2 de agosto de 1997.
Se despertó temprano esa mañana de jueves, envuelto en un saco de dormir sobre el suelo del salón de dibujo. Un resquicio de cielo era visible entre las pesadas cortinas. Era de un frío y claro azul, en algún punto entre la noche y el amanecer, y todo estaba en silencio a excepción de las respiraciones lentas y profundas de Ron y Hermione.
Harry echó un vistazo a las oscuras y largas siluetas tendidas en el suelo junto a él. Ron había tenido un detalle de caballero y había insistido en que Hermione durmiera sobre los cojines del sillón, por lo que su silueta destacaba por encima de la de el, con el brazo encorvado hacia el suelo y los dedos a pocas pulgadas de los de Ron. Harry se preguntó si se habrían quedado dormidos con las manos entrelazadas. Esa idea le hizo sentir extrañamente solitario.
Miró hacia arriba al ensombrecido techo, al candelabro lleno de telarañas. Ni siquiera habían pasado veinticuatro horas desde que había entrado a la carpa donde se realizaba la boda de Bill y Fleur, agarrando la snitch que Dumbledore le había dejado en el confuso testamento. Parecía que desde entonces hubiera pasado toda una vida. Y desde que había cumplido la mayoría de edad hacía dos días parecía que hubieran pasado dos vidas. Fácilmente podría haber sido el feliz cumpleaños de su muerte, si no fuera por el beso de Ginny. Recordó haber escuchado en alguna parte que era de más buena suerte cumplir años a principio o, por defecto, a mitad de mes, porque así había plazo por el resto del mes para las celebraciones. Él cumplía el último día de julio, y al día siguiente había tenido lugar la boda que terminó mal, lo que corroboraba la superstición.
Había sido un completo desastre. Ni siquiera había podido marcharse tranquilo con Ron y Hermione para el viaje de caza de Horrocruxes, sino que se habían visto forzados a darse a la fuga. Si las cosas hubieran sido diferentes, a esa misma hora ya estaría partiendo con ellos (porque habían planeado hacerlo furtivamente en la madrugada después de la boda). Habían tenido que abandonar a todos en medio de un atentado de mortífagos, y se habían tenido que aparecer deprisa y terminaron en una carretera donde estuvieron a punto de ser arrollados por un bus (Harry encontraba bizarramente gracioso imaginar que hubieran muerto de esa forma luego de huir de los mortífagos). Para colmo habían sufrido un segundo atentado tan sólo una hora después, en una cafetería muggle a las ocho de la noche. Ya no había lugar seguro en el mundo, y no les quedó de otra que refugiarse en el número doce de Grimmauld Place.
—Estamos solos —había murmurado Hermione, luego de hacer un encantamiento para revelar si había un enemigo en las sombras, y aquella frase dicha con una voz incierta había retumbado en su cuerpo al igual que cuando Sirius se había comunicado con ellos en quinto a través de la chimenea de la sala común en Hogwarts, para contarles que Voldemort estaba avanzando, y les había terminado diciendo algo parecido: "me parece que están solos".
La desolación que Harry sentía en su interior se había incrementado ante la perspectiva de tener que vivir temporalmente en aquella casa lúgubre a la que sólo le parecía hacer falta un simple «bombarda» para derribarse. El peso amargo de tanto pasado era tan denso que incluso hacía difícil respirar ese aire polvoroso que era lo único que había para llenar pulmones. Desconocía si les sucedía igual a Ron y Hermione. Era como estar congestionado en un ambiente similar al armario bajo las escaleras, acompañado de la monstruosa impotencia que sentía al tener que esconderse como un cobarde y no poder hacer nada para cuidar el hogar que había dejado atrás, sin poder saber qué le había pasado a los que estaban en la boda, sin saber qué había sido de Ginny...
Y la tensión creciente entre sus dos amigos tampoco era de mucha ayuda para su asma. A pesar de todas las preocupaciones que inundaban su mente, Harry aún podía percibir que ambos estaban a punto de sucumbir. Los cuatro días que había estado en casa de Ron, vio más que todo a éste último teniendo demasiados gestos con ella, como ponerle el brazo alrededor para consolarla o adelantarse atropelladamente para alcanzarle una cosa cuando Harry estaba a punto de hacerlo. El oxígeno de cualquier parte de la casa parecía ser succionado por ambos cuando se miraban, y ahora Harry se sentía como atrapado en medio de los dos, como si la casa fuera demasiado pequeña para los tres (porque tres son multitud), como si fuera él quien estaba ahí con ellos en contra de su voluntad, mientras que en realidad ellos estaban ahí con él por voluntad.
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Todos los caminos llevan a Malfoy - Drarry
FanficMientras Harry Potter camina hacia su muerte en el Bosque Prohibido, su vida pasa frente a sus ojos, y se percata de ciertas cosas muy... interesantes. Éste es un viaje de autodescubrimiento y evolución emocional, que el famoso chico mago recorre ju...