Amor o Deseo

CAPITULO XV

Aemond estaba emocionado de ir a pedirle a su madre que fuera comenzando con los preparativos de su boda, Naerya aprovechó para ir a buscar a Aegon, esperaba que al menos estuviera en sus aposentos y no borracho en algún otro lugar porque sino buscarlo sería más laborioso. Ella tocó la puerta dos veces hasta que recibió respuesta.

—¿Quién es? —su voz sonaba agitada, era obvio que estaba cogiendo.

—Naerya. —cuando escuchó los gemidos confirmó que no era Helaena.— Necesito que hablemos. —

—Ahora no. —

La joven no esperaba esa respuesta, al contrario ella ya tenía la mano en el picaporte porque pensó que le diría que pase, no dijo nada más y simplemente se marchó. Se pasó un tiempo sentada en la biblioteca, en ese mismo lugar de antes, entre el último estante y la pared, leyendo un libro viejo que se sabía del derecho al revés, quizás en búsqueda de algo que aún siguiera siendo como antes, cuándo estaba por irse lo estaba por colocar en su lugar pero después de pensar en otras cosas decidió llevárselo, era la único que conservaría del pasado, nada más ni a nadie más. Cuándo llegó a sus aposentos se encontró con su madre que la estaba esperando así que entraron juntas.

—¿Qué necesitas, madre? —se sentó en un sillón y dejó el libro en la mesita que tenían en frente.

—Quiero saber si Aemond dice la verdad. -se había sentado en un sillón frente a ella.

—¿Sobre el casamiento? Sí, lo hace. —

—¿Hay alguna razón por la que cambiaste de decisión? —

—No recuerdo haberte dicho nunca que no quería casarme con él. —

—Te veía más entretenida pasándote el tiempo con tus otros hermanos como para querer casarte con Aemond. —

—No hay mucha diferencia para mí entre estar comprometida y casada, si a él le hace feliz que nos casemos antes no veo el problema. —

—¿Insinuas qué seguirás igual de promiscua aún al casarte? —

—No es algo de lo que voy a hablar contigo, si no necesitas nada más puedes marcharte porque no estoy de ánimos para tolerarte. —

—Eres siempre tan irrespetuosa. —se quejó.

—Aún si no lo fuera estarías enojada conmigo, aún si fuera la esposa perfecta tendrías algo que decirme, aún si lo intentará no me querrías ¿por qué debería intentar ser agradable contigo entonces? —

—Deja de decir que no te quiero, hija, claro que te quiero es solo que tú siempre sacas lo peor de mí, parece que buscas hacerme enojar. —

—Todo de mí te hace enojar, por favor, dejemos las mentiras, me odias y nunca vas a quererme porque, aún si quisiera, nunca podría ser como Helaena. —

—¡No digas estupideces! —

—¡Es la verdad! ¡Ahora vete! —sintió el ardor que dejó la bofetada que Alicent le dió.

—No te olvides que yo soy la reina y tu madre, ya no voy a seguir tolerando la conducta que últimamente estás teniendo. —ella se había levantado.

—¿Qué vas a hacer? ¿Mandarme lejos? Quiero verte intentándolo. —la reina intentó golpearla de nuevo pero la joven no lo permitió.— Te lo dije antes, ya no vas a hacer tan fácilmente lo que quieras conmigo, eres la reina consorte porque te casaste con el rey, antes solo eras una lady del montón, pero yo soy una princesa Targaryen, nací con sangre real y moriré con ella, soy la jinete de Darkfyre, no te creas mejor que yo por haberme parido, golpeame de nuevo y te voy a probar de que lado estará el rey. —