Año 6: un clavo saca otro clavo

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El despecho de Harry ardió por los próximos días, así como sus múltiples intentos de superar lo que había visto. Llegó incluso a considerar seriamente el aplicarse a sí mismo un Obliviate, pero no se arriesgaba a que algo saliera mal. Además sentía que se merecía aquel mal trago porque había seguido a Malfoy y, viéndole el lado positivo, ya ni tenía ganas de seguirlo por miedo a lo que se fuera a encontrar.

Ya rara vez se le veía sin la compañía de Theodore Nott, y esas noches en el mapa aparecieron nombres diferentes junto al suyo, dos chicas y un chico, y Harry, que ya conocía la naturaleza de dichos encuentros, retuvo la bilis en su garganta con mucho esfuerzo. También había vuelto a desaparecer del mapa sin ninguna explicación, para luego reaparecer y dirigirse a la torre de Astronomía y permanecer allí una hora, caminando en círculos, muy quieto, o inquietantemente cerca del precipicio.

Harry no sabía qué era peor, si cuando él estaba con Pansy, o ahora que se acostaba con más de medio colegio entre las sombras. No podía evitar sentir cierto desagrado con ese gran porcentaje de gente, aunque algunos fueran de su propia casa, y su actitud se volvió fría y calculadora, pero afortunadamente las personas lo atribuyeron a un supuesto profesionalismo de capitán, y Hermione ya ni lo notaba por estar tan ocupada alimentando riñas con Ron.

Había visto sexo real... Malfoy también tenía sexo con hombres... Se sintió marcado al rojo vivo con aquel secreto, y supo que si quería sacarse la espina aunque fuera un poquito debía concentrarse más en otras cosas. Entonces consumió toda su atención en su segunda clase con Dumbledore, se puso en la piel de Voldemort, y lo más importante, empezó a desvivirse en comprobar que Malfoy tramaba algo bastante serio. Incluso llegó al extremo de decírselo a Dumbledore. Necesitaba que lo confirmaran... Así quizás el odio que Malfoy recibiría del mundo se le contagiara... Así quizás dejaría de desear que cuando Malfoy acabase de experimentar con la mayoría de Hogwarts, finalmente se dignara a poner sus ojos sobre él para enseñarle los mecanismos de la pasión.

Mientras tanto, Katie seguía internada de gravedad en el hospital de San Mungo, sus amigos continuaban con su nueva política de fingir sordera cada vez que él mencionaba su teoría de que Malfoy era un mortífago, y él seguía reprimiendo sus impulsos de incitar una pelea. Pero a primera hora de la clase de Herbología del martes, la burbuja de tensión acumulada entre Ron y Hermione finalmente explotó.

—Y esa fiesta también será sólo para los preferidos de Slughorn, ¿no? —había inquirido Ron.

—Sí, sólo para los miembros del Club de las Eminencias —confirmó Hermione.

La vaina se escurrió entre las manos de Ron y, tras rebotar en la pared de cristal del invernadero, fue a dar contra la cabeza de la profesora Sprout, arrancándole el
viejo y remendado sombrero. Harry se apresuró a recuperar la vaina; cuando volvió junto a sus amigos, Hermione estaba diciendo:

—Mira, eso del Club de las Eminencias no me lo he inventado yo…

—Club de las Eminencias —repitió Ron con una sonrisa burlona propia de Malfoy—. ¡Qué patético! Bueno, espero que te lo pases muy bien en esa fiesta. ¿Por qué no intentas ligar con McLaggen? Así Slughorn podría nombrarlos rey y reina de las eminencias…

—Podemos llevar invitados —replicó Hermione ruborizándose—, y yo pensaba pedirte que vinieras. Pero ya que lo encuentras tan estúpido, ¡se lo pediré a otro!

Harry lamentó que la vaina no hubiera ido a parar al otro extremo del invernadero, porque así habría podido alejarse un rato de sus amigos. De cualquier modo, como ninguno de ellos le hacía caso, agarró el cuenco que contenía la vaina e intentó abrirla por los medios más ruidosos y enérgicos que se le ocurrieron, aunque por desgracia siguió oyendo la conversación.

Todos los caminos llevan a Malfoy - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora