Año 6: de cuando Harry Potter supo que estaba enamorado... otra vez

1.5K 154 83
                                    

(o el cómo una obsesión se transforma en amor)

Marzo dio paso a Abril más pronto de lo pensado, pero Harry ya no era el mismo. No obstante, no lo notó. No cayó en cuenta de la oscuridad que lentamente obnubilaba su mente. No cayó en cuenta de que su obsesión por Draco Malfoy ya distaba mucho del límite... Desde la mañana de la primera vez, le costó mucho dejar de tener la bochornosa sensación de que todos sabían lo que hacía bajo las sábanas. El descubrimiento de su cuerpo lo había aterrado pero maravillado a la vez.

Se había dado cuenta a sus tardíos dieciséis años, y desde entonces no se saltó ningún día. Lo hacía en la ducha mientras se bañaba para iniciar la mañana... Lo hacía en su cama entrada la noche, con las cortinas cerradas y un Muffliato conjurado. Desde luego, le estremeció el pensamiento de que quizás a alguno de sus compañeros le diera por preguntarle el por qué ahora cerraba siempre las cortinas de su cama, cuando antes las cerraba de rareza, o por qué se demoraba un poco más de lo usual en el baño. Tenía la impresión de que ahora todos sabían Legeremancia y podrían ver su secreto si los miraba más de tres segundos a los ojos. Pero ya no podía parar. Le era bastante adictivo ver las estrellas sin necesidad de una clase de Astronomía, o que sus piernas se quedaran temblando por minutos sin necesidad de un hechizo de piernas de gelatina, o desdoblarse para llegar a lugares de ensueño sin necesidad de aparecerse, volar sin necesidad de una escoba o tener buenos viajes sin necesidad de pastillas. Sólo podía conciliar el sueño si lo hacía, aunque también sentía demasiada culpa por hacer tal cosa con Ron a una cama de distancia, sobre todo porque ya le era una costumbre empezar pensando en Ginny para no pensar en Malfoy, y acabar pensando en Malfoy. Era como si ya hubieran dos personalidades dentro de él, donde una vivía por un futuro con Ginny y la otra moría por un presente con Malfoy.

El miedo a la magnitud de su propio placer se desvaneció poco a poco. Y es que más allá de la dispraxia, también le habían llegado a diagnosticar cuando niño una arritmia paroxística en el corazón, que podía empeorar en los próximos años si se exponía a muchas emociones fuertes, llegando al punto de poner en riesgo su vida. Aunque después de Hogwarts, las emociones fuertes y ataques de pánico ya eran parte de su sistema, pero afortunadamente parecía que la magia y el Quidditch habían fortalecido en cierto grado su corazón. Aún así, el muchacho seguía sintiendo algo de temor. Nunca se había sentido muy seguro sintiendo emociones tan fuertes, y daba la casualidad de que su desgarradora pasión por Malfoy era la más fuerte que había sentido en la vida.

No obstante, no tuvo mucho tiempo de fundirse en la soledad. Ocurrieron un par de cosas que Harry no vio venir: tanto Ron como su hermana cortaron con sus respectivas parejas, pero se diferenciaron en su manera de hacerlo. El romance entre Dean y Ginny había estado yéndose a pique desde hacía un tiempo, pero Ginny fue quien aprovechó una oportunidad para terminarle a su novio con la excusa de que éste intentaba controlar ciertos aspectos de su vida. Ron, por otra parte, ya se había hartado de una Lavender controladora y dulzona al extremo. Una noche muy tarde, después de una plática entre los tres amigos, Harry se había cubierto con la capa invisible para acudir a otra lección privada con Dumbledore. Hermione y Ron habían salido tras él para de una vez ir a la sala común, y como Lavender sólo los pudo ver a ambos y no a Harry, inmediatamente pensó que bajaban juntos de los dormitorios de los chicos a esa hora porque se habían acostado.

Ron ni se había molestado en desmentirlo, y permitió que la misma Lavender pusiera punto final a su relación. A Harry le aliviaba bastante que se hubiera terminado. Sabía que su amigo y Lavender merecían algo mejor por separado. Pero fue un alivio agridulce. Ahora era cuestión de tiempo para que Ron y Hermione se juntasen, y Harry aún no asimilaba la perspectiva de que el trío de oro se disolviera. No estaba dispuesto a aceptar que Hermione ya no apoyaría su cabeza en su hombro, sino en el de Ron, ni que ya no regresarían a la sala común luego de cuchichear por horas en la biblioteca, recorriendo los desiertos pasillos, iluminados con lámparas, mientras deliberaban si Filch y la señora Pince tenían o no una aventura amorosa.

Todos los caminos llevan a Malfoy - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora