Año 6: perdiendo la virginidad

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(El título y la imagen lo dicen todo, si no les dice nada entonces no sé qué lo hará XD 😂🤭)

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La noticia de que Harry Potter salía con Ginny Weasley dio pie a numerosos cuchicheos en el colegio, sobre todo entre las chicas; y, sin embargo, durante unas semanas Harry tuvo la placentera y novedosa sensación de que era inmune a los chismorreos. Al fin y al cabo, resultaba agradable que, por una vez en la vida, hablaran de él a causa de algo que lo hacía tan feliz como no recordaba desde mucho tiempo atrás, y no por estar involucrado en horribles incidentes relacionados con la magia oscura.

—Y eso que la gente tiene mejores cosas para cotillear —comentó Ginny mientras leía El Profeta sentada en el suelo de la sala común, con la espalda apoyada en las piernas de Harry—. Esta semana ha habido tres ataques de dementores, pero a Romilda Vane lo único que se le ocurre preguntarme es si es cierto que llevas un hipogrifo tatuado en el pecho.

Ron y Hermione rieron a carcajadas. Harry, por otro lado, se sintió algo frustrado. ¿Cómo Romilda Vane había llegado a la suposición de que él tenía un tatuaje? Es decir, alguna base tenía que tener para pensar aquello. De todos modos, esperaba que eso se debiera a que ella tenía un tipo de fetiche extraño con los tatuajes y quería creer que Harry tenía uno a escondidas. En todo caso, el único par de tatuajes que tenía lo llevaba en la espalda, y no se había quitado ni la camisa delante de alguien ese mes.

—¿Y qué le has contestado? —preguntó Harry.

—Que es un colacuerno húngaro —respondió Ginny mientras pasaba la página con aire despreocupado—. Es mucho más varonil.

—Gracias —dijo Harry con una sonrisa—. ¿Y qué le has dicho que lleva Ron tatuado?

—Un micropuff, pero no le he dicho dónde.

No era una relación fogosa como la que habían mantenido Ron y Lavender, y Harry lo prefería así. Era más bien una relación tranquila, y Harry de alguna forma tenía la impresión de que la dinámica entre sus padres era exactamente igual. No le molestaba que Ginny no se comportara con la frivolidad que manifestaba con sus antiguos novios, porque lo de ambos era diferente. Ella no lo presionaba a hacer algo que no quisiera, a pesar de que estaba en capacidad de ser la mujer más apasionada del mundo (Harry no tenía duda alguna de ello). No había necesidad de que Harry le dijera que profundizar besos y caricias lo hacía sentir raro y que ni siquiera concebía un mero acercamiento al sexo.  Ginny parecía entender sin que hablara una palabra. Su relación pasajera con Cho había sido más melancólica que otra cosa, y Harry sólo podía agradecer al cielo de que Ginny hubiera resultado ser una chica mucho más comprensiva que Hermione, porque sabía que nada sabía del arte de besar, y le avergonzaba que Ginny supiera más del tema, pero al menos tenía la confianza de saber que ella jamás lo ridiculizaría por ello.

Había traído a su vida la estabilidad que necesitaba. Jamás se abrían sobre angustias pasadas o cosas futuras: sólo vivían el momento. No tenía que cargarle la mochila o cualquier otra cosa porque ella se negaba de forma rotunda. Era un espíritu independiente, un alma libre y un cuerpo precioso. Las risas no faltaban. De hecho, se habían convertido en la pareja más genial de la escuela. Cuando estaban en público, ambos solían complementarse las oraciones como los gemelos. Tenían tal conexión que hasta adivinaban la broma a la que el otro se dirigía, y la remataban, haciendo reír a cualquiera que pudiera escuchar. Ginny se apoyaba sobre Harry poniendo su codo sobre el hombro de éste cuando se carcajeaba con su clásica risa estruendosa. Cierta vez se sentaron en el lago, y Ginny se dio el lujo de jugar a criticar la apariencia de cualquier persona que pasaba por allí (lo que hizo que Harry pensara que, al igual que él, Ginny pudo haber quedado bien en Slytherin), y terminaron jugando a puntuar del uno al diez a la gente, y eso incluyó calificar personas del mismo sexo o opinar quién haría buena pareja con quién, sin importar si era un par de chicos o un par de chicas, y le pusieron al juego el nombre «yo te engañaría con él/ella porque...». El muchacho llegó al final del día con el estómago dolorido de tanto reírse, y con una gran sensación de libertad íntima, porque Ginny había logrado que él mermara sus escrúpulos al hablar abiertamente, ya fuera en doble sentido o en nombrar partes del cuerpo como los senos y el trasero.

Todos los caminos llevan a Malfoy - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora