CAPITULO IX

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Naerya y Aegon estaban en los mismos aposentos junto a los maestres que veían sus heridas, ella tenía un ojo morado y un tajo en la ceja donde había impactado uno de los nudillos del sujeto, él tenía el labio roto y un gran moreton desde allí hasta la mandíbula. Otto Hightower había sido el primero en llegar donde estaban ellos.

—El rey va a estar furioso, inventa una excusa, deja tu orgullo de lado y muéstrate arrepentida, llora si es necesario. —le susurro su abuelo al oído, ella asintió levemente con la cabeza.

Viserys y Alicent habían llegado juntos.

—Fue mi culpa, ella estaba deprimida y pensé que si salíamos a dar una vuelta...—Aegon se había parado y hablado antes que nadie.

—¡¿Y se te ocurrió llevar a tu hermana a una casa de placer?! —gritó su padre.— Si sir Cole no hubiera intervenido ¿Qué crees que habría pasado? ¡Ni siquiera te pido que pienses en ti! ¡Piensa en que le podría haber pasado a tu hermana! —

—Padre, Aegon solo está intentando defenderme, él no tiene la culpa de nada. —se había puesto entre su hermano y su padre.— Gritame a mí, retame y castigame a mí pero a él no. —apretó sus labios y no pudo contener sus lágrimas.— Daeron me usó, me mintió, me engañó y humilló. —agachó la cabeza.— Mi madre iba a estar de su lado para que, otra vez, me manden lejos, pensé que si me veían en la Calle de Seda ella cambiaría de opinión y no querría que Daeron se case conmigo... Realmente no quería casarme con él después de lo que me hizo. —se dejó caer de rodillas.— Perdóname padre por lo que hice y por teminar involucrando a mi hermano.

Aegon se sentía mal porque, aunque para su madre pareciera no más que un teatro, él bien sabía que realmente se sentía así, Naerya siempre había de esa manera, sonreía o se enojaba y no ibas a ver nada más en ella, pero solo porque ella no quería demostrar nada más, no porque no se sintiera de otra manera, quizás el exceso de alcohol había ayudado a que se suelte más y también lo que le podría haber dicho su abuelo, porque bien sabía que nada bueno le habría mencionado.

—Hija, ven, está bien, no llores así. —la ayudó a levantarse y la abrazo.— Estan disculpados pero de ahora en más ninguna salida así ¿Escucharon bien? —los dos jóvenes asintieron con la cabeza.— Espero de ahora en adelante sepan comportarse ambos. —advirtió en tono firme pero sin furia.— Hijo, ve a tus aposentos.

—Sí, padre. —el príncipe obedeció y le echo una mirada a su hermana con una leve sonrisa de ánimo.

—No te casarás con Daeron, te casarás con Aemond, pero hija, cuida el que dirán, suficiente tuve con tu hermana. —aquello último se lo susurró, no quería que su esposa aportará nada más a esa conversación. Beso la frente de la joven e hizo que todos dejarán a la princesa sola.

—Ve y dile a Daeron que se disculpe con Naerya, apenas lo haga volverá a Antigua, si dos de mis hijos están planteando que avergonzó a propósito a su hermana no me queda más que creerles. —le comentó molestó a su esposa antes de marcharse, no, no tenía ganas de escuchar ninguna queja de su parte.

 —le comentó molestó a su esposa antes de marcharse, no, no tenía ganas de escuchar ninguna queja de su parte

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Amor o DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora