CAPITULO I

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Naerya había sido la primogénita de la Reina Alicent, aún cuándo supuestamente había nacido antes de termino, ella estaba totalmente sana y con el peso adecuado, Rhaenyra, entonces, había dudado totalmente de que su padre no se haya encamado con su ex amiga antes del casamiento, por no decir que hasta creía que antes del propio anuncio de que se casaría con ella ya habían compartido el lecho.

No paso mucho tiempo para que, la fértil, Reina Alicent quedará en cinta nuevamente, ahora a la espera de, aunque ellos aún no lo sabían, el príncipe Aegon. Aunque había nacido en el año siguiente había solo nueve lunas de diferencia entre ellos, así que era evidente que aquel embarazo había sido concebido poco después del nacimiento de la niña. Las personalidades de los hermanos eran bastante parecidas, lo que hacía que a veces se lleven extremadamente bien y otras extremadamente mal. Helaena era dos años menor a Aegon, y tanto este como Naerya no la toleraban, es que era totalmente diferente a ellos, luego estaba Aemond, quizás más similar a ellos pero la diferencia de edad lo volvía un blanco fácil de sus burlas, y por último Daeron, el enano del mal, como su hermana lo apodaba, y era la única que lo veía así.

La joven tenía un largo cabello plateado con unas suaves ondas que al peinarse parecían desaparecer, unos impactantes ojos lila al igual que sus hermanos, una belleza envidiable y un carácter insoportable para muchos. Al igual que sus hermanos tenía una gran rivalidad desde pequeña con su hermana Rhaenyra y sus sobrinos que poco se parecían a ellos. Por mucho que Viserys había intentado que se llevarán bien era un caso perdido, lo peor era que más cerca estuvieran más se detestaban. Aegon era quién estaba más cerca de ellos, pero únicamente porque los utilizaba para molestar a su hermano menor.

—¿Para qué me hiciste venir? ¿Para escuchar como Jacaerys chilla, en voz demasido aguda, a Vermax? —la joven nunca iba a pozo dragón con ellos, prefería hacerlo sola.

—Solo espera un poco más. —Aegon le acaricio la espalda a la joven.

—Bien. —bufó.

Vieron como el dragón quemó una oveja y luego la devoraba, la joven se había quedado mirando aquello cuando notó que tanto Lucerys como Jacaerys se acercaban con Aegon hacía Aemond, así que termino incorporandose.

—Aemond, tenemos una sorpresa para ti. —Aegon comenzó.

—¿Qué es? —

—Algo muy especial. —Jace añadió.

Vio a Lucerys correr en otra dirección mientras ellos seguían hablando.

—Eres el único de nosotros sin un dragón. —Aegon continuo aquello.— Y de hecho nos sentimos mal. —

Caminaron mientras Aegon tenía su mano en la espalda de Aemond, y el pequeño Jacaerys lo seguía con una amplia sonrisa, ella simplemente iba tras de ellos en silencio.

—Así que encontramos uno para ti. —

—¿Un dragón? ¿Cómo? —Aemond estaba molesto o quizás frustrado.

—Los dioses proveen. —

—Aegon ¿Qué estas tramando? —la joven lo había tomado del brazo, eso estaba siendo demasiado.

Pero la respuesta llegó sola, un cerdo de color rosa y con unas alas pegadas venía de una cuerda que Lucerys llevaba. Los tres jóvenes rieron y dijeron algunas estupideces antes de que Naerya le diera una bofetada a su hermano.

—Te dije que no con lo del dragón y menos con ellos. —bramó la joven.— ¡Vayanse ahora mismo antes de que reconsidere el no romperles la cara! —

Los jóvenes se fueron, ninguno quería hacerla enojar demasiado, sabían que era muy capaz de darles una buena paliza.

—Aemond, no les hagas caso. —quiso poner su mano en su rostro pero este la apartó con violencia.

Amor o DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora