Naerya es la hija mayor del matrimonio de Alicent Hightower y del Rey Viserys I. Muchos consideran que su belleza solo se ve opacada por su poco tacto, su carácter fuerte y su malcriadez. Ella es amante del juego de seducción y poco creyente del amo...
Naerya se despertó a la tarde recién, estaba sola en la cama mas al levantar la vista encontró a Aemond sentado en el sillón, entre sus manos tenía el bordado que ella le había hecho de Vaghar, asumió que lo habría encontrado mientras inspeccionaba sus aposentos.
—No debías ver eso aún. —ella musitó, tenía los ojos hinchados por haber llorado antes y le dolía un poco la cabeza.— Quería dártelo en nuestra boda. —
—Oh, lo siento. —él sonreía ampliamente.— Pediré que te traigan algo de comer, te perdiste el almuerzo. —dejó el bordado en una mesa y se retiró.
La joven se hizo ovillo en la cama intentando recordar todo lo que había pasado, no lograba comprender porque de la nada él estaba tan feliz. No entendía que pasaba por la cabeza de su hermano, aunque a decir verdad no sabía ni siquiera que pasaba por su cabeza. Se terminó levantando, otra vez estaba frente al espejo, siempre se sentía tan perdida, como si su reflejo nunca le correspondiera, cuando estaba impecable se sentía vacía, como si lo único que tuviera era esa cara bonita, como si no hubiera nada más, y últimamente veía su cara destruida, ya no había nada bueno en ella. Rota. Se sentía rota y sin valor cada vez que se veía a si misma.
—Deja el espejo en paz. —la voz de Aemond la sacó de sus pensamientos.
—Sólo estaba arreglandome. —mintió, no había funcionado con Aegon y sabía que con Aemond tampoco pero ella hacía el intento de igual manera.
Él la acompaño a comer en silencio, entre eso tomó la daga que antes la joven había encontrado.
—¿Daemon te la dió? —
—No, la encontré en el cuarto detrás del tapiz. —
—Es acero valyrio, no es común ver muchas cosas de éste material. —
—Puedes conservarla si quieres, yo no sé usarla. —
—Te convendría aprender a usar una daga.—mencionó mientras la hacia girar entre sus dedos.
—¿Puedes enseñarme a hacer eso?—ella estaba encantada viendo como la movía, por un momento imaginó sus dedos dentro de ella y sintió un cosquilleo por todo su cuerpo.
—Puedo hacerlo, —rio.— pero cuando me refiero a que aprendas a usarla no habló de ésto. —
—No me niego a aprender pero no lo veo necesario. —
—Te gusta aventurarte sola y si pretendes estar cerca de Daemon al menos deberías poder usar una daga, aunque si quisiera hacerte algo no podrías evitarlo. No voy a poder hacer que te mantengas lejos de él, al menos quiero que tengas una oportunidad de defenderte. —
Ella guardo silencio, su tío también le reclamó por estar sola en la taberna, todos la veían frágil y ella sabía que lo era. Quiso decir algo pero entonces un sirviente tocó la puerta.
—Me disculpo, princesa, príncipe, pero su hermana requiere de su presencia con urgencia. —
—¿Dónde se encuentra? —Aemond suspiró apunto de levantarse.
—En los jardines, príncipe, pero a quién pidió ver es a la princesa Naerya. —
—Ire en un momento. —tardó en responder la joven.
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