viera. No sabía cómo era posible que Potter siguiera con vida, pero sabía lo justo y necesario: que ahora precisaba de una varita.

Entonces le arrojó la suya mientras corría, confiando en que la atraparía y así fue. Harry la atrapó al vuelo, sorprendido y conmovido más allá de lo creíble, porque no había necesitado arrebatarle la varita como en la mansión. Draco se la acababa de dar delante del propio Voldemort, quedándose así sin protección, pero desafortunadamente no hubo más tiempo de pensar en ello. Voldemort no se enfocaría en Draco ahora que él había vuelto de los muertos para impedirlo.

—¡Confringo! —gritó con todas sus fuerzas renovadas, apuntando la varita hacia la enorme serpiente.

No obstante, el hechizo le rebotó y derribó a una decena de mortífagos a la redonda. Se sentía como si hubiera despertado de un sueño muy profundo de la forma más abrupta, y la adrenalina le corría por la sangre a toda velocidad. Todo en su vida pasada lo había conducido a ese momento de su nueva vida, y estaba decidido a terminarlo. Jamás había tenido la mente más clara.

—¡TODOS ADENTRO! —volvió a gritar, y apenas dió esa orden tanto él como todos empezaron a correr hacia dentro del castillo, esquivando y devolviendo hechizos mientras lo hacían.

—¿Qué rayos hiciste, Draco? —bramó Lucius, más pálido y aterrado que nunca, corriendo junto a Draco y Narcisa para eludir las múltiples explosiones.

—¡Ahora no es el momento, Lucius! ¡Debemos alejarnos de aquí lo más pronto posible! —exclamó Narcisa, agarrando del brazo a su hijo.

—¡No, madre! ¡Suéltame! —exclamó Draco, liberándose del firme agarre—. ¡Debo entrar! ¡Necesito...!

Y arrancó a correr hacia Potter apenas lo encontró con la mirada. No podía irse sin saber lo que sería de él. No lo concebía.

—¡Draco! ¿A dónde vas? —gritó su madre con angustia.

—¡Draco, vuelve aquí ahora! —exigió su padre, y su voz tenía más miedo de lo que le había oído nunca.

—¡Lo lamento! —respondió mientras se alejaba, y se perdió de vista entre la muchedumbre. Odió dejar a sus padres, que no tenían ninguna varita para defenderse, y odió haberse olvidado de devolverle la varita prestada a su madre, pero la única razón de su vida ahora era no perderse ningún segundo de la existencia de Potter.

El grito lleno de ira de Voldemort estremeció el aire. Harry se sacó la capa de invisibilidad y la lanzó sobre sí mismo, desapareciendo así de la vista de Draco, y por un ínfimo momento en que miró hacia atrás, vio a Neville, que un movimiento veloz y fluido se liberó de la Maldición lanzada sobre el Sombrero. El llameante sombrero cayó y Neville extrajo de lo profundo algo plateado, con una brillante empuñadura de rubíes.
La cuchillada de la hoja de plata no pudo oírse sobre el rugido de la multitud y aún así pareció atraer toda mirada. Con una sola estocada, Neville partió en
dos la gran cabeza de la serpiente, que giró alto en el aire, brillando a la luz que fluía desde el vestíbulo de entrada.

La boca de Voldemort se abrió en otro grito de furia que esta vez nadie pudo oir, y el cuerpo de la serpiente cayó pesadamente al suelo a sus pies. Oculto bajo la Capa de Invisibilidad, Harry lanzó un Encantamiento Escudo
entre Neville y Voldemort antes de que este último pudiera alzar su varita. También lanzó maleficios y maldiciones a cualquier mortifago que veía, y ellos se derrumbaban, sin saber qué o quién les había dado, y sus cuerpos eran pisoteados por la multitud en retirada
Todavía oculto bajo la Capa de Invisibilidad, fue también empujado a entrar en el vestíbulo. Estaba buscando a Voldemort y le vio al otro lado de la habitación, disparando hechizos con su varita mientras retrocedía hasta el Gran Salón, todavía gritando instrucciones a sus seguidores, mientras lanzaba maldiciones a diestro y siniestro. Harry lanzó más Encantamientos Escudo,
entre Voldemort y sus presuntas víctimas.

Todos los caminos llevan a Malfoy - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora