Naerya es la hija mayor del matrimonio de Alicent Hightower y del Rey Viserys I. Muchos consideran que su belleza solo se ve opacada por su poco tacto, su carácter fuerte y su malcriadez. Ella es amante del juego de seducción y poco creyente del amo...
Naerya se lo exigió, que se diera un maldito baño y que le buscara unos aposentos donde esa Strong no haya estado. Se había vuelto bastante sensible con varias cosas, como el olor de la gente, a veces hasta sentía las emociones o intenciones de los otros, no sabía si venía porque se había vuelto más fuerte en la magia o si era por el hijo que llevaba dentro. Había aprovechado a uno de los sirvientes para que la ponga un poco más al día de lo sucedido, su información era poca.
—Permiso, princesa, quería...—era sir Cole.
—¿Pedir perdón? —Naerya estaba sentada al borde de la cama esperando a su esposo.
—Sí. —él apenas susurró.
—Deberías suplicar clemencia. —ella se levantó.— Pero ni eso serviría. —
—Naerya tienes que entender...—no podía ni levantar la vista.
—¡No, no me llames así, perdiste ese derecho hace mucho tiempo! —bramó.— ¡Mírame! ¡Mira como me veo! —se acercó con molestia.
—¡No tenía opción! —
Antes que la princesa pudiera decir algo el príncipe había entrado.
—¿Pasó algo? —él se acercó a su esposa que se veía nerviosa y luego miró al caballero.
—¿Es verdad que sir Cole es la mano del rey?—
—Sí. —Aemond la tomó por la cintura con suavidad.
—¿Y les dijo que puso básicamente su espada en mi cuello? —
—¿Qué? —miró a Cole molesto.
—¡Alicent mintió! Me dijo que nuestro padre ordenó que vaya por Helaena ¡para que no cuestione más sir Cole me amenazó con su espada! —se limpió unas pocas lágrimas que se le escaparon y le habló directamente al caballero.— Me condenaste bajo una mentira, tú sabías que el rey estaba muerto, tu lealtad estaba en la corona no con mi madre, tu juramento con ella era para defenderla no para atacar a la princesa por un capricho suyo. —apretó la mandíbula.— ¿Pero que puede importante a ti tu juramento? Si lo rompias cada vez que podías, ¿por qué confíe alguna vez en ti? Tú mismo convenciste a Aegon de coronarse como rey ¿no? —sabía que su madre y su abuelo no eran los únicos que aportaron a eso y menos sabiendo que él puso la corona en su cabeza.— desde el principio esperabas que eso pase, sin embargo sabías que él como rey nunca permitiría que me manden en mi dragón, pero tampoco te importó, —apartó la mirada.— porque estabas molesto conmigo, ya que te pedí que te alejaras de Vaegon, algo que no hiciste. —tomó aire.— Sir Cole me condenó no sólo a mi posible muerte sino que él es el culpable de que hayas tenido un bastardo. —él la condenó, ella lo condenaría. Se sentó en la cama, sentía demasiado estrés y le dolía el vientre.
—¡Vete ahora mismo! ¡Más tarde me encargaré de ti! —bramó el príncipe antes de ir a su lado.— Tranquila. —le susurró y pasó suavemente su mano por el vientre de ella, no era su hijo pero si era de ella era suficiente para que le importara.
—Quiero que sufra. —musitó molesta.
—Lo hará, me encargaré de eso, pero ahora tienes que descansar, ¿cuántas lunas te faltan? —musitó.
—Dos lunas, y no quiero tenerlo en Harrenhal. —se lo decía más que todo a sí misma para relajarse, no quería más partos antes de tiempo.
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