Todos los caminos llevan a Malfoy - Drarry

Año 6: me veo reflejado en ti

Era como si las semanas en cuarto año en que Ron se apartó de Harry se hubiesen replicado, pero en sexto. A Harry le daba la sensación de que esa historia ya estaba escrita, pero deseaba que no terminara de manera distinta a la del cuarto año, sino que terminara de un buen modo, con él, Hermione y Ron volviendo a ser una pandilla normal de tres. Si bien no se había peleado con ninguno de los dos, el hecho de que entre ellos ya no se hablaran ni dieran señales de querer hacerlo pronto le afectaba de igual forma. No podía evitar quedar en medio de todo. Cuando lo meditaba mejor, más y más se convencía de que siempre había cargado a cuestas la suerte de jamás tener lo que deseaba en su totalidad, sino que se la pasaba perdiendo una cosa y ganando alguna otra como parte de una compensación lastimera del destino.

Y él volvía a perder por milésima vez la seguridad que el lazo entre Ron y Hermione le proporcionaba. No era lo mismo estar con ambos a la vez que estar con cada uno por separado en diferentes periodos del día. Ron estaba tan absorto en su burbuja con Lavender Brown que ya ni andaba mucho con él. La chica era demasiado hiperactiva y posesiva para el gusto de Harry, y parecía creer que no besarse con Ron era sinónimo de no aprovechar el tiempo. Ahora Harry recordaba con ironía la ocasión en quinto que Ron brindó con él porque jamás les tocara una chica como Pansy Parkinson. Salía del baño la madrugada del 3 de Diciembre y se topó en la puerta con Ron que recién llegaba, atontado, desarreglado y con marcas muy obvias en el cuello. Harry supo instantáneamente de dónde venía y de qué.

—Harry, estás despierto... —Le sonrió, y fue la sonrisa más nerviosa que le había visto nunca. Parecía no saber en dónde meterse de la vergüenza.

—Usa el glamour en la mañana. Si no puedes, me pides ayuda —dijo con más seriedad de la que pretendía y pasó de largo para volver a la cama.

Lo escuchó bañándose y minutos después lo vio caer rendido en la cama. Sabía que a esas alturas ya era muy infantil e irracional que se molestara al darse cuenta de que alguien cercano había tenido sexo, pero no pudo evitar disgustarse un poco con Ron. Llevaba saliendo dos míseras semanas con Lavender como mucho, pero Lavender no era de las que corrían, sino que volaban, así que de algún bizarro modo tenía sentido.

—Harry, hombre, no te pongas raro conmigo —le había dicho Ron en voz baja mientras se vestían al amanecer.

—Puedo contar con los dedos los días que han salido, Ron. ¿Si acaso han tenido una cita apropiada? —cuestionó evadiendo su mirada y amarrándose la corbata con más fuerza de la necesaria.

—Pues... no, pero... Vamos, hermano. Es una chica muy mona y yo no soy una estatua, tengo necesidades y quiero experimentar novedades... como todos —rió con incomodidad, colorado y rascándose la nuca—. ¿Qué más da si hemos tenido una cita verdadera o si hemos salido por poco tiempo? Hay chispa y eso es lo que importa.

—O sea que no te proyectas en un futuro con ella. —Lo miró con severidad, colgándose la mochila en el hombro. Ron, a su vez, lo miró con extrañeza.

—No, Harry. Pero..., ¿qué cosas te metieron esos muggles en la cabeza? —dijo risueñamente, intentando aliviar la tensión pero logrando el efecto contrario—. Por Merlín, no necesariamente tienes que desposar a la primera chica con la que te acuestas. Te recuerdo que tú terminaste con Cho y cuando tuvieron una cita, fue poco más que un desastre.

—Fue diferente. No hice... eso... con ella, ¿de acuerdo? Y esto no es acerca de mí. Dime algo: ¿estás usando a Lavender?

—¿Usarla yo? ¿A mi novia? —preguntó Ron, consternado y algo enfadado—. Harry, ¿qué cosas dices?  ¿Cuál es tu problema? ¿Por qué querría yo usar a Lavender?

—Dímelo tú. Hermione no te verá ahora sin un hechizo glamour, ¿vale? —sentenció con frialdad y le apuntó al cuello con su varita y murmuró el encantamiento. Las marcas desaparecieron—. Ya está. Ahora como capitán, espero que hayas descansado para el entrenamiento. Andando que vamos tarde.